THE OBJECTIVE
Juan Navarrete Callejero

El motín de Kronstadt y la NEP

«En 1921, los líderes soviéticos tuvieron que enfrentarse a graves problemas de política interna. La cosa llegó a tal punto que se manifestó en Petrogrado un descontento similar al que había acabado con el zarismo cuatro años antes»

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El motín de Kronstadt y la NEP

En la primera de 1921, conforme la guerra civil rusa llegaba a su fin, los líderes soviéticos tuvieron que enfrentarse a graves y urgentes problemas de política interna. La producción industrial estaba a unos niveles mucho más bajos que la conseguida inmediatamente después de la revolución. La política de remediar la escasez de cereales requisando el grano a los campesinos estaba siendo contraproducente y el hambre se extendía por gran parte de Rusia. Al contrario de lo que se suele pensar, buena parte del campesinado apoyó al bando comunista sin mucho entusiasmo, más bien actuaron contra el antiguo régimen por miedo a que instaurase de nuevo los privilegios de los antiguos terratenientes.

La mayor parte del sector industrial había sido nacionalizado en el periodo de comunismo de guerra (1918-1921) Las empresas habían sido utilizadas para satisfacer las necesidades militares del ejército rojo. Pero esto produjo una depreciación del equipo industrial, de la calidad de los productos y relajamiento de la disciplina laboral. En aquellos momentos el descontento de los obreros industriales era tan grande que muchos regresaron al campo. Este movimiento fue de tal envergadura que incluso las grandes ciudades vieron considerablemente mermada su población.

El descontento llegó hasta tal punto que en febrero de 1921 se manifestó en Petrogrado un gran descontento, similar al que había acabado con el zarismo cuatro años antes. También, igual que en 1917, los marinos de la gran base naval de Kronstadt, que había jugado un papel tan importante en la toma del poder por parte de los comunistas en el mes de noviembre, eran los que mostraban un mayor descontento. Los ánimos estaban tan caldeados que a principios de marzo de 1921 estalló un motín que el gobierno tuvo que sofocar recurriendo a medidas militares en gran escala.

En opinión del historiador George Kennan, la tesis de los historiadores soviéticos de que el motín de Kronstadt fue debido a la instigación de elementos contrarrevolucionarios o del capitalismo extranjero no se sostiene. Lo que pedían los amotinados reflejaba perfectamente los objetivos por los que obreros y campesinos habían estado por luchando durante la guerra civil. Se pedía mayor libertad de expresión y de actividad política dentro del sector socialista de la población.

La respuesta del régimen, no ya el motín de Kronstadt, sino a toda la situación del país fue la puesta en marcha de la NEP (Nueva Política Económica). Este cambio no se redujo a un programa general específico expuesto y aplicado en un momento dado, sino que se tradujo en una serie de medidas liberalizadoras, algunas de las cuales se adoptaron incluso antes de estallar el motín de Kronstadt.

La medida más importante (propuesto por Lenin en el Décimo Congreso del Partido Comunista que tuvo lugar en marzo de aquel año) fue el abandono de la política de requisa del grano y la entrada en vigor de un único impuesto, en especie, sobre la producción agrícola, con el cual el campesino quedaba en libertad de comercializar en los mercados del país todo excedente que pudiera restarle.

Esta medida se vería complementada posteriormente, con otras que, en conjunto, vendrían a suponer el restablecimiento de la economía de mercado limitada a los productos alimenticios y bienes de consumo, la gran reanudación de actividades industriales o comerciales, con ánimo de lucro, ya fuese por medio de cooperativas o particulares, o por medio de pequeñas empresas industriales y comerciales.

La industria pesada, los transportes, las finanzas y otros muchos pilares de la vida económica siguieron bajo estricto control del gobierno como propiedad del estado soviético. Esta nueva orientación fue considerada por los líderes soviéticos como un obligado y temporal “paso atrás” respecto a su objetivo ideológico fundamental, que era la total socialización de la economía; un paso atrás necesario, en parte, por el fracaso de la revolución en extender el comunismo al resto de Europa inmediatamente después de las hostilidades, y sobre todo por el hecho de que en el estado de ruina económica en que habia quedado el pais a causa de la guerra civil era imposible reactivar la economía sin recurrir parcial y temporalmente al incentivo personal.

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