THE OBJECTIVE
Álvaro Nieto

El preocupante sanchismo de la Comisión Europea

«Resulta indignante que Bruselas haya comprado la mercancía averiada de las pensiones… y deje las reformas de calado en España para más adelante»

Opinión
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El preocupante sanchismo de la Comisión Europea

Pedro Sánchez junto a Ursula Von der Leyen en una imagen de archivo. | EFE

Para aquellos que somos firmes defensores del proyecto europeo está resultando especialmente decepcionante comprobar cómo una de las instituciones comunitarias, la Comisión Europea, ha decidido hacer dejación de sus responsabilidades en todo lo que se refiere a España.

El último capítulo es el que tiene que ver con la reforma del sistema de pensiones. Según se ha encargado de airear a bombo y platillo el Gobierno de Pedro Sánchez, Bruselas ha dado el visto bueno al engendro que ha perpetrado el antaño lúcido José Luis Escrivá. Pero, por mucho que se mire el contenido de la reforma, es difícil encontrar el motivo por el que la Comisión va a santificarlo.

Que España tiene un problema con la sostenibilidad de las pensiones, derivado en buena medida de la baja natalidad, lo sabe hasta el último funcionario europeo. Por eso la UE introdujo esa reforma dentro de las condiciones que se impusieron a Sánchez para entregarle los fondos europeos postcovid.

A pesar de la importancia del asunto, el Gobierno ha ido aplazando sistemáticamente la reforma y, cuando ya no tenía más remedio que afrontarla para poder seguir cobrando el dinero que necesita para llegar a final de año, ha cocinado deprisa y corriendo un bodrio legislativo que, en lugar de resolver los problemas, los agrava, como han asegurado con rotundidad todos los servicios de estudios independientes que saben del tema.

Además, se ha aprobado una reforma tan delicada como esta por decreto, sin la participación de la oposición ni el concurso de los empresarios. Por ello, resulta indignante que la Comisión Europea, habitual vigilante de la ortodoxia liberal, haya comprado semejante mercancía averiada.

Dicen desde Bruselas que no hay que preocuparse porque la propia reforma contempla su revisión dentro de tres años, pero precisamente ahí estriba la grave irresponsabilidad del Ejecutivo comunitario: ¿por qué ha decidido tragarse sin rechistar lo que plantea Sánchez y dejar la resolución del problema para más adelante?

Ya lo arreglará el PP

La sensación en la capital comunitaria es que, dado que el presidente del Gobierno está de salida y tiene que presidir la UE los últimos seis meses de este año, a la Comisión le conviene llevarse bien con él… y ya vendrá Alberto Núñez Feijóo a arreglar el desaguisado.

Pero esa posición, aparte de injusta, es una canallada, tanto para España como para Feijóo. De hecho, el Partido Popular ya ha transmitido a la Comisión Europea por los canales oportunos su enorme malestar por este extraño flirteo con Sánchez, a quien ha dejado endeudarse a mansalva sin pedirle nunca explicaciones sobre el gasto público, el déficit o la deuda, todos ellos desatados.

«A final de año se acaba la amnistía», esgrimen desde la Comisión anticipando mano dura a partir de 2024 para los países que no cumplan las directrices fiscales. Pero ya es casualidad que la alfombra roja se vaya a mantener mientras siga Sánchez en Moncloa… y luego que arree el que venga. «Nosotros no nos vamos a comer las consecuencias de la frivolidad y la barra libre de estos años, de eso que se vayan olvidando en Bruselas», responden enojados desde la cúpula del PP.

«Von der Leyen está riéndole las gracias a Sánchez porque ambos se necesitan para sobrevivir»

La explicación a todo esto tiene que ver con la enorme debilidad en la que se encuentra la actual presidenta del Ejecutivo comunitario, la teóricamente conservadora Ursula Von der Leyen, quien quiere repetir en su puesto en 2024 y para ello necesita el apoyo de los socialistas europeos, de los que ahora mismo el PSOE es una parte muy importante. Esa es la razón fundamental por la que Von der Leyen está riéndole las gracias a Sánchez: ambos se necesitan para sobrevivir.

Sin embargo, lo que está haciendo la Comisión es muy lamentable. Y más todavía si tenemos en cuenta que el Gobierno de Sánchez ha demostrado en numerosas ocasiones sus escasas convicciones europeístas. Y bastan como ejemplo la forma con que ha ido arrastrando los pies para ayudar a Ucrania tras la invasión rusa y la manera en que ha reprendido a Ferrovial por haberse llevado su sede a ¡Holanda!

Ustedes seguramente no se acordarán, pero cuando una empresa alemana intentó comprar Endesa y el Gobierno de Zapatero se opuso, recibió una bronca monumental por parte de la Comisión Europea, con amenazas legales incluidas, por ir en contra del buen funcionamiento del mercado interior. Ahora, 17 años después, tenemos un Gobierno que lleva semanas echando espumarajos por la boca porque una empresa ha decidido trasladar su sede a otro país europeo… y aquí nadie dice nada desde Bruselas para defender uno de los principios básicos de la UE: la libre circulación de mercancías, servicios, capitales y personas.

En fin, que a diferencia de Zapatero, al que sí obligaron desde Bruselas a hacer los deberes (quizás de manera excesivamente rigurosa) y que como consecuencia de ello fue sepultado en las urnas, a Sánchez le tratan con total exquisitez. No sabemos qué le habrá dado el presidente del Gobierno a su homóloga de la Comisión, pero esta última institución está cayendo demasiado bajo con esta manera tan servil de sostener al sanchismo. Vaya papelón.

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