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Esperanza Aguirre

Sánchez, como Al Capone

«Empieza a intuirse que el error de la ‘ley del solo sí es sí’ puede resultarle electoralmente más caro a nuestro autócrata que sus asaltos al Estado de derecho»

Opinión
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Sánchez, como Al Capone

Pedro Sánchez.

Sánchez enfila la recta final de esta Legislatura. Si se me preguntara qué es lo peor de las muchas cosas desastrosas que ha hecho en estos cuatro años no sabría qué contestar porque son innumerables.

Probablemente empezaría por decir que lo peor son los pasos que ha ido dando para acabar con las instituciones que un régimen democrático crea para garantizar los derechos de las minorías y evitar la dictadura de la mayoría. La división de poderes y la independencia judicial son dos principios imprescindibles que Sánchez ha decidido vulnerar sin el menor reparo. De la misma forma que no le ha temblado el pulso a la hora de asaltar instituciones que deben estar al servicio de todos los ciudadanos para convertirlas en feudos sanchistas, dirigidas por fieles esbirros suyos. Ahí están el Tribunal Constitucional, el CIS, RTVE, el INE, el CNI, Correos o la Fiscalía General del Estado. Por no hablar de su trato hacia las personas que encarnan y han encarnado la Monarquía Constitucional.

Algún otro pensará que lo peor de su gestión ha sido la saña con la que ha reabierto las heridas de la Guerra Civil para cultivar el odio y para dividir a los españoles con su nefasta Ley de Memoria Democrática y, en general, con sus constantes referencias a una interpretación sectaria y mentirosa de la Historia de España. Su desprecio hacia la Transición, el mejor momento de los últimos dos siglos de nuestra Historia, cuando no una activa militancia contra los valores que encarna, provocan en cualquier persona decente un rechazo insuperable.

Otros pueden pensar que lo peor han sido las cesiones a sus socios, a los que debe estos cuatro años de poder con pretensiones de absoluto. Ver a los asesinos etarras en las cárceles cuya administración está en manos del Gobierno vasco, dispuesto siempre a otorgarles todos los beneficios penitenciarios habidos y por haber, es un escándalo. Por no hablar del que provoca contemplar cómo ha sido capaz de tragar con todas las exigencias de los golpistas catalanes, desde indultarles hasta que le dicten el nuevo Código Penal. Para que se vayan preparando y vuelvan a hacerlo, esta vez impunemente.

«De los podemitas, lo único que le ha interesado son los votos para mantenerse en el poder»

Estos tres bloques de actuaciones, unidos a la Ley de Educación (Celáa: «Los hijos no son de los padres»), constituyen, a mi entender, el núcleo de lo que ha sido su gobierno. Nada de esto dijo, ya se encargó de esconderlo, en todas las campañas electorales, que se basaron, como todos sabemos, en las mentiras más clamorosas que imaginarse pueda.

Puede ser interesante analizar qué papel ha tenido Podemos en su deriva hacia el modelo bolivariano. Cuando se ve su trayectoria, se comprueba que, de los podemitas, lo único que le ha interesado son los votos para mantenerse en el poder, a cambio, eso sí, de mantenerles también a ellos en el poder.

En el fondo les ha considerado siempre como a unos agitadores universitarios, especializados en asambleas de facultad, a los que había que dar alguna migaja de poder para obtener su apoyo. De ahí las carteras ministeriales que les entregó. Por cierto, que esa entrega nos da una pista del lugar que ocupan en el interés de Sánchez las materias de esos ministerios: Universidades, Consumo, Trabajo, Asuntos Sociales e Igualdad.

Dejar esas materias en manos de esos agitadores, con escasa preparación profesional, administrativa y jurídica, si es que tienen alguna, era exponerse a lo que ahora le ha pasado a Sánchez. Que el equipo del llamado Ministerio de Igualdad ha elaborado una ley de una forma tan absolutamente torpe que, una vez promulgada, ha empezado a surtir los efectos radicalmente contrarios a lo que pretendía.

«La ‘ley del solo sí es sí’ ha dejado en evidencia a todo el Gobierno sanchista»

Pero las consecuencias de esta ley no han demostrado únicamente la torpeza de todos los asesores –y asesoras, claro- que Podemos había colocado en ese ministerio que Sánchez les había regalado. También ha dejado en evidencia a todo el Gobierno sanchista, que no ha sido capaz de darse cuenta de los disparates jurídicos que contiene el texto que los chicos de la asamblea de facultad habían preparado.

El disparate de la ley del solo sí es sí, comparado con los tres bloques de actuaciones esenciales que he señalado antes, me atrevo a calificarlo como de menor cuantía. Sin embargo, esa suelta de violadores y pederastas, facilitada por el texto de una ley demencial, está conmocionando a muchos ciudadanos, que no pueden dar crédito a lo que sus ojos ven. Muchos ciudadanos que, incluso, habían votado a Sánchez. Hasta el punto de que empieza a intuirse que el error de esta ley puede resultarle electoralmente más caro a nuestro autócrata que todos sus asaltos al Estado de Derecho, a la convivencia de los españoles, a la memoria de las víctimas de ETA o a la Monarquía.

Lo que me ha hecho recordar la historia de Al Capone, que, después de una trayectoria de crímenes sin fin, acabó en la cárcel por una evasión de impuestos.

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