España como anomalía
«No hay homologación posible porque Sánchez y los suyos, sus podemitas y nacionalistas, han convertido a España en una rareza en la Europa democrática»
Si de verdad Pedro Sánchez quisiera homologar España al resto de Europa, como dice para justificar la derogación del delito de sedición, no gobernaría con comunistas ni tendría de socios parlamentarios a independentistas que usaron el golpe de Estado o el terrorismo para hacer política
No hay homologación posible porque Sánchez y los suyos, sus podemitas y nacionalistas, han convertido a España en una anomalía en la Europa democrática. El sanchismo y totalitarios adyacentes nos están tratando de convencer de que España era una anomalía hasta que llegaron ellos.
Lo dicen con la ley de memoria democrática, la ley trans, la ley del aborto y cuantas leyes ideológicas han decretado. Pero es justo al revés. Tenemos un Gobierno que está convirtiendo a España en algo raro, anómalo, confuso y chocante para el resto de Europa. Somos un extraño conglomerado de identitarios nacionalistas y de género que han puesto en marcha el mecanismo de autodestrucción.
La lista de anomalías en todos los órdenes provocadas por el Gobierno sanchista es larga. Voy a recordar algunas ciñiéndome solo a los dos últimos años.
Una anomalía en Europa es reformar el Código Penal a petición de un delincuente organizado como partido que sustenta al Gobierno que promueve dicho cambio.
«Otra anomalía es reformar la ley para que encaje con el deseo personal de un mandatario»
Tan anómalo es esto como que una democracia liberal de la Unión Europea, como es el caso de la España de Sánchez, tenga más similitudes con los países bolivarianos y populistas de Iberoamérica que con sus socios continentales. Me refiero a los discursos y políticas populistas, a la imagen de país en vías de transición democrática y tensión constante.
Otra anomalía es reformar la ley para que encaje con el deseo personal de un mandatario, y que este cambio rebaje la calidad de la democracia. Esto tiene un nombre en ciencia política: autoritarismo. Es el mismo mecanismo que siguieron hace cien años dirigentes autoritarios que hicieron su carrera en las democracias europeas. Luego, al llegar al Gobierno estrangularon las libertades y el contrapeso institucional para reforzar su poder personal, y envolvieron su autoritarismo con legislación.
También es anómalo en la Europa democrática que un Gobierno legitime un golpe de Estado reformando la ley sin debate alguno. Y más indigno resulta aún que lo tramiten los grupos parlamentarios y no el Gobierno sanchista para evitar así los informes consultivos que le saquen los colores.
Esto proviene de la conjunción de las dos almas totalitarias que alberga este Gobierno de coalición socialista y comunista, con la ambición insaciable de Sánchez. Unos, los podemitas, tomaron unas elecciones ordinarias, las últimas de 2019, como constituyentes, y creyeron que tenían una mayoría para transformar el país a su gusto sin el contrapeso de nada y de nadie.
«Los sanchistas se han dejado llevar por el sectarismo y la arrogancia»
Otros, los sanchistas, se han dejado llevar por el sectarismo y la arrogancia propias de la izquierda, que bien alimentadas por Sánchez, le han otorgado el poder absoluto en el PSOE. Y en ese camino no importa dejar en la cuneta política los cadáveres de la oposición, las instituciones, la Constitución y el espíritu de la democracia.
Es una anomalía en una democracia de la Unión Europea tender una trampa al líder de la oposición apelando a su sentido de Estado, con la falsa pretensión de renovar los órganos judiciales. Es impensable que en un país serio el Gobierno juegue de esa manera con las instituciones y la ley para asentar el poder personal de su presidente, y cargarse el prestigio del jefe del partido opositor.
A esto sumamos otra anomalía: el Gobierno por decreto. La rebaja de la calidad democrática está a la vista, especialmente desde la formación del Gobierno de coalición en enero de 2020. Todo es ideología en su programa, al punto de que cada propuesta es un decreto para evitar la discusión parlamentaria o los informes del Consejo de Estado.
No hay un Gobierno europeo con esa mala costumbre, autoritaria a todas luces, de legislar mecánicamente por decreto, con esa falta de decoro democrático. No sobra aquí el recordar que la democracia no consiste en la tiranía de la mayoría, sino en la conservación de las reglas de juego que garantizan la voz y la influencia de la oposición que un día puede ser Gobierno.
«Hemos acabado siendo una rareza en Europa por obra de un Gobierno autoritario y retorcido»
Es absolutamente anómalo que la hoja de ruta del Gobierno del Estado sea compartida con partidos y gobiernos locales que quieren romper dicho Estado. Repasemos: indultos, liquidación del delito de sedición, asalto al Tribunal Constitucional, convocatoria de referéndum en Cataluña, visto bueno por parte de ese Tribunal, y adiós muy buenas.
Esta trayectoria y propósitos son la anomalía de España en Europa. Esto es lo que pasa en nuestro país. Hemos acabado siendo una rareza en Europa por obra de un Gobierno autoritario y retorcido. Digo esto porque el sanchismo ha adoptado el truco trumpista de bombardear con muchas noticias, cuanto más estrafalarias mejor, para diluir y ocultar las relevantes.
Estamos pasando por una etapa de decadencia democrática en manos de un gobierno que nos ha convertido en la anomalía de Europa. Solo nos queda tener paciencia, denunciar esta deriva autoritaria y contar los días que quedan para las elecciones.