THE OBJECTIVE
Ignacio Ruiz-Jarabo

La factura que Sánchez dejará a deber

Opinión
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La factura que Sánchez dejará a deber

De creernos a Sánchez y a los suyos cada vez que hacen balance, la economía española iría como un tiro, campeona de la champions y por diferencia. Según su relato, España sería el motor de la recuperación económica europea y el faro que alumbra a los líderes de Europa para mostrarles el camino a seguir. Al tiempo, escuchamos como Sánchez y los suyos justifican las medidas económicas que adoptan en base a la situación crítica de nuestra economía. La contradicción es de dimensión copernicana. Pero no es la única que está hoy presente en la realidad económica española. 

Desde la entrada en vigor de la reforma laboral y su efecto estadístico por mor del refugio en el contrato fijo discontinuo de antiguas contrataciones de modalidad temporal, pareciera que el número de empleados estuviera creciendo a ritmo vertiginoso, circunstancia que es desmentida categóricamente por la evolución del número de horas trabajadas, cuyo aumento es considerablemente más reducido. Esta contradicción confirma que la ruptura de la homogeneidad de la serie histórica de empleo está provocando un sobredimensionando los datos de empleados y/o infravalorando los relativos al número de parados. Otrosí digo: Según el sindicato USO, en la Comunidad Autónoma de Baleares hay 59.000 perceptores del subsidio de desempleo cuando las estadísticas oficiales cifran en 35.000 el número de parados. ¡Cosas veredes, Sancho! que dijo Don Quijote.

Sánchez y los suyos anunciaron que las empresas bancarias y energéticas eran merecedoras de ser sobre gravadas por estar obteniendo beneficios extraordinarios. Para hacerlo, el Gobierno ha creado sendas “prestaciones patrimoniales” -en realidad, dos impuestazos como la copa de un pino- que giran sobre la totalidad de sus ingresos (en el caso de las energéticas) y sobre una parte de ellos (en el de las bancarias), con independencia de que en que en la realidad obtengan o no beneficios. Como resultado, una empresa energética o bancaria que tenga pérdidas será queda obligada a pagar el nuevo impuesto que, según Sánchez y los suyos, venía justificado por la obtención de beneficios extraordinarios. ¡Que baje Dios y lo vea!

Sánchez y los suyos nos están incrementando de manera vertiginosa la carga fiscal que se nos impone justificándolo en la necesidad de homogeneizar nuestra fiscalidad con la de los países de la Unión Europea. Simultáneamente, el Gobierno ha creado el Impuesto sobre las Grandes Fortunas -en realidad, Impuesto sobre el Patrimonio bis- que no existe en ninguno otro país de la Unión. ¡Di lo quieras y haz lo que te venga en gana!

Sánchez y los suyos preconizaron a los cuatro vientos que, ante la situación económica crítica, España necesitaba imperiosamente un pacto de rentas e instaron a los agentes sociales para que lo suscribieran. Pero el Gobierno, sin esperar al inicio de la posible negociación del pacto de rentas que reclamaba, se adelantó decretando la subida de sueldo de los funcionarios y el aumento de las pensiones. ¡Consejos vendo que para mí no tengo!

Sánchez y los suyos no dejan de acusar a las empresas españolas de varios sectores económicos de estar aprovechándose de la inflación para aumentar sus márgenes empresariales, tachándolos de insolidarios y aprovechados. Pero es el Gobierno el que se aprovecha como nadie del proceso inflacionista para, negándose a deflactar el IRPF, exprimir ilegítimamente a los contribuyentes españoles ¡Acuso, acuso, pero yo soy el que abuso!

Lo expuesto determina que al carácter erróneo de la política económica de Sánchez se le añada la flagrante disociación entre lo que, en cuestión de economía, dice y hace su Gobierno.  De ahí que sus negativos resultados económicos vayan acompañados de la pérdida de credibilidad ante los inversores y el creciente desprestigio entre los institutos y entidades de análisis y previsión. Este conjunto de errores y contradicciones del Gobierno en su gestión económica está conformando una costosa factura pero no hay que engañarse, no será Sánchez quien pague la dolorosa pues los paganos seremos todos los españoles.

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