THE OBJECTIVE
José Antonio Montano

Tamames y los muros de la patria

«Tamames es más grande que Vox y, aunque la posición excéntrica de este partido es la que ha propiciado esa posibilidad, me extrañaría que se ‘ajustase’ a su plan»

Opinión
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Tamames y los muros de la patria

Ramón Tamames.

No sé qué aguante tendrá Tamames en una moción de censura, pero hace veinte años lo tenía supremo. Coincidí con él en un vuelo de Río de Janeiro a Madrid –lo vi embarcarse en Galeão con un par de amigos– y me vino la típica reflexión: si caemos en el Atlántico, el titular será «Mueren Ramón Tamames y trescientas personas». De madrugada nos pusieron El dilema, aquella película con Russell Crowe sobre la demanda a una compañía de tabacos, y vi a Tamames absorto en la pantalla mientras me tambaleaba por el pasillo camino del baño. Demasiadas horas después, me vi justo a su lado en el autobusito que nos transportaba por la pista de Barajas. Íbamos de pie, agarrados a la barra de arriba, y, desde mis restos fisiológicos tras la paliza del viaje, me admiré de cómo Tamames seguía debatiendo con sus amigos sobre la película, elocuente y fresco. «Esto es un intelectual», me dije.

Pertenecía, no en vano, a la generación de La Clave y siempre tenía muchas cosas que decir después de una película, que había debido ver muy en serio. Los asomos de frivolidad, la ironía, llegarían con las generaciones siguientes. Recuerdo ahora también sesudas reflexiones sobre Indiana Jones en una entrevista del Loco de la Colina; en la que encima recomendó, por cierto (primera vez que yo oía el nombre), la poesía de Jaime Gil de Biedma. Tamames está en mi paisaje inaugural, con las demás figuras de cuando empecé a leer la prensa, que fue justo a raíz del golpe del 23 de febrero de 1981. Los primeros periódicos los compré aquellos días, a mis 14 años, y aún me duran los efectos de la marmita rebosante de elogios a la democracia formal y la Constitución en que me sumergí. Mi configuración política se produjo entonces y de ahí no salgo. 

«Lo que él representa es de otra época; que así, como está él, está la Transición»

Tamames fue fundamental, porque la Constitución la leí de su mano: en su libro Introducción a la Constitución Española, que reproducía el texto íntegro con sus comentarios (lo editó Alianza). Los que afirman que el patriotismo constitucional no levanta pasiones tendrían que haberme visto. Por eso me ha hecho tantísima gracia la perspectiva de que Tamames suba a la tribuna del Congreso a dar un discurso sobre el estado de la nación, que es lo que técnicamente haría. Anuda de algún modo mi experiencia política, de aquellos momentos a los actuales. Y el hecho de que sea un anciano poco vigoroso ya, aunque lúcido, con la edad tan visible en su carne y sus articulaciones, con el pelo naranja (¡inesperado homenaje a Cs en su estertor!) y con detalles coloristas en su ropa, subraya lo que no puede ocultarse: que lo que él representa es de otra época; que así, como está él, está la Transición. Por entonces nos explicaban en el bachillerato que Quevedo hablaba tanto de su decadencia física como de la del país en el soneto «Miré los muros de la patria mía, / si un tiempo fuertes, ya desmoronados, / de la carrera de la edad cansados, / por quien caduca ya su valentía…».

¿Y Vox? Tamames es más grande que Vox y, aunque la posición excéntrica de este partido es la que ha propiciado esta posibilidad excéntrica, me extrañaría que Tamames se ajustase a su programa. Si lo hiciera, resultaría decepcionante, claro. Yo más bien espero, esperaría, una lección de parlamentarismo decimonónico, caduco, inútil, pero terriblemente bello. Un retorno fugaz de la sintaxis y la oratoria, de las citas, del tono intelectual. Todo eso que España ha tenido a veces, pocas veces, hace mucho, pero no se ha merecido nunca.

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