THE OBJECTIVE
Jorge Freire

El dinero por castigo

«Reza el dicho que no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. De ser cierto este dictum, habríamos de abrazar la filosofía del místico y el eremita»

Opinión
2 comentarios
El dinero por castigo

Un billete y varias monedas. | TO

Leo por ahí que Paquirrín (Kiko Rivera) se ha pulido ocho millones de euros «en sus adicciones». ¿Será cierto eso de que algunos tienen el dinero por castigo? Sabiendo los conflictos que acarrearía, Lácenas arrojó al mar de Cos una nave cargada de oro. Probablemente hizo bien. Para algunos mejor sería no tener un duro y verse obligados a doblar la raspa de lunes a viernes, como todo hijo de vecino.

Reza el dicho popular que no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. De ser cierto este dictum, habríamos de abrazar la filosofía del místico y el eremita. Pero esta, como toda forma de moral supererogatoria, ha de ser monopolio de santos y héroes, y nunca vía pecuaria ni camino transitable para peatones. Igual que no es oro todo lo que reluce, hay cosas que, sin relucir, valen su peso en oro. Hemos convenido en que tener una casa en propiedad y un trabajo estable es poco menos que un lujo. ¿Acaso comer caliente o ducharse a diario serán pronto un despilfarro? Mejor no dar ideas…

«Algunos piensan, y quizá con razón, que «el dinero está para gastarlo», como cantaban los Granadians del Espacio Exterior»

Algunos piensan, y quizá con razón, que «el dinero está para gastarlo», como cantaban los Granadians del Espacio Exterior. Cierto es que afirmar tal cosa es como decir que, quien tenga un martillo, busque clavos que aporrear; o que quien tenga una gaita la haga sonar sin descanso. ¿Queremos ser músicos o soplagaitas? Si uno aspira a vivir con compás, las cosas han de hacerse a compás. Y quien trabaja como un loco suele gastar como un loco.

Célebre es la historia del adolescente norteamericano Ethan Couch, un niño rico de 16 años que en 2013 arrolló a una decena de personas cuando conducía borracho. Su abogado adujo que sufría affluenza, mezcla de las palabras affluent (adinerado) e influenza (gripe). Se refería con ello a que su enfermedad era ser un malcriado, vivir convencido de que solo tenía derechos, ignorante de las consecuencias de sus actos. Entre buenos es fuero, decía el Quijote, que valga más la virtud que el dinero. Y este, por regla general, es el peor castigo de incontinentes, malos y tontos.

Tito Livio acusaba a su padre, el emperador Vespasiano, de enriquecerse con los urinarios públicos. Pecunia non olet, respondía este. El dinero no huele a urea, por más que se cobre al viandante por el uso de las letrinas, igual que el dinero ganado escribiendo no mancha de tinta. El dinero puede ser inodoro, pero no aséptico. Y quien no sabe ganarlo debe aprender a hacerlo. Hay personas que, contando con tela en el bolsillo, caen en la fiebre del oro. Tantos problemas arrastra el pedigüeño como el agente de bolsa. Bienaventurado sea el mediopensionista.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D