THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

'Pam', la mala feminista

«Las declaraciones de Ángela Rodríguez son la demostración de que las feministas ministeriales han tomado un grave problema como un negocio político»

Opinión
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‘Pam’, la mala feminista

La secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez 'Pam', y la ministra Irene Montero. | Europa Press

Arrogante, irredenta, y sin formación ni experiencia laboral en el ramo, Pam, que así es como conocen a Ángela Rodríguez, es incapaz de asumir una responsabilidad ni una crítica. Todo lo que no sea alabanzas a sus chapuzas y tropelías le parece fascista y machista, misógino y homófobo, tránsfobo y maloliente. Y si no es así, resulta que se han tergiversado sus palabras. Es decir; además de fachas hay falta de comprensión lectora y auditiva. 

Hubo un tiempo en que un alcalde, el de Valladolid, del PP, fue perseguido por las asociaciones contra la violencia de género y se exigió su dimisión porque dijo: «A veces me da reparo entrar en un ascensor con una mujer por si finge una agresión sexual». Aquella idiotez por la que pidió perdón fue intolerable para el feminismo. 

Ese mismo año, 2014, el candidato de IU a la presidencia de la Junta de Andalucía, Diego Valderas, describió a micrófono cerrado a la delegada provincial de Educación en Cádiz, Blanca Alcántara, como «la de las tetas gordas». 

El PP pidió que se fuera a su casa, él solo, evidentemente, pero las feministas del PSOE defendieron a Valderas. ¿El argumento? Que para machista Ruiz-Gallardón, ministro entonces de Justicia, que dijo que la maternidad hacía a las féminas «auténticamente mujeres». Sigo con más idioteces. 

Pablo Iglesias es un machista. No lo digo yo. Lo ha dicho él mismo en Twitter el 29 de noviembre de 2022, aunque solo para acosar a Pablo Motos. Estas son sus palabras: 

«Ángela Rodríguez humilló a las víctimas de violencia de género haciendo bromas sobre los efectos de su ley del ‘solo sí es sí’»

«Todos (o yo por lo menos) hemos sido machistas como Pablo Motos algunas veces. Llevamos el machismo tatuado en las entrañas, entre otras cosas por la educación audiovisual que hemos recibido. Pero no hay que reivindicarlo, sino reconocer que el feminismo puede hacernos mejores». 

Hombre, Pablo, la mayoría no pensamos en azotar a ninguna periodista hasta que sangre, o tutelamos a las mujeres que dejamos al mando del chiringuito político. 

Todavía recordamos cuando una diputada de Vox, Carla Toscano, metió la pata y dijo a Irene Montero que su único mérito era haber «estudiado en profundidad a Pablo Iglesias». La citada, tras rasgarse las vestiduras, apuntó con el dedo, y la llamó «fascista» y «machista». No creo que dijera lo mismo al susodicho cuando afirmó en La Sexta que el mérito de Ana Botella era ser la esposa de Aznar.

En la misma línea que todos estos, Ángela Rodríguez, Pam para sus amigos, humilló a las víctimas de violencia de género, a las agredidas y a las violadas haciendo bromas sobre los efectos de su ley del solo sí es sí. Esa que las juezas no saben aplicar porque, según afirmó, «no están formadas». En su broma, Pam dijo que la pena daba igual porque el delito ya se había cometido.

A ver. El cuidado más prolongado para una víctima de este tipo es el psicológico. Necesita, entre otras cosas, encontrar el apoyo de familiares y amigos, incluso el institucional. Por eso es una cagada irreparable que la secretaria de Estado de Igualdad frivolice con la rebaja de las penas a los delincuentes sexuales, gracias a una ley miserable salida de su ministerio.

«Ese pretendido ‘feminismo’ es el instrumento para cambiar el orden político y social»

Las declaraciones de Pam son un contradiós y una enorme torpeza. Son la demostración de que las feministas ministeriales han tomado un grave problema como un negocio político, al que se acercan sin entrañas ni propósito de enmienda. 

Nada de esto es feminismo, en ninguna de sus vertientes. Tampoco lo digo yo. Lo dicen muchas corrientes feministas y asociaciones, que denuncian el borrado de las mujeres, el sectarismo de Podemos, o el empleo de fondos públicos en propaganda y no en estructuras de protección y acogimiento. 

El trasfondo es que el único conocimiento medible de las responsables del Ministerio de Igualdad es que entienden el feminismo como una palanca para la transformación completa de la sociedad

Ese pretendido feminismo es el instrumento para cambiar el orden político y social, las mentalidades, el mundo del trabajo, la cultura, el sistema educativo, e incluso la economía. Por eso introducen constantemente doctrina y se dedican a censurar y perseguir. No hablan con nadie ni rectifican porque, lejos de ser feministas o demócratas, son totalitarias con un presupuesto público. De ahí su «diarrea legislativa», tal y como declaró la misma Pam.

Por ese afán totalitario, y porque cobra más que el presidente del Gobierno, los presidentes autonómicos, los magistrados del Tribunal Supremo, o los catedráticos de Universidad, no va a dimitir jamás. Toma el dinero y corre, que dijo el también «machista» y «fascista» al que quisieron boicotear,  Woody Allen. Ni a la suela de sus zapatos, «bonita», como Carmen Calvo dixit.  

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