El PSOE de Sánchez y la corrupción
«No hay oxímoron político más grande que el del PSOE de Sánchez, que desalojó al Partido Popular por sus acusaciones de corrupción y hoy, no solo adolece también de ella, sino que la ha amnistiado para perpetuarse en el poder»
Hace exactamente una semana, los medios cubrían la justificación del presidente de Gobierno sobre su cesión al chantaje separatista al rebajar las penas por delito de malversación. «Los datos del CIS no recogen la corrupción entre las principales preocupaciones de los españoles».
Hete aquí que, la justicia poética existe y, menos de 24 horas después, llegaba -en forma de zasca- la respuesta al paralogismo de Sánchez con la declaración de Martínez Rico. Para quien no lo conozca, este señor es el exgerente del PSOE valenciano que, el 28 de diciembre, reconoció que su partido (el de Ximo y el de Pedro, sí) se habría financiado ilegalmente durante varias campañas electorales (al menos la de las generales de 2008 y la de las autonómicas valencianas de 2007).
El testimonio de Martínez Rico da visos de veracidad al informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil sobre el caso Azud. La UCO sostiene que la publicidad electoral de estas campañas del PSOE y PSPV pudo ser costeada por empresarios a través de sociedades intermedias. Pero es que además ¡ojo! hay un auto de principios de diciembre que apunta a que parte de la financiación podría venir de mordidas de contratos de Acuamed, empresa bajo el control de la, entonces ministra de Medio Ambiente y actualmente, presidenta del PSOE, Cristina Narbona.
Telita. El argumento de Puig de que «ya no milita ningún implicado y de que es antiguo lo publicado» parece poco convincente.
La cosa huele fatal.
La declaración de Martínez Rico no es ninguna inocentada. Al contrario, resulta un hecho muy serio que viene a decirle al presidente, que, aunque Tezanos no refleje hoy la preocupación por ella en su CIS, la corrupción política, no sólo existe, sino que «como la mierda, flota» a pesar de los esfuerzos de algunos.
Porque, como se ha comprobado, para que una actuación corrupta provoque una respuesta de rechazo o reprobación (en forma, por ejemplo, de retirada de voto), es condición sine qua non que salga la luz pública. De Perogrullo.
La corrupción «preocupa» y se refleja en el CIS cuando se divulga información sobre ella y se concreta en «escándalos». Si «no preocupa», puede ser, no tanto porque no exista, sino porque no se cubre suficientemente en medios, especialmente en algunos.
«La corrupción política, no sólo existe, sino que «como la mierda, flota» a pesar de los esfuerzos de algunos»
Sánchez lo sabe. Hace unos años (cuando gobernaba el PP) interesaba que nos preocupara la corrupción pero hoy interesa que la obviemos.
Se ha demostrado que el español es un sistema de medios «pluralista polarizado», donde las empresas informativas están ideológicamente alineadas con los partidos políticos. No es difícil adivinar qué diarios, cadenas y emisoras de radio apoyan a formaciones de izquierdas y cuáles a formaciones de centro derecha. Por eso, pese a su gravedad, las novedades en torno a la trama Azud han tenido relativamente escasa repercusión en algunas cabeceras.
Busquen ustedes mismos. En El País, por ejemplo, diario que destapó el caso Gürtel, que no ha dedicado apenas espacio a los avances de la rama socialista de este escándalo. Tampoco Azud ha abierto ningún telediario.
Y debería hacerlo. Sobre todo, porque el PSPV y el «gobierno de progreso» usaron el relato de limpieza frente a la entonces endémica corrupción del PP, para convencer a los ciudadanos.
No hay oxímoron político más grande que el del PSOE de Sánchez, que desalojó al Partido Popular por sus acusaciones de corrupción y hoy, no solo adolece también de ella, sino que la ha amnistiado para perpetuarse en el poder.
Cuando Pedro Sánchez, como secretario general del PSOE, ofrecía hace una semana sus declaraciones, no daba puntada sin hilo. Estaba mandando un mensaje en clave interna a sus barones y una consigna a sus medios. «Relax: la gente está abrumada por la crisis, la inflación, la guerra, el COVID y la Navidad. Vender ahora nuestros principios a cambio de poder, no nos perjudicará en exceso en las elecciones, si no se habla de corrupción. Hagamos que la normalización del trinque político que nos exige ERC, ‘pase’ cuanto antes».
Sánchez obvió en su alocución una cuestión importante. Los políticos aparecen como el tercer problema de los españoles en estos momentos. Y esto implica, por supuesto, la corrupción. Pero habrá que explicárselo más claramente: espero que el CIS vuelva a recoger en breve el escándalo de la malversación y de Azud como unas de nuestras principales preocupaciones. Ya sabe usted, por el bien de la democracia en España, #hazquenopase
PS: Aprovecho para desearles lo mejor para 2023.