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Froilán y mi uña del dedo gordo del pie

«Tiene más tirón que Tenorio y Bisbal juntos, que retratan a la verdadera España y cuyo éxito, lejos de los ‘trending topics’, es más real que Quevedo o Nathy Peluso»

Opinión

Froilán el aeropuerto camino a Abu Dabi. | Europa Press

  • Eduardo Laporte nació en Pamplona en 1979 pero lleva en Madrid desde 2005, donde cultiva esa doble nacionalidad que decía Sabina (triple en su caso, por su condición de medio galo). Se dedica al periodismo intermitente de temática cultural en medios como Territorios, de El Correo de Bilbao. Ha publicado algunos libros de vocación autobiográfica (que no autoficcional, de momento), entre los que destacan Luz de noviembre, por la tarde (Demipage, 2011) o el reciente Tiempo ordinario, un diario editado en 2021 por papeles mínimos. Su canción favorita es Perspectiva Nevski, de Battiato.

A los garitos modernos ya no van Gámez, el astronauta, Mari la Tetas, ni el novillero poeta con su mujer. A los antros de nuestro tiempo acuden «aluniceros, ultras, narcos y futbolistas», dice la prensa, y en esa descripción escuchamos al mejor Sabina. Ya no existen cafés de Nicanor, sino saunas reconvertidas en putiafters en el corazón de Azca, que es ese barrio de Madrid habitado por una clase medio alta que quisiera ser alta, con esos pasadizos viarios y ochenteros en torno a la calle Edgar Neville, director de cine muerto y que nadie conoce, cuya peli de catacumbas, La torre de los siete jorobados, nadie ha visto y que sin embargo da cierta solera a esa zona tecnócrata como un febrero gracias a saber qué privilegio o amistad con el concejal de urbanismo de turno. No muy lejos, la calle Capitán Haya… «por si la noche falla», que se decía, en alusión a sus cenicientas de saldo y esquina.

En el club Sublime de Azca, se coció la última noche de Froilán y se coció también este principito destronado y corrompido desde la cuna, criado en una familia que, si no fuera real, podría cumplir los patrones de la desestructuración social propia de un Carabanchel cualquiera: abuelo prófugo, padre excocainómano, tío expresidiario y «corruzto» y, eso sí, sobrino de un Rey que de momento aguanta como el último inmaculado. 

Siendo un tema que me interesa nada, cada vez que Froilán hace de las suyas se nos inundan las redes sociales con sus andanzas de crápula de sangre azul, con sus hábitos discotequeros más cercanos a Paquirrín que a un Beau Brummel. Intento vivir al margen del froilanismo entendido como moda, pero el froilanismo está ahí, ya ha llegado y no se irá hasta que logre sus fines, entiendo ahora.  

«Intento vivir al margen del froilanismo entendido como moda, pero el froilanismo está ahí»

Ya en 2015, cuando el infante en cuestión apenas tenía diez años, tuvimos noticia de la creación, en Galicia, del Partido Froilanista, que se toma el froilanismo en serio. Estos neocarlistas extremos reivindican la figura de «Froilán III» como el llamado a ser el monarca del Reino de Galizia, con lo que se restituiría el honor perdido con «la degradación del estatus de Reino a Ducado de Lugo». También exigen estos nostálgicos locoides que Lugo pase a ser la capital de ese reino fantástico, lo cual también ayudaría a poner en el mapa a esa ciudad de la que solo conocemos sus murallas. ¡Lugo existe! ¡Viva Rekiario!

Froilán apenas tiene 24 años y parece que lleva toda la vida entre nosotros. ¡Nació cuando la Francia de Zidane ganó su Mundial! Ayer. Sin embargo, tiene más tirón que Manu Tenorio y Bisbal juntos, esos músicos que retratan a la verdadera España y cuyo éxito incombustible lejos de los trending topics es más real que Quevedo o Nathy Peluso. Froilán es real, tiene sangre real y podría ser un rey real. Dice que lo único real es la muerte, de ahí lo de reo.

Si no fuera por una ley de rancio abolengo testosterónico, la infanta Elena pronunciaría cada Nochebuena el discurso de Navidad. Y su hijo Froilán, versión castiza del príncipe Harry, sería el siguiente en hacerlo. ¿Quién escribirá su biografía?

El otro día se me cayó la uña del dedo gordo del pie. Estaba azul como el mar Cantábrico tras una tormenta, malherida tras un partido de tenis demasiado vigoroso para mi edad. Cayó sola, sin sangre, como cayó el franquismo, sin que nadie atentara contra un dictador que «murió en la cama», pero tras décadas de resistencia y oposición clandestinas, así como avances sociales subterráneos.  

En un momento en que las infantas se esconden en Gales, una viendo pelis de Kurosawa y la otra jugando al fútbol, me acuerdo de esa uña. Del avance soterrado de la uña sustituta y renovada que hizo caer el cuerpo necrosado sin apenas trauma. Parecido proceso podría replicarse con esta monarquía parlamentaria que tiene en el froilanismo punk, en ese amplificar sus patéticas cogorzas de niño mal, un indicio revelador de que a esta familia desestructurada quizá le queden menos telediarios de los que pensamos. 

Froilán hace las maletas y abandona España tras una semana de lo más moviditaFroilán hace las maletas y abandona España tras una semana de lo más movidita
8 comentarios
  1. EmileZola

    Entre FROILÁN vive la vida que le sale de los cojones, y otras que liberan violadores para que le hagan trabajitos a las que tienen derecho a salir solas, de noche y borrachas, me quedo con el ciudadano Froilán ejerciendo de persona libre, aunque bajo palio de un país en Estado de Sitio.

  2. ToniPino

    De esa familia los únicos que se salvan son Felipe VI, que me parece un gran jefe de estado, y su madre. Es verdad que hemos tenido suerte con el hecho de que el heredero sea el primer varón y que Elena no haya llegado a reina, y que el impresentable de Froilán tampoco llegue a ser rey, afortunadamente. La herencia es un problema de las monarquías. Esto tampoco es garantía de éxito de la república. Con las dos nuestras los españoles no hemos tenido suerte, pues ambas fueron un auténtico desastre.

    Por cierto, la breve Primera República no acabó en guerra civil, sino con la vuelta de la monarquía en la persona de Alfonso XII, que tuvo un reinado corto y al que sucedió como regente su esposa la austriaca María Cristina, madre de Alfonso XIII, una gran reina que merecería más reconocimiento. Fue una mujer moralmente rígida, conservadora y muy religiosa, que se llevó mejor con el liberal Sagasta que con el conservador Cánovas.

  3. Klaus

    La familia real tendrá todas las pegas que usted quiera. El niño este (cuya vida a mí tampoco me interesa) probablemente es un imbécil más, como otro cualquiera. O es que le persigue la prensa. Todo lo que usted quiera.
    Pero:
    La monarquía tiene una virtud (negativa) imbatible: no es los partidos.
    Sólo por eso, contra mis impulsos emocionales, la prefiero para España a una república. Porque ésta estaría en manos de otras «familias» mucho, muchísimo, infinitamente peores, cuya formidable capacidad para dañar a nuestra sociedad y a nuestras instituciones está sobradamente acreditada. Ya sabe usted: los Pesoes, los Peperos, los Corleone…

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