THE OBJECTIVE
Koldo Salazar López

La guerra proxy entre Arabia Saudí e Irán

Arabia Saudí e Irán son dos estados muy densos a nivel geopolítico en Oriente Medio. La lucha por potenciar las comunidades a través de las cuales pueden tomar el poder en el resto de la región y darles la primacía regional ha hecho correr ríos de sangre

Opinión
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La guerra proxy entre Arabia Saudí e Irán

Cuando triunfó la Revolución iraní y el ayatolá Jomeini toma el poder transformando Irán de una monarquía occidentalizada a una República islámica tradicional, religiosa y nacional, Arabia Saudí comienza a ser importante. Antes apenas era un reino que se sostenía por el interés de Estados Unidos en sus pozos de petróleo. Sin embargo, a partir de los años setenta Arabia Saudí comienza a tomar fuerza en Oriente Medio. A las monarquías absolutistas y religiosas del mundo árabe, así como a las repúblicas socialistas laicas durante la “Guerra Fría Árabe”, se les abre un nuevo frente: los islamistas tradicionalistas y ambos grupos saltan a la palestra e Irán es el primer estado en caer.

Esta Guerra Fría ha provocado choques diplomáticos entre Riad y Teherán, crisis diplomáticas como la que existe entre Qatar y Arabia Saudí. Este último país lanzó una ofensiva contra Doha que privó al país árabe del apoyo de Baréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Libia, Maldivas y Yemen (la zona controlada por Arabia Saudí) debido a las sospechas de buenas relaciones entre Qatar e Irán. De hecho, tras esta crisis las relaciones con Turquía mejoraron (de hecho, Erdogan tiene tropas desplegadas en Qatar para garantizar la seguridad del país). Las relaciones con Irán mejoraron tanto que las relaciones entre ambas naciones del Golfo Pérsico son más estrechas que nunca.

Guerras proxy

La guerra de Irak: en el año 2003, los estadounidenses replicaron el modelo de Taif para hacer gobernable una zona de posguerra que era un caos total. Tras la caída de Sadam Husein, Estados Unidos sólo podía confiar (a ratos) en los chiitas, ya que un poder sunita podía ser baazista o yihadista, que, en ambos casos, era abiertamente antinorteamericano. Por otro lado, estaban los kurdos, sus grandes aliados, que por desgracia para ellos no eran suficientes como para gobernar Irak, de tal forma que el poder recayó en los chiitas, que, tan pronto como pudieron, se fueron con Teherán. La esfera de poder iraquí, tradicionalmente sunita, tornó en chiita y Arabia Saudí aprovechó la coyuntura en el país para atraer al país a su esfera de influencia a causa de la inestabilidad provocada por grupos como Daesh, Al Qaeda o los separatistas kurdos, al igual que Irán hizo desde 2003.

La guerra en Siria: desde el año 2011, el proceso de revoluciones dentro de la esfera árabe propició a Arabia Saudí la manera de penetrar en Siria, una región estrechamente ligada a Irán y a Hezbolá, mortales enemigos de Riad. Siria se convirtió en un campo de batalla indirecto para ambos países y se ha saldado con la derrota de Arabia Saudí tanto por Irán como por Turquía, que ha sabido capitalizar a los radicales sunitas.

Yemen: los contendientes son los remanentes de Mansur-Hadi, ex presidente de Yemen, apoyado por Arabia Saudí con la asistencia de Al Qaeda en la península arábiga, Al Shabab, Daesh y grupos mercenarios pagados por Riad frente a los remanentes del ex presidente Alí Abdullah Salé y de la milicia Ansarullah, que practica un Islam chií de escuela Zaydí, cercana al sunismo, enfrentada al Wahabismo y el Salafismo. La guerra está estancada y se basa en constantes bloqueos y ataques de Arabia a centros civiles provocando muchos muertos en una larga guerra que no tiene ni un fin ni un vencedor claro, aunque Ansarullah, vinculado a Irán, lleva ventaja.

