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Radicales y malos

«Uno de los mayores problemas de nuestra democracia es que la clase política es más radical que los votantes. Son los dirigentes, no los ciudadanos, quienes nos conducen por su incompetencia a la polarización»

Opinión

Rita Maestre. | Jesús Hellín (Europa Press)

Llamó la atención hace pocos días la reacción entusiasta de una ministra socialista a un programa supuestamente humorístico de la televisión pública catalana en el que se dañaba hasta niveles ridículos la imagen de Madrid. Más sorprendente aún resulta el entusiasmo si tenemos en cuenta que esta ministra es candidata precisamente a la alcaldía de Madrid y que su rival a la izquierda criticó sin complejos el contenido del mencionado espacio.

Como es dudoso que la ministra del PSOE compartiera el contenido del sketch y mucho más que encontrase divertida semejante zafiedad, cabe pensar que su apoyo a tal producto expresaba su deseo de expresarse radicalmente en contra de la gestión del Partido Popular en Madrid. Radicalismo que, afortunadamente, no creyó necesario exhibir su contrincante de Más Madrid, Rita Maestre, tal vez más segura de sus credenciales izquierdistas.

«Hace tiempo que este esfuerzo por mostrarse radicales define a nuestra clase política»

Hace tiempo que este esfuerzo por mostrarse radicales define a nuestra clase política. Cualquier titubeo se interpreta como una debilidad y cualquier concesión al contrario es una traición. La semana pasada, otra ministra invitada por Carlos Alsina a encontrar algún terreno de acuerdo con el programa de regeneración política presentado un día antes por Alberto Núñez Feijóo fue incapaz de encontrar la más mínima coincidencia, y eso que el programa tiene 60 puntos. El propio Feijóo tiene que soportar cada día las embestidas de quienes en sus propias filas lo consideran un blandengue y de quienes en el bando contrario lo retan a encontrarse con ellos en el fango del radicalismo, donde quién sabe si no acabará cayendo.

Desde hace al menos una década, España sufre el problema de una clase política más radical que sus votantes. Esto es una grave anomalía de nuestra democracia, en la que siempre ocurrió exactamente lo contrario: una dirigencia política esforzada en conducir hacia la moderación a unos seguidores que exigían más. La historia de nuestra democracia, tanto en la derecha como en la izquierda, es la historia de una frustración, es la historia de una clase política que tuvo que convencer a los suyos de que sus aspiraciones máximas nunca serían posibles.

Hace una década emprendimos el camino contrario. Desde que se puso en circulación ese eslogan estúpido de «alcanzar los cielos», la clase política se empeñó en convencer a una sociedad en calma de que no tenía suficiente, que podía aspirar a más, que podía aspirar a todo, entendiendo ese todo en política como todo el poder, para siempre, eliminando de una vez por todas al contrario.

Ante el éxito inicial de esa estrategia maximalista llegada desde fuera del sistema de partidos, toda una clase política bastante incompetente e inescrupulosa se sumó sin reservas. El Partido Socialista sufrió el cataclismo conocido y la consiguiente transformación hacia el radicalismo, calcando gestos y alianzas de su admirado Podemos. Y, en la derecha, como Rajoy es como es, explotó el movimiento extremista Vox, que a punto ha estado de devorar al Partido Popular.

Desde entonces, la política española es una ridícula competencia de radicalismo ante los ojos atónitos de una población que no tiene la impresión de vivir en un sitio tan horrible como el que describen sus dirigentes ni, por lo general, se anima a ejercer contra su vecino de distinto signo ideológico el odio que les proponen sus gobernantes. Como esa clase política está asentada fundamentalmente en Madrid, choca que cada vez que salgamos de la capital encontremos un país más sereno y conciliado que el que vemos en el telediario.

«Nuestra clase política no ha girado hacia el radicalismo sólo por oportunismo, sino también por ineptitud»

No cabe esperar pronto una cura de este mal. Desde luego no en este año electoral, donde el guion radical ya está escrito. Pero tampoco parece posible después, gane quien gane. Nuestra clase política no ha girado hacia el radicalismo sólo por oportunismo, sino también por ineptitud. Simplemente es más fácil hablar en negativo que en positivo, es más fácil asustar a los votantes con las calamidades que el enemigo nos trae, que despertar su interés en un proyecto de nación riguroso y viable. La moderación es un lujo al alcance sólo de los lúcidos y los generosos. Desafortunadamente, el grueso de nuestra clase dirigente no encaja hoy en ninguna de esas categorías. 

