Sopapo de Borrell a la diplomacia europea
«El Alto Representante de la UE acusa a sus embajadores de no ser conscientes de la crisis geopolítica actual y les anima a tomar iniciativas más audaces»
El discurso de Josep Borrell a los 139 embajadores de la Unión Europea ha sido demoledor. Para ser el jefe de los diplomáticos europeos, Borrell se mostró poco conciliador con sus funcionarios. En lugar de lanzarles flores y decirles lo bien que trabajan, el Alto Representante de la UE les dio un sopapo verbal en toda regla.
El ministro de Exteriores europeo que se ha puesto al frente de la crisis ucraniana acusó a sus embajadores de ser reactivos y de no estar en modo crisis las 24 horas del día con la que está cayendo. Borrell, que más que un diplomático parece un General, se quejó de que los funcionarios del Servicio de Acción Exterior de la UE no son capaces de informarle de manera rápida de lo que sucede a su alrededor. El Alto Representante criticó el trabajo de las embajadas que la UE tiene repartidas por todo el mundo y reconoció que se enteró por el secretario de Estado norteamericano de cuándo estallaría la guerra en Ucrania. El rapapolvo que se llevaron sus embajadores fue de aúpa cuando les dijo que se informaba mejor por la prensa que a través de ellos de lo que sucedía en sus países de residencia.
A sus 75 años, Borrell parece en suficiente forma como para luchar contra las inercias burocráticas de la UE. En un mundo de incertidumbre y cambiante, el Alto Representante cree que las instituciones deben ser más rápidas a la hora de actuar y dudar menos; además invitó a los funcionarios a tomar más iniciativas y a ser audaces, como cuando se compraron armas para Kiev a través del Fondo Europeo para la paz o cuando se puso en marcha la misión de entrenamiento militar en Ucrania.
«Borrell no ahorró críticas al funcionamiento de las instituciones comunitarias»
Borrell también acusó a las oficinas diplomáticas de la UE de no estar presentes en los medios ni en las redes sociales porque así es «difícil ganar las almas de la gente». De manera indirecta, el ministro de Exteriores también hizo autocrítica del eurocentrismo cuando se trata de exportar el modelo político y económico de la UE a otras regiones del mundo «sin escuchar, sin ser empáticos» y sin tener en cuenta las emociones ni el atractivo de las políticas de identidad.
El Alto Representante no ahorró críticas al funcionamiento de las instituciones comunitarias y dio a entender las dificultades de comunicación entre el Consejo y la Comisión e incluso señaló la descoordinación de las políticas europeas que funcionan en silos separados. Borrell también señaló que no hay que levantar expectativas que no se puedan cumplir, pues Europa puede verse desacreditada si anuncia objetivos que luego no es capaz de implementar.
«La fiesta se ha acabado. Hay que ser lo más autosuficiente que se pueda»
El ministro de Exteriores europeo, en el discurso a sus embajadores, les ha dado una lección de realismo además de ser consciente del papel que juega la UE en el mundo geopolítico actual. Según Borrell, la prosperidad se ha basado en una energía barata importada de Rusia, en el acceso a bienes baratos procedentes de China y en una seguridad dependiente de los Estados Unidos desde los años 50. Pero la fiesta se ha acabado. Estamos en un mundo diferente en el que hay que ser lo más autosuficiente que se pueda en energía, materias primas críticas, materiales raros, entorno digital y con mayor autonomía en defensa.
Con unas formas poco ortodoxas para el mundo diplomático, que ya han levantado la indignación entre los funcionarios, lo que Borrell ha querido transmitir es que el modelo europeo de libertad, prosperidad económica y cohesión social es el mejor, pero que no todos lo ven así en Asia, Latinoamérica o África, donde la rivalidad con China es manifiesta. Además, aunque la relación transatlántica en estos momentos es buena, nadie asegura que no llegue un Trump o similar en los próximos años y vuelva a resquebrajarse; por tanto, no parece que la dependencia defensiva y ahora también energética de los Estados Unidos sea lo óptimo.
El mundo actual es multipolar, con distintos jugadores que no se sienten reconocidos en los organismos internacionales y donde cada uno busca sus propios intereses, como vemos en la última votación de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre Ucrania, donde grandes potencias como India, China o Sudáfrica se abstienen de condenar a Rusia.
La Europa kantiana debe sobrevivir en un mundo hobbesiano en el que Borrell se siente a gusto como ministro de todos los europeos, veremos si sus funcionarios captan el mensaje o le ponen la zancadilla.