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Ineptos y corruptos

«No cesar a quien ha demostrado sobradamente su ineptitud y legislar con la única intención de obtener el voto de los electores también es moralmente corrupción»

Opinión

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  • Desde siempre me ha gustado leer y escribir. En el Derecho he
    encontrado el rigor del método y en el periodismo el gusto por la
    literatura. Prefiero hacer reflexionar al lector que convencerle. Me
    considero racionalista, liberal y socialdemócrata.

En la selección de nuestros políticos creo que nos preocupa más la corrupción que la ineptitud. Tengo dudas sobre que es peor, si una cosa o la otra, pero tras darle muchas vueltas a lo largo de estos años en el que ambas ocupan tantos titulares de prensa, me inclino por creer que hace más daño a la sociedad el político técnicamente incompetente que el moralmente deshonesto. Y, además, si el incompetente no asume su responsabilidad, también es corrupto.

Sin duda el corrupto habitual suscita un sentimiento de indignación moral, se desprecia a la persona que desde su posición de poder ha abusado de él en beneficio propio, de su familia o amigos, del partido o grupo de interés al que pertenece. Emocionalmente, el corrupto es la peor espécimen del político. Pensado más fríamente, debemos pasar a los matices, siempre importantes.

En efecto, sin desdeñar ni mucho menos el aspecto moral, tan relevante de la personalidad de cada uno, hay que tener en cuenta que lo que primordialmente cuenta en la actividad política es el beneficio o perjuicio de las decisiones que se toman de acuerdo con los principios y valores por los cuales has aceptado el cargo para el que, directa o indirectamente, has sido propuesto. La política, en definitiva, es una actividad con fines prácticos y debe ser juzgada de acuerdo con el cumplimiento, mayor o menor, de estos fines.

En los últimos años, desgraciadamente encontramos en la vida política española múltiples ejemplos sobre los que reflexionar. En lo que respecta a corrupción, dos son los casos estrella: la trama Gürtel, con sus interminables flecos, y el escándalo de los ERE en Andalucía, recientemente sentenciado. ¿Desde qué parámetros debemos juzgar su grado de mayor o menor corrupción?

«Es difícil encontrar un criterio para determinar cuál es más importante – e indignante – como casos claros de corrupción política»

Si es por la cuantía del dinero defraudado, no hay duda que los cientos de millones de los ERE es mucho más grave que, en comparación, las relativamente exiguas cantidades que se repartieron en el famoso caso Gürtel. El primero fue un caso de clientelismo político y la enorme cantidad malversada fue muy repartida entre cargos socialistas, amigos y familiares.

El segundo tuvo por protagonistas a un puñado de mangantes, además con aspecto de tales, que por lo visto daban algunas migajas -sustanciosas pero migajas- al PP o a sus dirigentes. ¿Cantidad, implicación de partidos, conocimiento de los fraudes por parte de sus dirigentes? Es difícil encontrar un criterio para determinar cuál es más importante -e indignante- como casos claros de corrupción política. Además, pocos partidos, siempre de pequeño tamaño, se han visto a salvo de casos de corrupción. El listado que ofrece Wikipedia es impresionante.

¿Es un tipo de corrupción de la que se benefician las arcas de los partidos o algunos de sus afiliados y cargos públicos? En algunos casos ello parece claro, en otros reina la más absoluta oscuridad o, por lo menos, no hay pruebas determinantes que demuestren quiénes son los beneficiarios. En todo caso, la naturaleza humana es como es, no hace falta añadir más para que se entienda, los hombres no son angelitos venidos del cielo, si así fuera sobrarían el código penal y otras normas jurídicas sancionadoras.

También en la otra cuestión, la incompetencia e ineptitud de los cargos políticos, tenemos ejemplos recientísimos, el más notorio el de los trenes de la cornisa cántabra cuyos vagones no pasaban por los numerosos túneles de aquella montañosa zona por la que discurre el ferrocarril. Es un caso de risa -si no fuera para llorar– cuyos principales responsables políticos han pagado ya sus culpas, especialmente porque habían ocultado tal disparate desde hace más de un año. Un suceso grotesco que hubiera hecho en otros tiempos, con permiso de la censura, las delicias de La Codorniz.

Ahora bien, ¿cuántos otros casos, de igual o más calibre económico, pasan desapercibidos? Controlar a las administraciones públicas no es nada fácil y la responsabilidad se asume con simples ceses y no con multas y penas de cárcel.

Hace pocos días, en una agradable y sabrosa comida entre amigos, una muy respetada jurista planteó si los cargos públicos que ejercieran de forma deficiente su actividad política –en especial aquellas que comporten costes económicos que debe asumir el fisco- no deberían asumir también responsabilidades patrimoniales y penales más allá de las simplemente políticas, es decir, el simple cese impuesto por el superior jerárquico o perder la confianza de los electores en los siguientes comicios.

