Y tú, ¿de quién eres?
Damos por cierto que hablamos de lo que creemos de verdad, olvidando que existe el Mal encarnado y existe quien habla por interés
La tan manida frase en los pueblos que increpa al que no se tiene situado con el: “Y tú, ¿de quien eres?”, suena igual que la mítica canción Agropop del grupo Sevillano “No me pises que llevo Chanclas”, una lección de Intrahistoria sobre cómo las relaciones y los lazos condicionan no sólo la percepción sobre uno, si no la opinión, incluso antes de proferir palabra, de quienes pueden no conocernos, pero nos interpelan como si toda nuestra vida fuera un “Fatum” imposible de evitar.
No es menos cierto, que da la casualidad que cuando en verdad se empieza a “rebuscar” en armarios familiares y en lazos que suelen terminar en parentesco, sueles encontrar bastante información fiable, documentada historiográficamente, que te hace entender posturas, animadversiones, filias y fobias de todo calado y condición. Al final todos “somos de alguien”, sea quien físicamente nos parió, nos crio, o educó nuestras maneras y contenidos morales; aquellos que por bien o por mal guían nuestros pasos, a veces de modo larvado y otros de forma directa. Y no hablo de la familia, sea del tipo que sea en esta neo modernidad, que por supuesto se da que configura gran parte de nuestra identidad, si no de aquellas gentes que por azar, o de forma intencional se cruzan en nuestro camino o deciden “intervenir” en el mismo cuando desde su Atalaya huelen el rastro de quien pudiera ser a partes iguales un adversario presente o futuro o un correligionario si se le adiestra bien, con buenas prebendas o con “carrera vital y profesional” propia de los mejores pactos medievales, o de los mejores “cotos habitacionales” que en el fondo es lo que son ciertas “urbanizaciones”. En esos lugares los adultos, los adolescentes y vástagos, juegan al juego de la vida, controlados desde la lejanía por quienes desean la “mezcla entre los de su clase”. ¿Qué mejor lugar para alianzas y futuros pactados que en los juegos de pubertad en los que falsamente nos creemos que elegimos compañía?
Es cierto que esas maneras se han democratizado mucho, y que la sociedad democrática ha facilitado el trasvase entre “capas” de una sociología cada vez más de la mezcolanza. Pero precisamente por eso, siguen valiendo los recorridos de la intrahistoria que nos relatan mejor que cualquier biografía lo que en inteligencia se vienen a llamar sesgos, ya sean cognitivos, políticos, morales o por normas vicarias forjadas como reglas consuetudinarias. El caso es que parece que por más que se luche contra todo lo anterior, parece que hay algo de cierto en que las raíces y el camino que se toma condiciona mucho el futuro, y una visión inductiva permite comprender el porqué de muchas cosas.
Y sobre eso precisamente hay que estar alerta, no por que sea ni bueno, ni malo, si no porque es así. Conocer esas pautas nos evitan muchos problemas, y hasta parece que los Analistas usamos una “bola de cristal”, cuando en realidad lo que se hace es analizar esos… ¿y tú de quién eres?, que nos dan muchas pautas de por dónde irán las cosas, no tiene misterio, sólo estudiar lo suficiente. En ocasiones, en más de las que debiera ser, esa búsqueda nos da con la fuente no de “quién es alguien”, si no de “quién le paga, mantiene o promociona”; y en ese caso cobra otro significado, “ser de alguien” implica muchas cosas, entre otras ser objetivo de unos y hermano de otros. Pero lo más triste es que ese principio de Xenofobia (rechazo al de fuera) viene motivado no por grandes intereses de Nación, Patria o Ideología Cultural, cosa que tendría su significado, si no que nace del rencor personal por encima de lo común o del interés colectivo, siendo, a mi modo de ver, cuando se convierten en “Dianas de un francotirador de las palabras” que a costa de dimes y diretes, intenta delatar los juegos sucios que estos “clanes” o lobistas de tres cuartos continuamente usan para su medro y acicate social.
Cierto que esto ni me hace mejor, ni evita mis propios sesgos, pero me intento fijar en aquellos que desde posturas incluso antagónicas razonan con soltura las posiciones que defienden y escuchan con atención al contrario, con el que nunca coincidirán pero que dispuesto está a estrechar la mano de forma franca al que desde la honestidad y quizás el equívoco defiende su Antinomia más radical. Como diría F. Nietzsche quizá esa obligación constante de estar en guardia, de actuar en vez de ponerse de perfil, permitiría que ese Fatum que se comporta como fuerza para eliminar una voluntad libre, permitiera que la voluntad libre escogiera ese fatum de forma voluntaria: delatar las influencias y sus “paniaguados”. Me resulta tan inimaginable un pensamiento sin algo real, como un bien sin mal. Es decir, que sabiendo que la lucha es desigual, se siembra en la esperanza que, en otro momento, aunque sea lejano, sea libre decir de cada uno “el plato del que come, ante quien dobla la rodilla, y que se sepa sin tapujos los intereses que guardan sus acciones”, seguro que legitimas, por que por ahora somos libres de “vendernos a quien queramos” y declarar ante los demás: de quién somos, quién nos paga y por qué lo elegimos, o “nos dejamos “querer por unos y no por otros”. Vean si lo desean la película Lacombe Lucien para ver qué fácil es ir de un bando al otro a veces por mero azar.
En ese momento, muchos dejarán la Emboscadura, porque no tendrá sentido esconderse para conocer los “sesgos” de nadie. Pero me temo que eso es como la vida de Orfeo en la obra Niebla de Unamuno, y en nuestro cada día, en cada esquina, en cada acto humano con sentido buscar qué responda a ese “¿y tú de quien eres?, lo que nos permitirá saber de todo agente social, de todo político o servidor público, y de todas agencias anti Fake o Verificacionistas quienes son sus promotores, de los que Sí sabemos “de quién son” y para qué están. Quizá otro día debería empezar por eso, empezar a nombrar y a desenmarañar los ovillos con los que nos distraen mientras ellos juegan.