Queda la esperanza de que pequeños detalles, como ese de Rita Maestre, y otros que se atisban en un horizonte aún lejano sean el indicio de que esta epidemia de radicalismo ha empezado a remitir.

19 comentarios
  1. danif

    Y sobre los defectos del desarrollo autonómico, también tendríamos que hacer caso a lo que critican y lo han hecho reiteradamente ejm :
    Tamames “ hemos creado una compartimentación de mercado, de manera que hay 17 mercadillos, sistemas sanitarios…Nos hemos pasado de rosca con el Estado de las autonomías. No significa que haya de suprimirlo, sino respetar la idea original, no crear 17 estados dentro del estado español .
    Velarde, sobre las reformas necesarias:”lo primero es eliminar las trabas administrativas para montar una empresa y unificar el mercado interior español. No es admisible que tengamos 17 legislaciones diferentes. Esta es la gran reforma pendiente de nuestra economía. . Luego un gran pacto educativo. Atajar el déficit enorme de las administraciones públicas, que lastra nuestro crecimiento “
    Fernando Garcia de Cortázar ( 1942/2022):»Un error de la Transición de Suárez, que luego nadie pondría empeño en reparar, fue entregar a las Comunidades Autónomas la palanca ideológica de la Historia. Se regaló el pasado a las Autonomías y estas se lo quedaron. El sistema educativo dejó de hacer ciudadanos españoles para hacer catalanes, vascos, andaluces, gallegos, valencianos… en ocasiones a costa de enfrentarlos con la ayuda de una gigantesca manipulación de los libros de texto a mayor gloria de la Consejería de Educación encargada de supervisarlas.
    Hablamos, por ejemplo, del alto nivel del deporte o de la gastronomía en España que lo reconocemos. Pero ¿ por qué no lo hacemos con la cantidad de “ gente que sabe y mucho” que estamos olvidando y cuyos consejos son claves para el futuro del país .?

  2. Bonatti

    Buenos dias, Sr. Caño.

    Hay que tener mayor rigor histórico,
    Una vez más, se lo recuerdo. Centre el tiro: el PSOE.
    Se lo ilustro con una anécdota.
    Año 2006. Años de bonanza económica como nunca se ha vivido en España. Podemos ni existía en el país de la «Champions»,como decía Zapatero.
    Trabajo en el departamento de marketing de una multinacional . Es decir, nada de clase obrera. Gente joven, universitaria y con buenos sueldos.
    Todos los dias nos llegaba La Razón, que se quedaba encima de una mesa.
    Un dia, en la portada alguien había dibujado una svástica en la cara del diputado del PP que salía en portada. Una svástica. Siglo XXI, 2006.
    Me di cuenta en ese momento, que el gobierno estaba consiguiendo su objetivo.

    Fue por entonces cuando el PSOE de ZP desde el gobierno, había comenzado a agitar la dialéctica (tensión) derecha-Franco, izquierda-los buenos. Un gobierno que debería dirigir la vida de los ciudadanos, se estaba dedicando con ahínco a fomentar el enfrentamiento entre españoles. Un juego muy peligroso que sortearon los líderes de la ahora denostada Transición.
    Y desde entonces, hasta aquí.

    No, Sr. Caño. No eche la culpa de la radicalización de España a Podemos.
    Fue el PSOE del tonto/malvado/irresponsable de Zapatero quien comenzó ésta sinrazón, despertando a conciencia el fantasma del cainismo, tan fuerte en nuestro país. Todo por apropiarse del poder de manera permanente, como comenta danif acertadamente. Un ansia perpetua de la izquierda española.

    Y respecto a si en Madrid, este enfrentamiento es más potente, eche un ojo a Cataluña o al País Vasco y luego nos cuenta. O hable con cualquier persona de cualquier región de España, donde muchos han elegido no hablar de política con familiares o amigos debido a la polarización de argumentos y emociones.

    Por aquello de la equidistancia, usted siempre saca a Vox como la otra cara de la moneda.
    Le aseguro que VOX no hubiera sido creado sin la radicalización frente populista de la izquierda de siempre. Aclaro no soy simpatizante ni de VOX ni del PP.

    Objetivo conseguido, PSOE y Zapatero.
    El felón Sánchez sólo está siguiendo el juego hasta el paroxismo.

  3. 23xtc

    Caño, hoy en el programa de A R, Ana Rosa, ha dicho que la ley penal de género respeta la presunción de inocencia de las mujeres si denuncian a un hombre de delitos de género, lo ha hecho por las palabras de una que va al programa desde el ELPERIODICO, dio el ejemplo de la «manada» de Pamplona para rebelarse ella contra la modificación del consentimiento.

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