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Nada puede salvar a Irene Montero

«Demasiadas personas tienen serias sospechas, por no decir que es ‘vox populi’, acerca de los verdaderos motivos por los que Irene Montero ha llegado a ministra»

Opinión

Irene Montero, ministra de Igualdad. | EP.

  • Publicista, escritor y editor. Lo habitual es afirmar que la sociedad es estúpida, aunque eso implique asumir que uno mismo es idiota. Sin embargo, ha sido la sabiduría de la multitud, mediante la prueba y el error, lo que nos ha traído sanos y salvos hasta aquí. Y también será lo que evite el apocalipsis que los nuevos arúspices presagian.

Los comentarios vertidos por la diputada de Vox, Carla Toscano, sobre los méritos de Irene Montero para ser ministra, pueden haber sido inapropiados o, al menos, parecerlo. De lo que no hay duda es que han sido inoportunos. Sin embargo, llegar a la conclusión de que, gracias a ellos, Montero podrá salvar el pellejo, demuestra falta de inteligencia política o, peor, falta de mordida. Personalmente, creo que basta con recurrir a los hechos para poner en el disparadero a una persona que, en circunstancias medianamente normales, nunca habría llegado a ministra, porque de por sí estos hechos son suficientemente palmarios. 

Es verdad que demasiadas personas tienen serias sospechas, por no decir que es vox populi, acerca de los verdaderos motivos por los que Irene Montero ha llegado a ministra. Pero está prohibido decirlo, como tantas otras cosas que suceden cotidianamente pero que, de un tiempo a esta parte, no pueden ser admitidas en público. 

Aceptemos que decir ciertas cosas, por más que pudieran ser ciertas, está mal y aún peor está hacerlo en sede parlamentaria, porque las formas importan y más en democracia, a ver si lo aprendemos. Sin embargo, aunque los acólitos de Montero aprovechen la inoportunidad de Carla Toscano para esconder la Luna detrás del dedo, el desastre de la ley del ‘solo sí es sí’ tiene combustible para rato. Concluir, por lo tanto, que una salida de pata de banco evitará lo que debería ser irremediable, es decir, que la vida política de Montero tenga los días contados, pone en evidencia dos cuestiones inquietantes. La primera, que a la maquinaria del PP le preocupa más poner en evidencia a su competidor, que es Vox, que al Gobierno. Y la segunda, más grave, y usando un símil futbolístico, la incapacidad de la oposición para conservar el balón, incluso cuando el adversario lo regala. 

«En cuanto a la responsabilidad de la oposición, querría hacer una sugerencia, casi una súplica: dejen, o bien de sobreactuar, o bien de bailar al son de las encuestas, y pónganse a trabajar»

No, Toscano no puede salvar a Montero. El destrozo que va a generar esta ley —de hecho, ya lo está generando— va a ser tan escandaloso como inacabable. De hecho, apenas lleva vigente unas pocas semanas y las reducciones de condenas se amontonan. Si Montero sale indemne, no será gracias al salvavidas de Toscano, sino a la falta de mordiente de un PP, que, frente a cuestiones relacionadas con la corrección política, siempre se muestra más preocupado por el qué dirán que por tomar la iniciativa (calificar esta ley como «ley errática»” es una broma). Y, desde luego, por un VOX que sigue sin entender, porque no quiere, que ser una auténtica alternativa a la izquierda no solo consiste en ofrecer una visión distinta, sino en no parecerse a ella en absoluto, ni en las formas ni en las actitudes. Desgraciadamente, en el partido de Abascal parece prevalecer la idea de que ser la imagen especular de la izquierda es el camino, no ya hacia el éxito electoral, sino hacia la conservación de su nicho. 

Sea como fuere, ninguna impertinencia puede ocultar lo que es inocultable, que la ley del ‘solo sí es sí’ perpetrada por Irene Montero, con la complicidad de Pedro Sánchez, es una catástrofe. Lejos de hacer justicia a las víctimas, está poniendo en la calle a sus victimarios. Y esto es así porque a la incompetencia se ha añadido el fanatismo. 

En cuanto a la responsabilidad de la oposición, querría hacer una sugerencia, casi una súplica: dejen, o bien de sobreactuar, o bien de bailar al son de las encuestas, y pónganse a trabajar para ofrecer a los españoles una verdadera alternativa; esto es, programa, programa y programa. De lo contrario, demasiados votantes podrían acabar quedándose en casa cuando llegue el momento. 

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21 comentarios
  1. Miguedu290466

    Felicidades por su articulo, como siempre es un gusto leerle.

  2. Apeiron

    Montero ni va a dimitir ni la van a cesar. Y da igual que salga toda España a la calle a reclamarlo o que se disparen las violaciones. Pero es que no entendemos la naturaleza de este gobierno? Su pareja, el que la hizo ministra, sigue manejando ese partido. Se hará lo que él diga. Y Antonio hará lo que diga Podemos, de la misma forma que hace lo que dice ETA y los golpistas.
    A Antonio debemos agradecerle que nos haya mostrado la inexistencia en la práctica de mecanismos de control que impidan los excesos del partido al gobierno. No hay ley que no se pueda incumplir ni delincuente al que no se le pueda exculpar sin ninguna consecuencia, y hasta con aplausos. Seguimos avanzado con paso firme hacia una espantosa dictadura de corte bolivariano.
    Y a los paganini, sólo nos queda la minúscula satisfacción de contemplar la pataleta de la ninistra cuando alguien le dice a la cara una pequeña parte de lo que pensamos de ella.

  3. ToniPino

    La ofensa de Vox no va a hacer que cesen las críticas a su ley, incluidas las del feminismo clásico y un sector de la izquierda, pero esta munición que le ha dado a Montero y a la izquierda en general está siendo muy bien utilizada por la ofendida, los suyos y el Gobierno. Ya han puesto en circulación lo de la “violencia política”, que puede tener más recorrido político que lo de “extrema derecha”, un término bastante desgastado, aunque no por ello falso. Cada vez que se critique su pésima ley y política, Montero sacara a relucir la violencia política.

    Vox es, en efecto, un Podemos al revés. Son lo mismo, pero con orientación ideológica opuesta. Yo creo que las estrategias de los partidos dependen sobre todo del lugar que ocupan en el tablero político. El PP ocupa en estos momentos una posición con un partido duro a su derecha, que atrae a un importante número de votantes perdidos de antemano y, ya sin Ciudadanos, linda a su izquierda con la socialdemocracia clásica (con perdón por lo de socialdemocracia), de la que puede pescar votos, así que su estrategia es la que es. Aún así, debe y puede permitirse el lujo de ser más firme en su oposición a las políticas y leyes criticadas por un sector de la izquierda, sin ningún riesgo. Siento el realismo político, pero es lo que tiene querer llegar a la Moncloa.

    Quizás la estrategia fracase, pero exactamente igual que todas. A Vox le falló en Andalucía su estrategia de guerra cultural y confrontación con el PP, no lo olvidemos. Dada la realidad sociológica de España, un PP voxerizado se despediría de por vida de llegar a la Moncloa.

    Termino diciendo que no entiendo a muchos de Vox. Cuando Feijóo se pone lo que ellos llaman “progre” le llaman cobarde, y cuando dice algo que está más de acuerdo con ellos, no le creen. Lo dicho: el voto de estos está perdido de antemano para el PP, haga lo que haga y diga lo que diga, así que a pescar en otras aguas.

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