Las armas las carga el diablo... y las disparan los niños
«Dado que ni la sensatez ni la política han logrado atajar el comercio de armas, no cabe duda de que pronto la industria de EEUU pondrá a la venta una pistola para bebés»
Iba fenomenal la clase de lectura en el parvulario de la escuela elemental Richnesk, en Newport News, Virginia, EEUU. Se había leído en voz alta el cuento El osito Tontolito. Estaban los niños, todos de seis años de edad, a punto de pasar al aula contigua, donde se les impartiría clase de arte (dibujitos), cuando uno de ellos sacó de su mochila una pistola y apuntó a la profesora, Abby Zwerner, de 25 años. Ésta se acercó con la intención de arrebatársela y el angelito apretó el gatillo.
La bala atravesó la mano de la señorita Zwerner (lo que acaso le salvó la vida) y luego, un poco debilitada tras abrirse camino en la carne y los huesos, siguió su trayectoria y se le incrustó en el estómago; cayó gravemente herida.
Parece que salvará la vida, aunque cabe dudar de que, cuando se recupere, volverá, animosa, a las aulas del colegio. No creo que le queden muchas ganas de contar el cuento El osito tontolito.
Se ignoran hasta la fecha los motivos del niño para tan inapelable acción. Se ve que después del disparo tiró la pistola a una papelera. Ignoro si cuando le dieron el preceptivo sopapo y le amenazaron, si no se explicaba, con dejarle sin el pan con chocolate de la merienda, recurrió a la manida excusa de los párvulos:
– Es que la seño me tiene manía.
No es el único caso de niños pistoleros de seis años en los Estados Unidos. En el año 2000, la niña Kayla Rolland fue asesinada por un condiscípulo de su misma edad que crecía en un entorno de narcotraficantes y ya había dado en la escuela abundantes pruebas de agresividad y violencia. Ahora iban los dos con sus compañeritos, en filas paralelas, por un pasillo, cuando el chaval sacó una pistola –la «produjo», dicen los anglosajones)— y, tras informar a Kayla de que «no me gustas» («I don’t like you») le disparó en la sien un tiro mortal.
«La infancia está sobrevalorada. Es una edad horrible, tanto o más que las otras»
Siempre he pensado, y estos casos demuestran, que la infancia está sobrevalorada. Es una edad horrible, tanto o más que las otras edades, y esos malditos parvularios que huelen a orines, a caca y a colonia Nenuco están, para qué engañarnos, llenos de cabroncetes. Pero es que al paso que van las cosas, y dado que allí -en nombre de la libertad- ni la sensatez ni la política han logrado nunca atajar el comercio de armas (el «libre comercio» de armas: lo de «libre» siempre adorna, pero aquí cabe recordar la máxima de madame Roland camino a la guillotina: «¡Oh, libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!»), no cabe duda de que pronto la industria armamentística estadounidense pondrá a la venta una pistola liviana y letal, ideal para la manita de los bebés. Y entonces, ¡cuidadito con darles el biberón demasiado frío o demasiado caliente!
Hay que ver qué paradojas tiene la vida. Y qué sinergias. Asocio a los niños asesinos norteamericanos con la desdicha suramericana. Estos días hemos visto el armamento empleado por los narcos en Sinaloa para enfrentarse al Ejército y matar a algunos soldados que se habían atrevido a detener al Chapito. Era impresionante. Armas imponentes, que los narcos compran al otro lado de la frontera, o sea en «the land of the free and the home of the brave» con la facilidad con que aquí compras en Mercadona unas latas de atún. Esas armas poderosas se venden en EEUU a discreción.
– ¿Esta ametralladora antiaérea, cuánto?
– Cien euros.
– ¿Me haces una rebajita?
– ¡Claro que sí, guapi!… Si te llevas dos te regalo un subfusil y dos granadas.
Con esas armas, puestas en manos de sicarios adolescentes, el crimen organizado hispano destruye las sociedades y las somete al negocio fabuloso de la droga, droga que luego vende en Estados Unidos… ¡que se lamentan de que los morenitos del sur estén inundando de veneno «the land of the free and the home of the brave»!
¡Hombre! ¡No estaría de más un poco de coherencia!