THE OBJECTIVE
Cristina Casabón

Nuestras divas políticas

«Sus liderazgos son reales, temperamentales y más resueltos que las feministas profesionales de la izquierda. Ni hablan con una sola voz ni pierden su gracejo»

Opinión
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Nuestras divas políticas

Macarena Olona.

Siempre que veo a Macarena Olona pienso en La Nardo de Ramón Gómez de la Serna. La explicación es la peineta de bailaora flamenca que lleva la Nardo en la cabeza, el peinecillo minúsculo de las castizas. Esta semana Macarena ha regresado a la tele para insinuar cosas y sobre todo para que no nos olvidemos de ella. El aparato político mediático va muy rápido y quien se va a Sevilla pierde su trono.

Princesa destronada, pero princesa del pueblo para algunos. Cuenta que querían robarle su silla, como si acabara de descubrir la política. Ella ha sido, sin embargo, una de las divas de los últimos tiempos. Nuestra vida política necesita también de mujeres que metan pasión por lo español, reales hembras que den empujones a la vida.

Macarena, como Isabel y Cayetana, son mujeres que nos contagian de ese fermento valiente de lo femenino. Madrid sería una ciudad híbrida y gris, un paisaje gris, sin personalidad ni belleza; una capital uniforme y cualquiera, una de esas ciudades testiculares e inhóspitas de no ser por Ayuso. Y ya lo dijo Évole, que Macarena fue la Ayuso de Vox. A veces son el encanto y la solera de Madrid; otras un enemigo peligroso.

Esos aires políticos, estos vientos frescos han costado el puesto al simpático Casado y la carrera política al señor Pablo Iglesias. No podemos tomarnos a las femmes fatales a broma. Empujones, ya digo, a la vida o al que se ponga por delante: al dirigente con su escritorio de caoba, su silla y el maletín, el perchero y las gomas de borrar.

Olona ha insinuado que Vox podría ser ilegalizado, pero que ella no quiere que tal cosa se nos pase por la cabeza. Si este partido fuera ilegal, como ya ha sugerido Carmen Calvo (otro mujeronío de armas tomar) irían todos detrás, porque hay partidos en el Gobierno que se han declarado abiertamente anticonstitucionales. Por eso todos esperan que a Macarena se le pase el disgusto y el afán regeneracionista.

«Las divas pueden caer en el papel de víctimas, pero es solo uno de los disfraces temporales con el que esconden su vanidad»

Las divas ya van siendo lo mejor que ha pasado por nuestra política y hay que dejar que cada una llegue hasta donde pueda. Algunos dicen que tendrá su propio partido. A ratos Macarena tenía algo de heroína de la fiesta, pero sufre por la pérdida de su público, los focos y las cámaras. Las divas pueden caer fácilmente en el papel de víctimas, pero éste es solo uno de los disfraces temporales con el que esconden su vanidad. Quien las conoce sabe que son mujeres de rompe y rasga, de bandera y gran tronío. Probablemente fundará su partido, su mujeronío de derechas, que tendrá su sello de lo fatal.

Las Nardos son liderazgos reales, temperamentales y mucho más resueltos que las feministas profesionales de la izquierda. Ni hablan con una sola voz ni pierden su gracejo, que es un desparpajo muy español y muy castizo. Cada época tiene sus Nardos. Pueden engullir al macho alfa cual mantis religiosa, perturbar la calma chicha de nuestra partitocracia y hacer temblar un statu quo con la publicación de un libro. Si este país fuera un poco más avanzado, ya habrían llegado a la presidencia del Gobierno y serían las feministas del cotarro político. Algunos, sin embargo, no captan el verdadero feminismo aunque lo tengan delante, haciendo temblar a todo el statu quo.

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