¿Un africano musulmán, líder de los 'indepes' catalanes?
«La elección de un musulmán de origen paquistaní al frente de los nacionalistas escoceses debería abrir el debate sobre la representación de nuestras minorías»
La elección de Humza Yousaf, de 37 años, musulmán de origen paquistaní como nuevo líder del independentista Partido Nacionalista Escocés (SNP), ha llamado la atención y suscitado que hubiera quien en Twitter señalara estos días la ironía histórica que supondría que él y el actual primer ministro británico, Rishi Sunak, de origen indio y religión hindú –juró su cargo de canciller del Exchequer sobre un ejemplar del Bhagavad Gita-, protagonizaran, casi 80 años después de la independencia de India, una nueva partición, esta vez del Reino Unido. Continuando con la broma podría especularse que el día de mañana fuese elegido un africano musulmán como líder del bloque independentista catalán. Hijo de un emigrante llegado en patera, el candidato, escolarizado en la escuela pública catalana, tendría dos grandes ventajas: sería bilingüe en su idioma nativo y catalán, no hablaría una palabra de castellano y desconocería por completo la historia de España.
Bromas aparte, lo importante de que Yousaf y Sunak tengan origen inmigrante es el esfuerzo realizado por los partidos políticos británicos desde hace años para incorporar a sus filas y dirección a miembros de la minorías étnicas, y no en señalar, como ha hecho parte de la prensa española, las deudas con «el pasado colonial» y nada menos que el «racismo institucional» de la sociedad británica. Una acusación perfectamente exagerada y gratuita cuando en nuestro país los miembros de las minorías latinoamericanas, magrebíes y africanas que forman parte de nuestro establishment político o económico se pueden contar, como decía el viejo chiste del Perich, «con los dedos de una oreja» y cuando el debate sobre nuestro pasado colonial» y el racismo ni siquiera han empezado.
Baste recordar que el pasado julio en la primera carrera por la sucesión de Boris Johnson en el número 10 de Downing Street reunió a un grupo de candidatos extraordinariamente singular. De los 11 aspirantes que la iniciaron, cuatros eran hijos de inmigrantes (Sunak, Suella Braverman, Priti Patel y Sajid Javid); dos nacieron en el extranjero (Nadhim Zahawi y Rehman Chisti, en Irak y Pakistán, respectivamente) y una nacida en Londres pero criada en Nigeria (Kemi Badenoch). Este ascenso de miembros de las minorías era relativamente nuevo entre los tories. El cambio se debió a la decisión del exprimer ministro, David Cameron, a partir de 2005, de priorizar a los miembros de las comunidades inmigrantes en las listas electorales con la intención de que el Partido Conservador reflejase la Gran Bretaña moderna que aspiraba a liderar. Su empeño tuvo éxito y en las elecciones de 2010 el número de representantes de minorías étnicas pasó de dos a 11 y actualmente suman 22.
«Gente de diferentes culturas y raíces en posiciones influyentes impide que la política británica se polarice en torno a la raza»
Por su parte, los laboristas, que en las elecciones de 2019 atrajeron el 64% del voto de las minorías –en su mayor parte musulmanes- comparado con apenas el 20% de los conservadores, cuentan con diputados de procedencia inmigrante, si bien de menor calibre, a excepción del alcalde de Londres, Sadiq Khan, de origen paquistaní.
El esfuerzo por incorporar a representantes de las minorías étnicas a la política británica – sin ser completa ni uniforme en todos los escalones de la administración y sin que eso evite el endurecimiento de las leyes antiinmigración-, tiene indudables ventajas. Por una parte, despeja algunos lugares comunes muy arraigados. No todos los inmigrantes se sienten víctimas de una opresión secular ni mucho menos comparten la idea de que la igualdad de oportunidades deba ser igualdad en los resultados. Hay una desigualdad en el esfuerzo que merece recompensa. Por otra, familiariza al público en general a ver a gente de diferentes culturas y raíces en posiciones influyentes, atrae nuevos talentos e impide que la política británica se polarice en torno al cuestión de la raza evitando que ningún partido tenga el monopolio sobre la asimilación de los inmigrantes.
Volviendo al principio, en Cataluña el mayor exponente de la integración de los emigrantes en la política fue el caso del socialista cordobés José Montilla cuando presidió la Generalitat –lo que no le evitó las críticas de la esposa de Jordi Pujol por su feo acento catalán- y en el resto de España en la actualidad contamos con el llamado el negro de Vox –el diputado Ignacio Garriga Vaz de Concicao, nacido, por cierto, en San Cugat del Valles- y algunos representantes de origen argentino cuyo exponente más destacado sería el dirigente de Podemos, Pablo Echenique. Muy poco bagaje por tanto para dar lecciones y, en cambio, mucho que aprender.