El asedio de Viena
“Los arcabuceros españoles que defendieron Viena fueron el muro de contención para que el islam no penetrara en Europa”
Luis II, rey de Bohemia y Hungría, había contraído matrimonio con la hermana del archiduque Fernando y del emperador Carlos V, María; y Fernando, a su vez, había contraído matrimonio con Ana, hermana de Luis. El rey Luis falleció en la batalla de Mohács al enfrentarse a las tropas de Solimán el Magnífico. A su muerte, Fernando podía pretender aquella herencia, lo que podría unir los territorios de Hungría y Bohemia con Austria, convirtiéndose en un bastión contra el avance otomano.
El otro pretendiente al trono era Juan Zápolyai, a quién había apoyado la facción de la nobleza, pero poco le costó conseguir el trono a Fernando, ya que un año después se proclamaría rey. Zápolyai huyó a Estambul en busca de ayuda. El sultán vio la oportunidad perfecta para conseguir implantar un rey títere que controlara la frontera norte del imperio, desde el Mar Negro hasta cerca del Adriático. El sultán acogió a Zápolyai y le otorgó el reino de Luis II y juró enemistad a Austria. Se mandaron embajadores con el mensaje de que sería el propio sultán él que iría a Viena a restituir lo que exigía el archiduque.
Las dificultades del ejército otomano eran enormes, y se acrecentaron aún más en 1529. Las lluvias y los ríos desbordados habían hecho perder un mes, tiempo que aprovechó Fernando para dotar a la ciudad de una poderosa guarnición de veteranos. El tiempo apremiaba, los víveres empezaban a escasear y los otomanos se encontraban muy lejos de su base más próxima. Si Viena tenía que ser tomada era precioso darse prisa, pero los cristianos rechazaban todos los ataques. La crónica de Solimán recoge las siguientes frases: “Nevando toda la noche y hasta el mediodía”, “grandes pérdidas de caballos y hombres en los pantanos”, “muchos mueren de hambre”.
Comenzó en ese momento el sitio de Viena, las tropas defensoras estaban compuestas por soldados alemanes, dirigidos por Nicolás de Salm, soldados veteranos de la batalla de Pavía y 700 arcabuceros enviados por María de Hungría, la heroica actuación de estos 700 españoles salvó, una vez más, a Europa del desastre. En el otro bando, el ejército otomano, aunque más numeroso, estaba muy mal equipado, además estaba apoyado por tropas moldavas. Pese a los intentos de asedio las tropas comandadas por Salm consiguieron frenar el avance de los jenízaros.
Fernando no disponía de medios para lanzar una vigorosa contraofensiva. Sus tropas estaban mal pagadas y descontentas; necesitaba dinero con toda urgencia. Los príncipes alemanes, aunque dispuestos a ayudar, no se podían permitir tomar parte de una guerra larga y costosa. Tampoco podía esperar ayuda rápida de Carlos V, ya que por aquel entonces tenía su atención en el conflicto entre católicos y protestantes.
El sultán salió de Estambul en abril de 1532 con el propósito declarado de desafiar y aplastar a las fuerzas de Fernando y los refuerzos de Carlos V. Después de dos campañas de enorme desgaste, el sultán se convenció de que a menos que lograra conquistar una base permanente muy al norte del Save, tendría pocas posibilidades de acabar con el ejército de Fernando. El sultán intento realizar un nuevo intento de conquista, pero fracasó debido al apoyo del emperador Carlos V.
En junio de 1533, Solimán firmó un tratado de paz con Fernando. El archiduque mantendría la corona y Solimán mantendría el control de la parte occidental de Budapest. Entretanto, Solimán había logrado tiempo para ocuparse de los asuntos urgentes planteados en el Este.