THE OBJECTIVE
Antonio Caño

Política para un tiempo de incertidumbre

«Un pacto para acabar con los discursos que nos dividen, identificar nuestras fortalezas como nación, marcar un rumbo que sea capaz de compartir una mayoría de ciudadanos y sacrificar la ideología propia a favor de los intereses comunes»

Opinión
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Política para un tiempo de incertidumbre

Mariano Rajoy y Felipe González, en una conferencia durante el Foro de La Toja. | Gustavo de la Paz (Europa Press)

En un reciente cara a cara con Mariano Rajoy en el Foro de la Toja, Felipe González explicó que los políticos, que deberían de ser «proveedores de certidumbres», tienen una misión muy difícil en este tiempo dominado exactamente por lo contrario. Esa dificultad no les exime, sin embargo, de su responsabilidad para evitar que las dificultades y las dudas que nos acechan no acaben provocando un cataclismo.

El Foro de la Toja analizó en profundidad y sin sectarismo los principales males contemporáneos: las crisis energética, climática y demográfica, la inflación, el populismo, la guerra cibernética, los efectos de la globalización. Todos ellos, de alguna forma, agravados por la invasión de Ucrania y la amenazadora conducta de Putin.

La autoridad y el rigor de los intervinientes en esa reunión no se tradujo, desafortunadamente, en respuestas precisas y esperanzadoras sobre la forma y los plazos para acabar con los problemas descritos. Precisamente, como muchos expusieron, porque todos ellos se presentan en contextos y con expresiones diferentes a los que hemos conocido antes y en un mundo dominado por la incertidumbre.

Se requieren, por tanto, ideas, recursos, instituciones y normas para salir de esta incertidumbre. Pero se necesita, sobre todo, política. Pocas veces hemos conocido antes un tiempo más adecuado para la política. Una política hecha por políticos capaces de poner serenidad en este desasosiego, de poner orden en medio del caos, de silenciar con calma los gritos de desesperación, de alumbrar el camino oscuro, de traer algo de certidumbre.

En España tenemos todos en mente un precedente en el que la política y los políticos nos dieron casi todo lo mencionado con anterioridad. En aquel tiempo igualmente incierto y complejo del tránsito de una dictadura a una democracia, los Pactos de la Moncloa proporcionaron a nuestra sociedad la certidumbre que permitió abordar en paz los dolorosos cambios económicos y políticos que nos condujeron hasta el país que hoy tenemos.

«Ir de una democracia a un régimen autoritario puede ser una de las consecuencias de los problemas actuales si no encontramos la política y los políticos que nos den la certidumbre que se busca»

Quizá sea exagerado decir que el riesgo hoy es el de transitar en dirección contraria, es decir, de una democracia a un régimen autoritario, pero, ciertamente, esa pueda ser una de las consecuencias de los problemas actuales si no encontramos la política y los políticos que nos den la certidumbre que se busca. Trasladado a la vida cotidiana, esto significa acabar con los discursos que nos dividen, identificar nuestras fortalezas como nación, marcar un rumbo que sea capaz de compartir una mayoría de ciudadanos y sacrificar la ideología propia a favor de los intereses comunes.

Se requieren, en definitiva, como ya han dicho algunas personas, unos nuevos Pactos de la Moncloa, en los que, renunciando cada cual a su programa máximo, consigamos el consenso en los temas fundamentales que nos permitan sortear las grandes amenazas presentes sin enfrentamientos y en democracia.

Cada día comprobamos que, en el camino actual, en esta carrera de despropósitos para ver quién llega antes a la meta electoral, acabaremos perdiendo todos. Nuestro sistema y nuestro Estado se han demostrado antes más fuertes de lo que algunos creían, pero es difícil que puedan resistir una situación combinada de pobreza, inseguridad, desabastecimiento y crisis mundial.

Es necesario un pacto que nos dé certidumbre sobre nuestras instituciones, nuestra política económica y fiscal, nuestro modelo territorial, nuestras normas migratorias, nuestra salud, la educación de nuestros hijos. Un pacto, en definitiva, que dé solidez a todo lo que hoy es tan líquido e incierto. Y que permita a los españoles volver a creer en España como un proyecto compartido. Sin esa confianza, sin esa certidumbre, los riesgos del mundo actual se multiplican y pueden llegar a ser fatales.

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