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El legado de un gran Papa

«Ha muerto un papa sabio y santo. Vale la pena leer sus escritos y reflexionar sobre su pensamiento, una buena guía para el tercer milenio, en el que estamos todos embarcados»

Opinión

El legado de un gran Papa | EP

  • Onésimo Díaz es profesor de la Universidad de Navarra y autor del libro Historia de los Papas en el siglo XX

A simple vista se podría pensar que Benedicto XVI pasará a la historia por ser el Papa de la renuncia. Sin embargo, esta valoración no parece justa cuando se sitúa al pontífice en su contexto histórico, es decir, cuando se valora su papel en la historia reciente.

En los años ochenta, el cardenal Ratzinger, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dejó su huella en dos instrucciones pedidas por Juan Pablo II sobre la Teología de la Liberación, en las que se explicaba la incompatibilidad del análisis marxista con el mensaje cristiano.

En el 2004, Ratzinger celebró un debate con Habermas, probablemente el filósofo más prestigioso de las últimas décadas. La intervención del cardenal se tituló «Lo que cohesiona el mundo. Las bases morales y prepolíticas del Estado». Entre otras cosas, sentenció que los dos grandes componentes de la cultura occidental, fe y razón, estaban llamados a un encuentro en el contexto intercultural del inicio del siglo XXI; e invitó a buscar las raíces de la cultura occidental, que se alimentaban de la religión cristiana.

Cuando fue elegido papa, en el primer discurso navideño a la curia romana, recordó emocionadamente a Juan Pablo II. Con motivo de los cuarenta años de la clausura del Concilio Vaticano II, reflexionó breve y profundamente sobre una línea interpretativa partidaria del equilibrio entre la reforma y la continuidad de los documentos aprobados en el último Concilio.

«Benedicto XVI percibió la llegada de una dictadura del relativismo, presente en las modas, la cultura, las leyes, y los medios de comunicación»

En su primera encíclica Deus caritas est (2005) destacó el papel de la virtud teologal de la caridad. Con sencillez y hondura explicó cómo Dios amó primero a las criaturas. Lo primero y principal era el amor, el amor de Dios por las mujeres y los hombres. En la segunda encíclica Spe Salvi (2007) profundizó en otra virtud teologal: la esperanza. Se preguntó qué era la vida eterna y contestó que sería amor infinito, alegría y encuentro definitivo con Dios. En la tercera y última encíclica se tituló Caritas in veritate (2009). Lamentó la falta de moral en instituciones y en prácticas financieras, que acababa de desembocar en una crisis económica preocupante. No obstante, el mensaje pretendía ir más allá de esta coyuntura. De este modo, el papa apeló a personas y grupos sociales ajenos a la alianza tradicional y caduca entre el Estado y el mercado. En definitiva, el motor del nuevo orden económico debería fundarse en la solidaridad.

Benedicto XVI percibió la llegada de una dictadura del relativismo, presente en las modas, la cultura, las leyes, y los medios de comunicación. Cada vez era más frecuente la pérdida del sentido de la verdad y la búsqueda de sucedáneos en lo trivial y pasajero. Ha muerto un papa sabio y santo. Vale la pena leer sus escritos y reflexionar sobre su pensamiento, una buena guía para el tercer milenio, en el que estamos todos embarcados.

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2 comentarios
  1. ToniPino

    Benedicto XVI era un hombre intelectualmente muy perspicaz y sabía que uno de los principales problemas para la pervivencia de la religión es la razón moderna, en sus manifestaciones científicas y filosóficas. La relación entre fe y razón es una cuestión antigua que muchos teólogos abordaron a lo largo de la historia, pero se hizo especialmente difícil en la modernidad. La secularización de la sociedad es un fenómeno complejo, del que el problema de la relación entre fe y razón no es ajeno.

    Al margen de la incompatibilidad de la doctrina católica con el marxismo, la lucha de Juan Pablo II contra la teología de la liberación hay que enmarcarla en su anticomunismo combativo y en el contexto de la guerra fría, durante la cual la Iglesia no podía aceptar una alianza de católicos con la ideología que sostenía al bloque enemigo. Juan Pablo II encargó a Ratzinger la lucha contra la disidencia doctrinal, y éste cumplió el cometido con gran diligencia. Esto le valió fama de intransigente, y en parte era merecida por su labor como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero era un hombre que también dialogó con filósofos de ideologías diversas.

  2. Feliu

    El encuentro entre fe y razón sigue siendo una necesidad. Buscar una mejor comprensión,
    y un entendimiento de nuestra realidad social, nos acercará, sin duda, a ser mas humanos.
    Desde hace siglos el trabajo de los teólogos cristianos han estado aportando a nuestra cultura una base cultural y humana. Fe y razón siempre han estado bajo su permanente esfuerzo intelectual y dialectico. Un bién que no solo nos identifica, sino que es uno de los bienes mas preciados que poseemos.
    Benedicto XVI ha siguido impulsando este necesario equilibrio entre fe y razón.
    Desde la fe ha buscado espacios de encuentro; desde la razón espacios de comprensión y solidaridad.
    En Benedicto XVI, fe y razón siempre ha ido de la mano.
    Que su obra nos de un poco mas de luz.

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