THE OBJECTIVE
Esperanza Aguirre

Señales de alarma para Feijóo

«El PP tiene que darse cuenta de que no vale con esperar sentado el paso del cadáver de su enemigo. La ‘coalición Frankenstein’ está más unida que nunca»

Opinión
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Señales de alarma para Feijóo

Dentro de un año, por estas fechas, nos encontraremos al inicio de una campaña electoral, que todos los síntomas nos hacen sospechar que va a ser más trascendental y dramática que ninguna de las celebradas hasta ahora.

Digo esto porque el año que viene a los españoles se les van a presentar sólo dos opciones: la coalición Frankenstein y una derecha o centro-derecha divididos.

Esa coalición, que brillantemente definió así Rubalcaba, ha demostrado desde que se fraguó, y lleva ya más de cuatro años, una solidez y una unidad verdaderamente notables.

Aunque es de sobra conocido cómo se formó esa coalición no está de más recordarlo. Pedro Sánchez, cuando pidió el voto a los españoles en 2019, les aseguró que no podría dormir con Pablo Iglesias en el Gobierno, y al día siguiente de las elecciones le abrazó y cerró con él un pacto de Gobierno que ha hecho que, desde entonces, España sea el único país occidental que tiene cinco ministros comunistas. Pero comunistas comunistas, no eurocomunistas como lo eran los de la Transición.

Pero como ni siquiera con esa alianza sanchista-podemita se lograba una mayoría parlamentaria estable, Sánchez no tuvo el menor inconveniente en ofrecer todo el poder que le da la Presidencia del Gobierno a los partidos separatistas, a los golpistas del 2017 e, incluso, a los bilduetarras. Que no dudaron ni un minuto en aceptar esa oferta, porque sabían muy bien que les iba a reportar enormes beneficios cara a la consecución de su objetivo último, que no es otro que la separación de España.

Y el tiempo les ha dado la razón a todos ellos. Paso a paso, sin pausa pero con bastante prisa, las concesiones de Sánchez han hecho que socialistas, comunistas, independentistas, golpistas y filoterroristas se encuentren encantados y felices con el balance de estos cuatro años.

«En las elecciones del próximo año la coalición se va a presentar más cohesionada y fuerte que nunca»

Podría haber alguna duda acerca de si los socialistas del felipismo socialdemócrata están tan encantados con el balance de estos años sanchistas como lo están los bilduetarras o los golpistas catalanes, pero esas dudas se disipan cuando se comprueba que en el PSOE no se mueve nadie, porque, como dictaminó Alfonso Guerra, el que se mueve no sale en la foto, que, traducido a la lengua vulgar, significa que se queda sin sueldo. Ni siquiera el susodicho, al que Sánchez se regocija en humillar apartándole de los fastos conmemorativos de los 40 años del triunfo de Felipe González.

En definitiva, que la Frankenstein goza de muy buena salud y que los partidos que la componen están felices y contentos dentro. Por eso, todo hace sospechar que en las elecciones de diciembre del año próximo (digo diciembre porque es cuando toca, pero no sería de extrañar que Sánchez hiciera alguna jugarreta para retrasarlas, según le fuera en las encuestas) la coalición se va a presentar más unida, cohesionada y fuerte que nunca.

Por supuesto que, en la campaña, Sánchez volverá a decir que le quita el sueño gobernar con quien ha gobernado y habrá españoles que se lo crean, pero, al final, todos esos partidos, que o quieren romper España o quieren cargarse el sistema liberal capitalista, acabarán unidos a su líder indiscutible con el que avanzan firmemente hacia sus objetivos finales.

Este pronóstico se va confirmando día a día y tiene el peligro, para ellos, de que un porcentaje grande de españoles se rebelen y con sus votos acaben con la posibilidad de que vuelva a reeditarse esa Frankenstein. O sea, que está todo en manos de los españoles.

«Sánchez cuenta con un dominio casi absoluto de los medios de comunicación»

Eso lo sabe muy bien Sánchez y, por eso, va a volcarse en los meses que faltan para poner en práctica todo tipo de medidas propagandísticas, demagógicas y populistas con las que doblegar la voluntad de los votantes. Para ello cuenta con un dominio casi absoluto de los medios de comunicación, y prácticamente total de los centros de producción ideológica (universidades, centros de enseñanza, editoriales, productoras audiovisuales,…). Y, muy importante, muchísimo dinero que está entrando en las arcas del Estado por culpa de la inflación, que nos empobrece a todos menos al Gobierno, al que enriquece de forma desaforada. Dinero que, no hay ninguna duda, va a utilizar para comprar votos sin disimulo ni reparo.

Enfrente, para defendernos de esta coalición, los españoles vamos a tener dos partidos, PP y Vox (desgraciadamente Ciudadanos camina a marchas forzadas hacia la desaparición). De lo que hagan estos dos partidos dependerá que Frankenstein se convierta en un mal sueño que hemos tenido que sufrir los españoles y no en una pesadilla que dure lustros.

Vox tiene que superar definitivamente la crisis que le provocó su decepcionante resultado en las elecciones andaluzas y la posterior desaparición de Olona.

«Hay que ilusionar a esa mayoría que espera un proyecto atractivo y eso sólo se consigue dando la batalla de las ideas»

Y el PP, al que corresponde un protagonismo esencial en estos momentos tan difíciles, tiene que tomar conciencia de la fortaleza de su enemigo  y darse cuenta de que no vale con esperar sentado el paso de su cadáver. No uso la palabra adversario, porque la Frankenstein está unida por un cemento esencial, que es el odio a la derecha.

Aunque siempre he sido muy escéptica con las encuestas, el que algunas (y no sólo las de Tezanos) empiecen a señalar una recuperación del PSOE y un estancamiento de la derecha debería encender todas las alarmas en el PP y en Vox.

Porque, para ganar a Frankenstein, no va a bastar mirar cómo los españoles se enfurecen al ver que se hunde la economía de sus hogares y que etarras y golpistas acaban dictando la política de los 46 millones de españoles. No, hay que ilusionar a esa mayoría que espera un proyecto atractivo que oponer a la coalición que ahora manda en España. Eso, y lo siento por Feijóo al que no le gusta, sólo se consigue dando la batalla de las ideas a todas horas. Hay que dejar constantemente claro que el PP sólo tiene sentido si lucha por la libertad y por España, como Nación de ciudadanos libres e iguales. Y explicar que todos los proyectos económicos, por supuesto, pero también ideológicos, culturales, educativos y legislativos del PP, buscan siempre la defensa de la libertad y de España. Eso es dar la batalla de las ideas y si no se da, el porvenir se presenta más que oscuro.

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