Miguel Ricardo de Álava y los cuadros del Louvre
Gracias al General Álava se rescataron trescientas obras de arte de un valor incalculable
La historia de España está repleta de grandes personajes y fascinantes anécdotas, la mayoría de ellas desconocidas. Una de esas figuras es Miguel Ricardo de Álava y Esquível, conocido como General Álava. Nació en el seno de una familia noble en Vitoria el 7 de febrero de 1772, dedicó su vida al ejército, la política y la diplomacia, hasta que finalmente falleció el 14 de julio de 1843.
Fue Presidente del Consejo de Ministros de España durante unos días en 1835, de él se podrían contar grandes hazañas, cómo por ejemplo que es una de las pocas personas, o quizá la única, que sobrevivió a la batalla de Waterloo y la de Trafalgar contra Napoleón Bonaparte, sin duda una de las figuras más relevantes del liberalismo decimonónico español.
El Tratado de Fontainebleau en 1807 dio paso a la Grande Armeé a España, ocupando las ciudades hispanas y comenzando así el periodo conocido como la Guerra de la Independencia (1808-1814) España estaba devastada, la economía destruida, el ejercito desarticulado, y no sólo eso, sino que sufrió un expolio patrimonial sin precedentes. El Real Decreto firmado el 18 de julio de 1809 suprimía todas las órdenes religiosas masculinas y el patrimonio pasaba a ser propiedad estatal. Esto sirvió de precedente para saquear iglesias, palacios, tumbas, conventos, pinturas, esculturas…Es conocida la figura del mariscal Soult, que rapiño en Andalucía numerosas obras de arte como la Inmaculada de Murillo, ganándose el apodo de Napoladrón.
Napoleón quería crear un museo como el Louvre en Madrid, el emplazamiento elegido era el Palacio de Buenavista, lo que actualmente es hoy el Cuartel General del Ejército de Tierra. Este Museo Josefino debería acabar con el expolio, pero no funcionó, finalmente muchas de esas obras salieron de España rumbo a París, un convoy de dos mil carros cargados con obras de incalculable valor.
Tras la caída de Napoleón se exigió que se devolviera todo lo robado, pero París hizo caso omiso. Es aquí donde cobra protagonismo la figura de Miguel Ricardo de Álava, embajador en París en aquella época. Organizó un destacamento armado y asaltó el Museo del Louvre. El capitán y ayudante de Álava, Nicolás Miniussir, junto con el pintor Francisco Lacoma, reunieron un contingente de 200 infantes armados con fusiles y bayonetas. El por aquel entonces director del museo, Vivant Denon, se negó a que los cuadros salieran de allí. El capitán Miniussir sólo consiguió sacar doce obras y le remitió a Miguel Ricardo una carta donde exponía que al día siguiente volvería de nuevo. Y, en efecto, a la mañana siguiente temprano lograría rescatar doscientos ochenta y cuatro cuadros y cinco objetos más. Aunque se quedaron cuadros de Velázquez, Murillo, Ribera, Tiziano… todos los que conforman la sala española del Louvre. Álava envió los cuadros al puerto de Bruselas y posteriormente a Amberes. En 1816 llegarían a la Academia de Bellas Artes de San Fernando y finalmente serían depositados en el Prado.
España no fue la única víctima del expolio francés, durante veinte años el ejercito napoleónico incautó el patrimonio de los países que invadía en concepto de derecho de conquista.