Pedro Sánchez en la foto de Colón
«Podemos, a buen seguro, tratará de construir una nueva foto de Colón, esta vez con Pedro Sánchez en el centro de la misma»
Quienes nos dedicamos a la consultoría política, esto es, a ayudar a candidatos y partidos a ganar elecciones, sabemos que este es un campo en el que las cuestiones simbólicas y las emocionales son al menos tan importantes como las ideológicas y programáticas.
También sabemos que, simplificando muchísimo, existen dos formas de ganar unos comicios: la primera consiste en motivar a tus electores para que acudan a las urnas de forma masiva, mientras que la segunda estriba en desincentivar la participación de los votantes del partido rival con el fin de que estos se queden en su casa el día de las elecciones.
Sencillo, ¿verdad? Pues parece que no tanto.
Si fuera tan fácil y por solo poner dos ejemplos, ni el PSOE liderado por Joaquín Almunia hubiera firmado jamás el pacto electoral más lesivo de su historia con la Izquierda Unida de Francisco Frutos, un pacto que convertía a los socialistas en una suerte de Frente Popular 2.0 para los votantes más moderados y que les llevó al desastre electoral; ni el PP de Pablo Casado, a pesar de todas las salvajes presiones que recibió por parte de la caverna mediática, hubiera permitido nunca ser fotografiado en la madrileña plaza de Colón del brazo de Santiago Abascal.
Una imagen icónica que mientras por un lado convenció a toda la izquierda de acudir a las urnas de forma masiva en las siguientes elecciones ofreciéndoles un enemigo único contra el que votar, por otro realizó la transferencia de legitimidad democrática que consolidó definitivamente a Vox, su rival electoral más encarnizado en la pelea por el voto conservador.
Una fotografía que además sirvió para legitimar de alguna sádica manera el pacto de Sánchez con populistas e independentistas e inauguró la España de la polarización exacerbada convirtiéndose, además, en el mito fundacional de la misma.
«Las próximas semanas nos dirán si el PP persevera en esta estrategia que le sitúa como un partido susceptible de ser votado por la mayoría de los españoles o vuelve a enfangarse en esas irrelevantes batallitas culturales que tanto gustan»
Una fotografía que a pesar de los esfuerzos del mismo Pablo Casado (recordemos su excelente discurso contra la primera moción de censura de Vox) y de Alberto Núñez Feijoo, seguía revoloteando sobre los votantes moderados dificultando su desembarco en las filas del PP.
Una fotografía que definitivamente ha sido hecha pedazos la pasada semana en el congreso de los diputados con la votación que a iniciativa del PSOE iniciaba el proceso de modificación de la infame ley del ‘solo sí es sí’ y que, tras ser rechazada por los socios de legislatura de Sánchez, sólo fue aprobada gracias a los votos del Partido Popular sacando de paso una nueva foto.
Esta es la de un PP investido de sentido de estado que sobreponiéndose a sus intereses partidistas (era muy pero que muy tentador que el PSOE perdiese la votación) es capaz de rescatar al principal partido del gobierno de los órdagos de sus socios y consigue acabar con una ley que estaba lesionando día a día los derechos de las mujeres de este país.
Las próximas semanas nos dirán si el PP persevera en esta estrategia que le sitúa como un partido susceptible de ser votado por la mayoría de los españoles o vuelve a enfangarse en esas irrelevantes batallitas culturales que tanto gustan a los columnistas de la derechona confesional y que tanto les alejan de convertirse en un partido hegemónico.
De lo que estoy seguro es de que los que, como ya hicieron en el debate parlamentario, quienes no van a ser capaces de huir de la tentación son los estrategas de Podemos, que a buen seguro tratarán de construir una nueva foto de Colón, esta vez con Pedro Sánchez en el centro de la misma.