Nigeria: hasta el África negra llega el conflicto entre estos dos gigantes. En primer lugar, el ayatolá nigeriano Ibrahim Zakzaki, que logró un alto índice de conversiones del sunismo al chiismo en el país. Por esto ha sido reprimido por tropas del Gobierno nigeriano (con buenas relaciones con Arabia), y al mismo tiempo por el grupo terrorista Boko Haram, filial de Al Qaeda primero y del Estado Islámico después.

Sudán: ocurrió algo parecido con Port Sudán, donde los iraníes tenían acuerdos de uso del puerto. Sin embargo, por las crisis diplomáticas, instigadas por Arabia Saudí, la Armada iraní y su flota comercial tuvieron que dejar de amarrar allí siendo una significativa victoria para el gobierno de Arabia.

Afganistán: Irán siempre ha mantenido buenas relaciones con los afganos debido a la raíz irania común entre los pastunes (mayoría de la población afgana) y los persas. Sin embargo, para Arabia Saudí la presencia de los talibanes, radicales sunitas, le abrió las puertas de Asia Central para poder desestabilizar al gobierno de Teherán. Durante la era talibán, sólo Arabia, Pakistán y los Emiratos reconocieron y apoyaron al emirato afgano, que en 1998 estuvo a punto de ir a la guerra con Irán. Pero la caída de los talibanes permitió de nuevo a Irán penetrar en el territorio y reducir la influencia saudí, sobre todo con el apoyo de los chiitas afganos (los hazara). 

En este escenario, ambos países mantienen importantes esferas de influencia.

Pakistán: este es un estado multireligioso que hace frontera con Irán y que está muy ligado a Arabia Saudí, ya que su cúpula, tanto militar como política, está cercana a este país. Sin embargo, en Pakistán los chiitas representan en torno al 20% de su población (aparte hay otros grupos como cristianos, ahmadíes, sijs, etc). El enfrentamiento es entre chiitas y sunitas. De hecho, se estima que desde 2008 miles de chiitas han sido asesinados en Pakistán por grupos terroristas vinculados al servicio secreto pakistaní y a grupos terroristas con apoyo saudí. Aparte, el grupo islamista radical sunita-baluchí, Jaish ul-Adl, que ataca a Irán, tiene base en Pakistán, y la Liwa Zainebiyoun, una milicia chiita pakistaní, está bajo mando iraní al que se ha detectado luchando tanto en Siria como en Yemen.

El Líbano: existe también una guerra entre ambos países, pero Irán, con el apoyo de Hezbolá, ha podido ser capaz de contener la influencia saudí. El ex primer ministro Saad Hariri, sunita, del partido Movimiento del Futuro, está muy vinculado a Arabia Saudí. Sin embargo, a pesar de la influencia iraní a través de Hezbolá, entre los sunitas Turquía ha sido el enemigo más corrosivo al que ha tenido que enfrentarse Riad, ya que ha logrado ganar influencia en todo el país.

La paradoja armenia: Armenia es un estado cristiano de etnia muy vinculada a Irán y cuya comunidad en el país persa es grande e influyente, por lo que los armenios han tenido un aliado regional en Irán. Especialmente, tras la última Guerra de Nagorno Karabaj, donde Irán se posicionó con los armenios frente al expansionismo azerí y el apoyo turco a Bakú, posición que compartió con Arabia Saudí, íntimo rival y enemigo de los turcos e iraníes. Desde su posición compartida con Irán, llegó a ofrecer combatientes (que desde Yerevan y Stepanakert rechazaron) y reconoció públicamente el genocidio armenio.

Una guerra entre dos estados que representan dos formas de liderazgo en Oriente Medio: el modelo árabe wahabista y el modelo iraní chiita, que están en guerra y que por su importancia capital han desestabilizado todo Oriente Medio.

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