«Una mala política es infinitamente más perjudicial que los casos de corrupción»

Habría que darle una larga pensada a todo ello porque es una cuestión muy compleja pero creo que valdría la pena plantearnos este debate a la vista de la creciente incompetencia de nuestros políticos. Porque si lo pensamos rectamente podemos convenir que una mala política es infinitamente más perjudicial que los casos de corrupción, incluso los más notorios como son los mencionados.

Incluso, para acabar, muchas de estas políticas son también moralmente corruptas porque sólo se justifican para que el partido que gobierna consolide su posición en las siguientes elecciones, no por razones de interés general.

Sólo dos ejemplos. Primero, ¿no deben ser cesados por incompetencia manifiesta aquellos cargos responsables de la chapucera ley del solo sí es sí que ahora se complicará aún más por sus interconexiones con la llamada ley trans? Segundo, ¿es éticamente aceptable una subida lineal de las pensiones, es decir, que el porcentaje de aumento sea igual para las máximas que para las mínimas, por la sola razón de que todos son igualmente electores, aun dejando una deuda enorme cuyo deber de amortizarla será satisfecho por las generaciones futuras?

Con ello quiero mostrar que no solo es corrupción aquello que hasta ahora hemos dado en llamar corrupción. También la incompetencia y la demagogia deben tener, en cierta manera, ese trato. No cesar a quien ha demostrado sobradamente su ineptitud y legislar con la única intención de obtener el voto de los electores también es moralmente corrupción.

17 comentarios
  1. WhiteRussian97

    Yo lo tengo claro: la ineptitud e incompetencia políticas son bastantes enteros más graves que la corrupción tal cual ésta última se entiende comúnmente, es decir: «chorizar» pasta gansa de los fondos públicos, bien directamente o a través de ganancias colaterales, por usar un eufemismo generoso. Pero el dinero, por sí solo, no es garantía de nada, y menos de un seguro de felicidad: no pocas veces, la posesión de grandes sumas se convierte en la antesala de una inmensa soledad y aislamiento de las personas una vez queridas, de enfrentamientos que pueden devenir en tragedias. Sin embargo, me dirán, y con razón, que también es la llave para no pocos goces y disfrutes. Cierto es, y hasta se podría hacer de forma sana, entiéndaseme la suave ironía. Pero una enorme ración de gambas, una suculenta langosta o un inmejorable chuletón al punto, o ese delicado wagyu, pueden resultar indigestos en según qué ocasiones. Un vino histórico o un escocés de alta alcurnia pueden dejarte KO si se mezclan mal o se beben sin límite. Y unos gramillos cortados con polvos de talco o limadura de granito te pueden llevar a un viaje sin billete de vuelta. Dinero limpio puede ser un oxímoron. Por contra, está la ineptitud, que podrá causar cuantiosas pérdidas económicas, o bien no tener nada que ver con la ruta de ningún dinero, pero los estragos que puede ocasionar afectan, aquí sí, colateralmente a segundos o terceros, sin que quien la ostenta se moje ni salpique. Como apunta de Carreras, la actual ley del SSES, heredera directa de la LIVG del gobierno Zapatero (confer artículo de este mismo medio) ha provocado tragedias como no pocos suicidios de varones que, desde hace ya casi dos décadas, no han podido hacer frente al desamparo legal que producen leyes perversas como esta, llenas de defectos inherentes desde su concepción. Lo tengo claro, como un dry martini.

  2. Cromwell

    Señor Carreras, pregunta Vd si, «¿Es éticamente aceptable una subida lineal de las pensiones, es decir, que el porcentaje de aumento sea igual para las máximas que para las mínimas?» Yo le digo: ¿Es ético que cotice más una persona por tener una nómina más alta, para finalmente cobrar una pensión que se aproxima a la pensión mínima?. No engañen a las personas, las reglas de juego se deben mantener hasta que el partido termine. Si quieren que todos cobren la misma pensión perfecto, que todos coticen lo mismo. De lo contrario se trataría de un impuesto redundante con el IRPF y otros impuestos. Se trataría de una simple extracción.

  3. danif

    Ahora el fútbol ,antes un montón de corrupciones en todos los ámbitos ¿ cuántas denuncias de corrupción en Cataluña, han salido del periodismo catalán ? Y lo mismo de las ineficiencias del sector público¿ No será que Cataluña tiene un superávit de corrupción y un déficit acreditado de calidad de servicios y prestaciones sociales porque carece de medios independientes y solventes que hagan un seguimiento de la corrupción y de la calidad de los mismos y publiquen las carencias de la gestión pública? Aunque ¿ cómo van a denunciar la incompetencia y la corrupción de sus políticos si reciben de ellos las subvenciones?

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