La Barcelona de los hermanos Marx
«Un buen resultado del centroderecha constitucionalista en Barcelona puede dañar el caladero de votos del sanchismo en esta ciudad de cara a las generales»
Este artículo podría formar parte de la serie haciendo amigos, lo sé, pero cuando uno no pertenece a ningún partido y, por tanto, no tiene pesadas mochilas de intereses clientelares, puede hablar con libertad y analizar los escenarios desde un prisma que seguro que incomodará a más de uno. La cuestión es que cuando casi todos los actores se incomodan y te critican, probablemente, lo estarás haciendo bien. He de confesar que estas piezas vienen motivadas por la que creo que es una necesidad imperiosa para nuestro país: evitar cometer errores que faciliten el arraigo del populismo en nuestras instituciones, especialmente en La Moncloa, condición necesaria pero no suficiente para empezar a regenerar nuestro país.
Pues bien, hablemos de Barcelona y las próximas elecciones municipales. Esta ciudad es de las pocas en el mundo que tiene vida propia más allá de su contexto nacional y regional, esto es, Barcelona tiene la capacidad de irradiar comunicación relevante y consistente a nivel nacional e internacional e, igualmente (y a pesar de Colau), de generar eso que en geopolítica se llama «poder blando». Esto me lleva a la conclusión de que Barcelona es un elemento clave para la reconstrucción institucional de nuestro país. Lo que ocurra en Barcelona condicionará absolutamente la política catalana (en las próximas elecciones autonómicas, cuando las haya) y también las próximas elecciones generales.
Las últimas encuestas nos dicen que el escenario en las próximas elecciones municipales en Barcelona nos dibuja una situación en la que el llamado centroderecha constitucionalista queda marginado con unos resultados residuales. Bien es cierto que el candidato del Partido Popular encarna esa nueva era de este partido, pero la fragmentación del voto hace que la foto sea de marginalidad, imagen que será aprovechada por el separatismo, pero, sobre todo, por el PSC y el PSOE. No olvidemos que, de cara a las generales, la provincia de Barcelona, por el número de diputados asignados a esta circunscripción, es estratégica para que Sánchez tenga alguna posibilidad de reeditar el Gobierno Frankenstein. En un mundo de imágenes, símbolos y desinformación como el actual, este resultado es un flaco favor para los que aún creemos en nuestro país y en nuestra democracia.
«Del centroderecha, solo el PP obtendría representación en el Ayuntamiento con un 5,9% de los votos y dos concejales de 41»
La foto de la que hablaba es esta: solo el PP tendrá representación en el Ayuntamiento con un 5,9% de los votos y dos concejales de 41… Pero ¿cómo es posible que esto sea así? En la respuesta no incluiré la inteligente maniobra de poner a Trias como candidato (reeditando torticeramente la Convergència de hace un par de décadas), quiero analizar el espectro de votantes del centroderecha constitucionalista. Empecemos por los porcentajes de la encuesta de La Vanguardia: PP: 5,9%; Vox: 3,9%; Ciudadanos: 1,9%; Valents: 1,2%, Centrem ni aparece, pero otras encuestas le daban un 0,8%. En este caso, como podemos observar, la simple suma sería un cambio rupturista, con un 13,7%, un resultado por encima de ERC (10,4%). Aquí está la clave, los intereses partidistas y esa enfermedad tan endémica en nuestra política nacional como es el cortoplacismo, nos lleva a este escenario.
¿Cómo es posible que, a escasos cuatro meses de las elecciones estemos en esta situación? Pues empecemos, el Partido Popular, por fin ha dado el paso y ha empezado su regeneración en Cataluña. Tenemos un Vox obsesionado con temas morales para diferenciarse del PP pero que está dando munición al populismo de Sánchez y sus amigos. Ciudadanos con su laaaarga renovación que ha concluido en el peor de los escenarios posibles: que todo cambie para que todo siga igual, es decir, siguen siendo el partido marxista (de Groucho Marx), estos son mis principios y si no tengo otros; la indefinición ideológica o el uso de conceptos extraños a la política nacional como es el «liberalismo» es electoralmente letal. Vamos con los de Valents, que han pasado del discurso de «liderar el constitucionalismo», es decir, de pretender que el pez pequeño se coma al grande, a intentar medrar en los despojos de Cs (sin entrar en la extraña mutación de Parera de ser defensora de la autodeterminación de Cataluña a querer ser la lideresa del constitucionalismo). Y los de Centrem, que, podría ser el partido de Schrödinger, es difícil saber si son indepes o no, el problema es que forman parte de la fiesta de la confusión constitucionalista.
Como podrán observar, lo que describo es lo más parecido a la escena del camarote de los Hermanos Marx, y mientras, Colau, los socialistas y sus socios separatistas se frotan las manos. A pesar de ser un utilitarista convencido como soy, me voy a permitir lanzar una pregunta retórica: ¿no sería el momento de unir todas (o casi todas) las opciones en una misma lista liderada por el único partido que puede ser la alternativa al populismo de Sánchez? Como decía al principio del artículo, un buen resultado del centroderecha constitucionalista en Barcelona puede erosionar el discurso y dañar el caladero de votos del sanchismo en esta ciudad de cara a las generales. Imagino que esto no ocurrirá, la reacción a esta propuesta será el enrocamiento en los postulados e intereses propios. Sin generosidad, altura de miras y visión de Estado, la batalla contra el populismo está perdida. Espero que haya quién sepa interpretar la realidad más allá de la miopía cortoplacista y lo tan español de «qué hay de lo mío».