«Al amigo y al pariente, dale más de lo corriente»
«Junto al nepotismo, la acción económica del Gobierno de Sánchez se caracteriza por el derroche y el ineficiente empleo de los fondos públicos»
Valga el proverbio que hemos utilizado como título para reflejar el creciente nepotismo que caracteriza al Gobierno Sánchez, de cuyo último ejemplo se hacía eco este martes THE OBJECTIVE al publicar el nombramiento del marido de la vicepresidenta Nadia Calviño para un alto cargo en Patrimonio Nacional, organismo dependiente del Ministerio de la Presidencia. Ergo, con dinero público, Félix Bolaños le ha hecho un favor a su colega de Consejo de Ministros, favor que al ministro le ha salido gratis pues lo pagaremos entre todos.
Es así pues nada más incierto como el antiguo dicho que rezaba «Hacienda de común no es de ningún», traducido por Carmen Calvo en su conocida frase: «El dinero público no es nadie». Y es falso porque lo malgastado por el Gobierno en favores como el reseñado y en tantas otras cuestiones, elevadas en número e importe, lo pagamos entre todos merced a la ingente cantidad de impuestos que se nos exigen día a día siguiendo la máxima según la cual «De invierno a invierno, el dinero es pa el Gobierno». Y pese a todo lo que se nos exige, resulta que como país cada vez debemos más. Se nos dice que es por el bien de todos, por el bienestar general, más me viene a la memoria el antiguo refrán: «Deuda tienes ¿y haces más? Mientes ahora y mentirás». En cualquier caso, nuestra deuda creciente es consecuencia que trae su causa en que por mucho que aumenta la recaudación tributaria nunca es suficiente para cubrir el creciente gasto público en el que incurren nuestros gobernantes. La verdad es que sufriendo como sufrimos las decisiones de gasto del Gobierno Sánchez, es imposible no recordar aquella sentencia popular que reza: «Quien gana dos y gasta tres, ladrón es», o aquella otra que decía: «Administrador que administra y enfermo que se enjuaga, algo traga».
«Casi a diario podemos escuchar y leer el escalofriante número de asesores digitales que nombra y mantiene el Gobierno»
Volviendo a la práctica nepotista del actual Gobierno, es inevitable constatar que en su quehacer en los nombramientos sigue la máxima de «A la familia y amigos, dales pan y dales higos». Y a fuer que se los da y que son muchos los que los reciben, pues casi a diario podemos escuchar y leer el escalofriante número de asesores digitales que nombra y mantiene, pero lejos de cumplirse aquello que «de la cantidad sale la calidad», sucede lo que ha dicho siempre el pueblo llano: «Cuantos más doctores, más dolores». Esta conclusión puede extenderse al elevado número de ministros que tiene el Gobierno Sánchez, el más alto de nuestra Historia, siendo que con algún ministro que llegó con cierto crédito al Gobierno le es aplicable la regla coloquial según la cual «El primer año doctor, el segundo licenciado, el tercero bachiller, y el cuarto asno», porque hablando de pensiones se mancha los pantalones.
Junto al nepotismo, se caracteriza la acción económica del Gobierno por el derroche y el ineficiente empleo de los fondos públicos, pues en vez de seguir el aforismo de «Cada cual cobre según lo que obre» para así lograr que «Ande el hombre al trote para lograr su capote», ha optado por un asistencialismo ilimitado provocando que «A dineros pagados, brazos quebrados» fomentando así la dañina cultura de la subvención y propiciando que se elimine de la conciencia de los españoles el buen y tradicional consejo «No hay atajo sin trabajo».
Y se agrega también al nepotismo del Gobierno una acción política cuya agenda es marcada por sus socios parlamentarios y que, consecuentemente, responde estrictamente a los intereses del nacionalismo excluyente que campa por las provincias vascongadas, por Navarra y por Cataluña. Y como no son pocas las ocasiones en las que invocando la razón de Estado el Gobierno ha cedido a pretensiones inadmisibles exigidas por los delincuentes -condenados- que lideran a los grupos políticos que le apoyan en el Parlamento, bueno sería recordar la frase que se atribuye al emperador Carlos (primero de España, quinto de Alemania): «La razón de Estado no puede oponerse al estado de la razón».