THE OBJECTIVE
Álvaro Nieto

Mr. Euro o el hombre que presumía de ser más liberal que Rato

Algunos tendrán ahora la tentación de criticar a Solbes con ocasión de su fallecimiento, pero precisamente conviene resaltar todo lo que él representaba y de lo que tan lejos están los actuales dirigentes de Bruselas y España

Opinión
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Mr. Euro o el hombre que presumía de ser más liberal que Rato

Pedro Solbes en su etapa como vicepresidente del Gobierno. | EFE

Ahora que lamentablemente se ha muerto, seguro que Pedro Solbes Mira (1942-2023) me perdonará que desvele un secretillo de la época en que ambos estábamos en Bruselas y en España gobernaba el Partido Popular. No me lo dijo en una sola ocasión, sino que era una especie de cantinela que me repetía cada vez que yo le reprochaba alguna actuación de la Comisión Europea o hablábamos sobre la política económica del segundo gobierno de José María Aznar: «No te equivoques, Álvaro, yo soy más liberal que Rodrigo Rato».

Así fue como siempre se definió en privado Solbes, como un liberal tradicional muy cómodo en su momento con la política de austeridad que se impuso en la Unión Europea como consecuencia de la introducción del euro. Él, como comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios entre 1999 y 2004, tuvo que aplicar a rajatabla el denominado Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), una herramienta fundamental para la consolidación de la moneda única y que hoy parece sepultada en algún sótano de Bruselas, pues el Ejecutivo comunitario actual ha olvidado por completo las reglas que allí se establecían: tope del 60% del PIB a la deuda pública, límite del 3% al déficit y los precios controlados por debajo del 2%. Nada de eso se cumple ya en países como España, muy alejados de esas cifras, y nadie parece tener el menor interés en exigirlo.

La figura de Solbes ha quedado tristemente empañada para la inmensa mayoría de españoles por la campaña electoral de 2008, en que se prestó a negar la evidencia de la crisis económica en aras de salvar a Zapatero en las urnas. Y lo consiguió, pero dado que empezó a estar muy incómodo con la deriva del PSOE de aquellos años, decidió apartarse enseguida. Su gestión al frente del Ministerio de Economía no fue especialmente mala: lo peor vino después. Solbes era el hombre de Bruselas en Madrid para contener cualquier veleidad despilfarradora del ejecutivo socialista. Algo así como lo que sucedió años más tarde con la llegada de Nadia Calviño al Gobierno de Sánchez, si bien Solbes siempre supo mantener su espíritu liberal y no ceder a las tentaciones populistas de algunos de sus compañeros de gabinete. Todo lo contrario de lo que parece haberle sucedido a Calviño.

Si no fuera por la mancha de haber negado la crisis financiera hasta cuando ya notábamos sus terribles consecuencias, Solbes hubiera pasado a la historia como un gran servidor público de España. Fue dos veces ministro con Felipe González, pero su gran aportación política fue, sin lugar a dudas, la que dejó en su etapa en Bruselas. Llegó en 1999 junto a la también grande Loyola de Palacio para integrarse en la Comisión Europea que iba a dirigir el italiano Romano Prodi. Aquel Ejecutivo comunitario tenía una misión fundamental: acometer con éxito la introducción física del euro el 1 de enero de 2002. Y el hombre elegido para pilotar esa operación fue Solbes, al que se nombró comisario de Asuntos Económicos y, a la sazón, Míster Euro.

Solbes fue implacable en la aplicación del PEC durante todos sus años. No le tembló el pulso para iniciar procedimientos de infracción contra los países que no cumpliesen las estrictas normas presupuestarias aunque fueran muy grandes y poderosos (¿se acordarán de ello los actuales dirigentes de la Comisión?).

«Más que criticarle, creo que deberíamos hoy añorar que no haya más gente como él en la actual cúpula del PSOE»

El 31 de diciembre de 2001 algunos periodistas españoles nos tuvimos que quedar en Bruselas para cubrir un gran acontecimiento. A las doce de la noche entraba en vigor el euro y había que estar vigilantes por lo que pudiera pasar. Allí estaba Solbes dirigiendo la transición junto a los ministros de Economía de la zona euro. A medianoche, mientras los españoles tomaban las tradicionales uvas, hicimos cola en uno de los cajeros automáticos del barrio europeo de la capital belga y comprobamos con alegría que sí, que de aquel cacharro empezaban a salir billetes de euro por primera vez en la historia. Imaginen los más jóvenes la magnitud del operativo que tuvo que montarse aquel día. Y Europa estuvo a la altura del desafío.

Pasada la primera madrugada con el euro ya en circulación, Solbes quiso celebrar el éxito con un almuerzo el día de año nuevo junto a unos pocos periodistas españoles que allí estábamos especializados en economía. Acudí gustoso a la invitación en un céntrico restaurante bruselense y, para nuestra sorpresa, el comisario nos tenía reservado un pequeño regalo para cada uno: una bolsita con un juego de monedas de euro, desde la de un céntimo hasta la de dos euros. La emoción nos embargó por momentos porque los que allí estábamos sabíamos la grandeza de aquel paso dado por la UE y habíamos padecido durante toda nuestra vida los engorrosos cambios de moneda cada vez que íbamos a otro país comunitario.

Seguramente algunos tendrán ahora la tentación de criticar a Solbes con ocasión de su fallecimiento, pero yo creo que precisamente conviene resaltar todo lo que él representaba, y que tan alejado está de lo que hacen hoy tanto sus sucesores en Bruselas como en el Ministerio de Economía. Solbes era la ortodoxia personificada, un hombre más de números que de eslóganes, un político serio y educado. Y, como buen liberal, se encontraba a años luz de la política económica seguida por el Gobierno de Pedro Sánchez. Por tanto, más que criticarle, creo que deberíamos hoy añorar que no haya más gente como él en la actual cúpula del PSOE. Descanse en paz.

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