THE OBJECTIVE
Teodoro León Gross

Un privilegio

«Hay algo singular que caracteriza a THE OBJECTIVE y es cierta ligereza alegre de periódico hecho con ganas, de volver así en cada asalto al ring de la actualidad»

Opinión
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Un privilegio

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No es fácil decir adiós donde has sido feliz, aunque Sabina, en Peces de ciudad, cantara que en Comala había comprendido «que al lugar donde has sido feliz / no debieras tratar de volver». Por eso no resulta sencillo escribir mi última columna para THE OBJECTIVE, un lugar que me ha permitido volver cada martes y cada viernes a disfrutar publicando artículos, seguro con días torcidos, con algún exceso de furia, con el plomo fatigoso del desencanto, con vitriolo de menos o de más, pero siempre a gusto. En pocos lugares he podido disfrutar tanto escribiendo, en un clima liberal menos encorsetado. Es una suerte dar con un lugar así.

La lección de Comala, el espacio mítico creado por Juan Rulfo, al que vino en forma de Juan Preciado a buscar a su padre, Pedro Páramo, es que los lugares no son topografía sino pasiones humanas. Ignacio Peyró, cuyo instinto gourmet va más allá de las cartas sin marcar de los restaurantes, me hizo la propuesta por la calle Albareda de Sevilla, junto a un lugar donde aguardaba uno de esos whiskies envejecidos en barricas jerezanas casi con tanta edad y con más hondura que los dirigentes de la nueva política, y a la vuelta de la esquina no esperaba la Plaza Nueva sino la alegría de escribir en THE OBJECTIVE. Desde entonces ha sido realmente un lugar disfrutado.

Un buen periódico es la nación hablándose a sí misma. La vieja idea de Arthur Miller no caduca, aunque los periódicos se parezcan poco a aquellas sábanas de papel que forman parte de la iconografía del siglo XX. Los diarios digitales a veces parecen abstracciones virtuales, pero son el mismo periódico si se hace buen periodismo. THE OBJECTIVE ha tenido la fortuna de dar como director con Álvaro Nieto, con el que ya había coincidido en El País, pero en El País liberal de Antonio Caño, de donde nos sacó la aversión al nacionalismo y la claudicación de la socialdemocracia. Caño ahora preside aquí el Consejo Editorial, y le acompañan Savater y Azúa, pero también tipos jóvenes de mucho talento, por fortuna demasiados como para citarlos uno a uno.

Esta semana, un nuevo dato de audiencia eleva la cifra más allá de tres millones de lectores. La progresión no extrañará a nadie. Sólo irá a más. En la copa de Navidad en Velázquez 17, la editora Paula Quinteros, además de comprometerse a que no sonaría reguetón, se comprometió a algo más:

–Un sitio en el que trabajar feliz.

Es una suerte que alguien como Paula Quinteros invierta tanta pasión en el periodismo. Hay algo singular que caracteriza a THE OBJECTIVE y es precisamente cierta ligereza alegre de periódico hecho con ganas, de volver así en cada asalto al ring de la actualidad.   

«No es fácil decir adiós donde has sido feliz, aunque en este oficio se va y se viene»

No es fácil decir adiós donde has sido feliz, aunque en este oficio se va y se viene. Y afortunadamente no todos los caminos van a Roma, entiéndase en la misma dirección. Borges sospechó que «el laberinto ideal sería un camino recto y despejado» donde uno se perdería del peor modo: mentalmente. Los caminos se bifurcan y  nunca se sabe. No por casualidad se repite y se repite a lo largo de la historia esa idea recurrente de que lo mejor del camino está en el camino, no en la meta, canonizada por Kavafis en Ítaca.

El camino al cabo debe hacerse como Cees Nooteboom, cuando quiso viajar a España para visitar Santiago pero en sus rutas constantemente se dejaba tentar por un desvío, lo que le llevó a Argamasilla de Alba o a Liébana, a Soria o incluso la Gomera, porque el camino es el propio viajero «que siempre se deja tentar por un camino lateral, y por el camino lateral de ese camino lateral, por el misterio del nombre desconocido en el cartel indicador de la carretera, por la silueta del castillo en la lejanía hacia el que apenas se dirige un camino…». Cada desvío es la oportunidad de seguir yendo a sitios extraordinarios. Como The Objective, un privilegio. Y uno lo sabe al tomar el desvío.

Hay muchas formas para los adioses, como en el poema de Benedetti. «Por suerte a veces queda un abrazo», y va para todos en esta casa. Y por demás, quedan tres palabras sobre cualquier cortesía: queridos amigos, gracias.

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