THE OBJECTIVE
Miguel Ángel Benedicto

Los sapos de Marruecos

«Hasta cuándo cederá Sánchez. No hay un compromiso escrito de Marruecos sobre la inmigración ilegal ni reconoce la soberanía española sobre Ceuta y Melilla»

Opinión
3 comentarios
Los sapos de Marruecos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, firma en el Libro de Oro durante su visita al Mausoleo de Mohamed V. | Europa Press

España y Marruecos tienen una relación tóxica. El desplante del rey Mohamed VI a Pedro Sánchez durante la reunión de alto nivel celebrada en Rabat es una humillación más del sátrapa marroquí al presidente español

En las relaciones envenenadas, una de las partes se aprovecha de la otra e intenta controlarla y manipularla para sacar provecho. Es el caso de Marruecos que desde hace tiempo chantajea a España con abrir el grifo de la inmigración, cuando las cosas no son como quiere el reino alauí. La llegada a hurtadillas a España en 2021 del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, y su internamiento en un hospital de Logroño desataron las iras de Rabat que no tardó en enviar 10.000 inmigrantes a Ceuta a modo de instrumento de guerra híbrida. Con el arma migratoria apuntando a España, Marruecos buscaba que Madrid aceptara su soberanía sobre el Sáhara Occidental, una posición contraria a las resoluciones de Naciones Unidas, que prevén la libre determinación del pueblo saharaui. 

El presidente Sánchez no tardó en ceder chantaje y cambió de arriba abajo la política exterior de España respecto al Sahara. Además, fue el Gobierno de Marruecos quién hizo pública la carta en la que el Ejecutivo español aceptaba el plan de autonomía marroquí. Sánchez viraba de posición y dejaba de lado el papel de España como potencia administradora y su defensa de las resoluciones de Naciones Unidas para celebrar el referéndum de autodeterminación, ante el asombro de todo el arco parlamentario, incluido el de sus socios de Gobierno.

La cuestión del Sahara siempre había sido una política de Estado que Sánchez rompía, sin dar explicaciones, tras el espionaje de su teléfono móvil y el de los ministros de Defensa, Interior y Agricultura por el programa Pegasus.

«Francia e Italia aprovecharon la oportunidad para estrechar vínculos con Argel, sobre todo en el suministro de gas, a costa de Madrid» 

Los daños colaterales de la nueva posición española no se hicieron esperar y se hizo añicos la relación de equilibrio que había en el Magreb con Argelia y Marruecos. Argel era nuestro primer suministrador de gas y, en plena guerra de Ucrania, no parecía la mejor decisión plegarse ante los designios del rival y vecino Marruecos. España pronto sufrió las consecuencias; Argelia rompía el Tratado de Amistad y Cooperación que nos unía con el país magrebí desde hace 20 años y bloqueaba las exportaciones de nuestras empresas. Francia e Italia aprovecharon la oportunidad para estrechar vínculos con Argel, sobre todo en el suministro de gas, a costa de Madrid. 

La falta de transparencia de Sánchez con su propio partido y con la sociedad española sobre las razones para abandonar al Sáhara a su suerte, dan lugar a todo tipo de interpretaciones y teorías de la conspiración, que el presidente español no parece dispuesto a frenar. Desde Moncloa, nunca con luz y taquígrafos, se achaca el cambio de 180 grados a la presión de Estados Unidos y de Alemania que apoyaban la hoja de ruta marroquí en el Sahara.

Las cesiones de España frente a Marruecos continuaron cuando el pasado mes de enero los 17 eurodiputados socialistas españoles, bajo presión marroquí para evitar el fracaso de la cumbre bilateral, votaban junto a la ultraderecha de Le Pen contra una resolución del Parlamento Europeo que criticaba las violaciones de Rabat de derechos humanos, condenaba la falta de libertad de prensa y el intento de corromper a eurodiputados. El Moroccogate, asunto por el cual el exeurodiputado Panzeri está en prisión, ya había estallado y toda la atención se centró en los supuestos sobornos que Rabat habría desplegado en Bruselas para que se reconozca la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. 

Hasta cuándo está dispuesto Sánchez a ceder y a cambio de qué. No hay un compromiso escrito de Marruecos para evitar la inmigración ilegal ni se ha reconocido la soberanía española sobre Ceuta y Melilla, una reivindicación a la que Mohamed VI jamás renunciará. 

Para rematar la faena, hace menos de una semana, el eurodiputado socialista, Juan Fernando López Aguilar, declaraba que para relacionarse con Marruecos hay que «tragar saliva y sapos si hace falta». Unas palabras premonitorias las del presidente de la Comisión de Libertades Civiles del Europarlamento: el plantón de Mohamed VI a la cumbre bilateral no deja de ser un batracio de gran tamaño que el presidente español ha tragado de nuevo. Y ya se sabe que los sapos son tóxicos como la relación de España y su vecino del sur. 

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D