MyTO

La invasión identitaria

«Los discursos y la legislación del Gobierno de Sánchez están llenos de identidad, ya sea el nuevo feminismo, la ideología LGTBI, el ecologismo o el nacionalismo»

Opinión

Ilustración de Erich Gordon.

  • Joaquín Leguina. Villanueva de Villaescusa (1941). Nací en el año del hambre, pero lo hice en la tahona de mi abuela Pilar. Estudié el bachillerato con los curas escolapios en Santander y la licenciatura en CC. Económicas en Bilbao. Después fui becado en la Sorbona, donde obtuve dos master y un doctorado. También me doctoré en la Complutense. Más tarde saqué la oposición a Estadístico Facultativo del INE (hoy Estadístico Superior) y como tal trabajé para la CEPAL en Chile, donde me pilló el golpe de Estado de Pinochet.
    He sido profesor en la Complutense y concejal en el Ayuntamiento de Madrid. Y diputado nacional. Ah, se me olvidaba (hace ya tanto tiempo), también he sido presidente de la Comunidad de Madrid durante doce años. He escrito novelas, relatos, ensayos y cientos de artículos en variados periódicos y revistas.

El domingo pasado el diario El Mundo publicó una entrevista firmada por Luis Alemany con el escritor santanderino Álvaro Pombo, que acaba de publicar en Anagrama su última novela, Santander, 1936. En la entrevista se lee: «No me afilié al movimiento LGTB porque me pone de los nervios… y el Orgullo también. No lo puedo remediar». Y añadía: «Creo que lo que me enfada es el gregarismo. Somos como perros que se olfatean el culo unos a otros y se ponen contentos de reconocerse… Eso me saca de quicio».

Ese mismo día, el notable escritor Antonio Muñoz Molina publicó en El País un artículo titulado Culpable de herejía, donde recordaba el caso de Erika López Prater, profesora de Historia del Arte en un college de Minnesota. López Prater perdió su trabajo y ganó una mala fama de islamófoba y racista por mostrar en una clase una miniatura persa del siglo XIII en la que está representado Mahoma. Esta señora había cometido la imprudencia de preparar un curso entero sobre las imágenes de los fundadores o profetas de las grandes religiones, incluidos Buda y Mahoma.

Como se sabe, la tradición musulmana y también la hebrea proscriben las imágenes, en particular la de Mahoma.

Poco después de que López Prater presentara ante sus alumnos la imagen de Mahoma, una alumna negra y musulmana de origen sudanés presentó una denuncia ante las autoridades universitarias porque, según ella, mostrar la imagen del Profeta era un acto de islamofobia, y también de racismo, y de sexismo. Al día siguiente, sin previo aviso, la profesora estaba despedida. Un alto cargo de la Universidad afirmó que mostrar en clase una imagen de Mahoma equivalía a defender la bondad de Hitler. En una declaración oficial, el Rectorado aseguró, literalmente, que el respeto a la sensibilidad de los musulmanes estaba por encima de la libertad de expresión. Así andamos.

«Detrás de esa maraña represora se halla un movimiento identitario que está invadiendo la política española»

Desde luego, algunas universidades norteamericanas han perdido el norte y se han metido – y nos quieren meter a todos- en una deriva que nos recuerda demasiado a la censura que impusieron en España Franco y la Iglesia durante tantos años.

A mi juicio, detrás de esa maraña represora se halla un movimiento identitario que está invadiendo la política española (especialmente a la de los partidos de izquierda) de una forma apabullante y destructiva. Si uno se detiene a analizar los discursos y la legislación propiciada por el Gobierno de Sánchez se encuentra que están llenos de identidad, ya sea el nuevo feminismo, la ideología LGTBI, el ecologismo y –lo más pernicioso- el nacionalismo.

Oigamos a este propósito a Élisabeth Roudinesco (París, 78 años):

«Vivimos en una época de extremismos, en la que la búsqueda de las identidades ha ocupado el lugar de las rebeliones de antaño, que eran más sociales y emancipadoras. Lo locura identitaria es el repliegue total en una sola identidad, un repliegue en vez de una libertad».

A Roudinesco le pone de los nervios, por ejemplo, la permanente negación de la biología como una de las realidades de las cuales no podemos desprendernos, y no sólo se refiere al movimiento trans, también al anti racismo.

Tras la derrota del nazismo, los científicos demostraron que las razas no existen, y, sin embargo, tras una etapa de lucha por la igualdad, hoy los movimientos pro africanistas en los Estados Unidos hablan de personas racializadas.

«Todo empezó con el fin del comunismo. Entonces se supo que aquel movimiento de emancipación había fracasado»

Según esta historiadora de origen rumano («Nací en París en 1944, mi padre abandonó Rumanía 40 años antes. ¿Qué tengo yo de rumana?»), todo empezó con el fin del comunismo. Entonces se supo que aquel movimiento de emancipación había fracasado y quizá por eso se produjo un giro hacia la propia identidad.

Respecto a la ley trans española, esta pensadora ha dicho lo siguiente:

«Esta ley privilegia el deseo de personas que sufren. El sexo biológico existe y no responde ni a una demanda, ni a una voluntad de asignar, ni a una elección. No se puede ni anular el género en beneficio del sexo ni anular el sexo en nombre del género. Estamos hechos de varios componentes».

En fin, lector, si a usted no le agradan los movimientos identitarios (como me pasa a mí) le recomiendo la lectura de un libro escrito por Roudinesco titulado en español El yo soberano (Debate).

Ya lo escribió hace años Jean-Paul Sartre: «Cuanta más clara es la luz, más negra es la oscuridad. Es imposible apreciar la luz sin conocer la oscuridad».

Élisabeth Roudinesco, una psicoanalista en el laberinto de la identidadÉlisabeth Roudinesco, una psicoanalista en el laberinto de la identidad
9 comentarios
  1. Farringdon

    Tras la caida del muro de Berlín el socialismo cambió de carne de cañón, dejó a los trabajadores y se dedicó a las mujeres, a los homosexuales, a los trans, a las razas y religiones minoritarias. El daño que ha hecho a todos estos grupos, y el que está haciendo a toda la sociedad es monstruoso.

    El día de mañana contemplaremos a las víctimas de las mutilaciones trans como supervivientes del holocausto. Igual que a los menores abusados legalmente por adultos. Espero que en un alarde de claridad todos sean valorados realmente como lo que son: víctimas del socialismo.

    El día de mañana, cuando el destrozo termine, se les tratará como a los supervivientes del Gulag. Como a los polacos, rumanos, checos, húngaros, cubanos, venezolanos, todos arruinados y masacrados por el socialismo.

    Veremos jóvenes que apenas sabrán leer o sumar, que no conocerán la historia, y, como Winston Smith en 1984, no tendrán claro ni en qué año viven. Sus padres serán un vago recuerdo…. Su padre real siempre fue el partido.

Inicia sesión para comentar