Manifiesto en favor de la muerte digna (de Ciudadanos)
«La mayoría de los votantes de nuestro país han eliminado la programación de Radio Naranja de su dial y nadie escuchará sus programas»
Cualquier lector de Fundación, la estupenda serie de novelas de Isaac Asimov escrita hace ya más de 60 años y recientemente convertidas en una serie televisiva, conoce perfectamente los principios y capacidades de la Psicohistoria establecidos por Hari Seldon, su personaje principal. Una combinación de historia, psicología y matemáticas avanzadas que consistiría básicamente en que, a pesar de que no se puedan prever las caóticas acciones de un individuo en concreto, las leyes de la estadística aplicadas a grandes grupos de personas podrían predecir con casi total exactitud sus futuros comportamientos.
Cualquiera excepto, al parecer, los actuales dirigentes de Ciudadanos.
Y es que no hace falta ser Hari Seldon para saber que incluso en el improbable caso de que Inés Arrimadas descubra una cura universal para el cáncer, Begoña Villacís consiga subirse a una nave espacial para convertirse en el primer ser humano que pise el planeta Marte y Edmundo Bal marque el gol de la victoria de España en el minuto 93 de la final del mundial de fútbol, las próximas elecciones municipales y autonómicas van a emitir el certificado de defunción del partido fundado por Albert Rivera.
El cúmulo de errores no forzados de la hace escasos años pujante formación política ha sido de tal calibre, profundidad y contumacia que a día de hoy, incluso en el caso de que la programación de Radio Naranja fuera la mejor del panorama nacional -nota, no lo es-, sólo conseguiría llegar a unos pocos españoles, ya que la mayoría de los votantes de nuestro país han eliminado esa sintonía de su dial y consecuentemente, nadie escucharía sus programas.
«Las próximas elecciones municipales y autonómicas van a emitir el certificado de defunción del partido fundado por Albert Rivera»
Su presencia política y alcance territorial, determinantes ambos para la formación de mayorías en ayuntamientos y parlamentos de casi todas las comunidades autónomas hace solo cuatro años, van a sufrir un final tan abrupto como la cara sur del monte K2. Un desenlace que además se ha acelerado gracias a los irresponsables garrotazos que día tras día, fiestas de guardar incluidas, se arrean sus actuales dirigentes en los medios de comunicación y que están consiguiendo que incluso los últimos centenares de los más irreductibles votantes naranjas estén considerando seriamente no solo votar al PP en las próximas elecciones, sino incluso ingresar en el club de fans de Alberto Núñez Feijóo.
Hari Seldon y su psicohistoria ya han dictado sentencia de muerte para Ciudadanos, la única duda que aún subsiste es si el fallecimiento del paciente tendrá lugar atendiendo a los humanitarios parámetros de la muerte digna o si por el contrario seguiremos asistiendo día sí, día también, a la bochornosa pelea de sus actuales causahabientes por los tristes despojos del cadáver.
Sea como sea la cosa, a las próximas elecciones municipales y autonómicas, el centro y la derecha acudirán divididos solamente en dos formaciones competitivas, no en tres. Un hecho que va a tener notables consecuencias políticas tanto en la mayoría de parlamentos autonómicos en juego como, sobre todo, en muchas de las ciudades en las que el PSOE consiguió hacerse con la alcaldía por un puñado de votos y gracias a la generosidad de la Ley de Bases de Régimen Local hace cuatro años.
Porque como ya sabía el bueno de Asimov, las matemáticas siempre son determinantes y estas nos dicen con claridad que una vez que el PSOE, en su carrera enloquecida por mantener a Sánchez en La Moncloa a cualquier precio, ha abdicado de la pelea por atraer a los dolientes votantes de Cs a base de gobernar con el independentismo, la primera patada se la van a propinar tanto en los traseros de todos los alcaldes que ganaron su bastón de mando por los pelos hace cuatro años, como en las de unos cuantos presidentes autonómicos que se van a encontrar con la curiosa situación de que a pesar de ganar las elecciones en sus territorios, va a ser el Partido Popular quien consiga gobernar. Ya que ni en en Castilla la Mancha, ni en Extremadura ni en Aragón ni en La Rioja existen indepes con los que pactar.