El Ateneo, resiste y renace
«Sería un recuento abrumador decir el nombre de personalidades que han sido socios y han pasado por estos salones de la calle del Prado»
Dos siglos de debate, de arte, de inteligencia y de conocimiento. Dos siglos en los que ha sido el mayor refugio de la libertad de pensamiento y en otras ocasiones su vanguardia. Dos siglos que son los que van del absolutismo de Fernando VII a la monarquía parlamentaria de Felipe VI. Dos siglos donde se ha reunido lo mejor de la literatura, de la ciencia, de las artes y también de la política de España.
Esta semana han arrancado los actos de celebración del Bicentenario del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid. Heredero natural del Ateneo de España fundado en 1820. Un buen momento para dar gracias a todos los que han conseguido que sobreviva y renazca el mayor centro privado de libertad y debate que ha tenido que sobrevivir a dictaduras políticas y también a crisis económicas con etapas de parálisis e inactividad que casi le llevan casi a su final. Un acartonamiento y decadencia que intentaba vivir sólo de gloriosos pasados sin afrontar el presente ni el futuro.
En momentos en los que parece que parece que sólo se habla de Inteligencia Artificial o redes sociales, nada mejor que escuchar sobre estos temas en el mismo Ateneo. Porque en este centro siempre han estado presentes las mentes más claras de la ciencia española. En su biblioteca, la segunda más grande de España, han estudiado y leído sus socios, entre ellos todos los premios Nobel españoles o los mejores escritores de las generaciones del 98, del 14 y del 27. Y siempre foro de la libertad y de los derechos democráticos. Pionero en feminismo e igualdad. Cuando la RAE rechazaba a Emilia Pardo Bazán, el Ateneo la admitía como primera mujer socio. Cuando en los años treinta se discutía todavía sobre el voto femenino, en el Ateneo las mujeres llevaban años votando.
Han arrancado los actos del Bicentenario presididos por dos socios de cuota, de los que pagan, el rey Felipe y la reina Letizia, que con su presencia y su voz han reafirmado su compromiso con el Ateneo. Decía en estos actos el filósofo Emilio Lledó, y socio más antiguo, que el Ateneo ha sido siempre para él su segunda casa. Nos recordaba a Aristóteles cuando decía que no había nada más importante que la amistad y que sus mejores amigos en esos años en los que vivía solo en Madrid, lejos de su familia, fueron los libros de la biblioteca del Ateneo. Unos amigos con los que dialogaba a diario.
Sería un recuento abrumador decir el nombre de personalidades que como Lledó han sido socios y han pasado por estos salones de la calle del Prado. Lo más impresionante no son quiénes, sino que todos coincidían en el Ateneo. Los mejores escritores, músicos y científicos españoles. Y no sólo españoles. También pasaron desde Marie Curie a Albert Einstein. Era sitio obligado y lo vuelve a ser.
«Si al leer este texto le ha parecido que había medio escondido un llamamiento a ser socio, no se ha equivocado del todo, porque la intención era esa»
En tiempos de streaming, de transmisiones por redes sociales, de YouTube, nada es comparable al contacto directo y humano con el artista o con el político o con el científico. Y dos conceptos que lo impregnan todo: el debate y el experto. Los tuvo el Ateneo y los está recuperando. Con nuevas experiencias como escuchar una conferencia sobre Emilia Pardo Bazán, de uno de los mayores expertos sobre la autora gallega, que crece hasta el infinito cuando se combina con escenificaciones de los textos leídas por el siempre genial Miguel Rellán, otro socio del Ateneo.
Dice su actual presidente, el sociólogo y experto en comunicación Luis Arroyo, que están buscando recuperar la luz del Ateneo, ese símbolo de la lámpara de aceite. Lejos de las altas cifras de socios de otras épocas, el número cayó peligrosamente tocando suelo en los 1.700. Ahora el número crece, aunque confiesa Arroyo que tienen unas cuarenta bajas mensuales por la avanzada edad de los socios. Una nueva oleada ha entrado en los últimos meses con el propósito de devolver esa luz, adaptándolo a los nuevos tiempos. Sin perder esa esencia de debate, de pluralidad de personas y de temas. Donde se puede escuchar a los mejores en ciencias, artes, literatura, filosofía y también en tecnología, comunicación, derecho o arquitectura. De todo, desde ciencia y cultura militar a expertos en pensamiento marginal. Por cierto, magnífica la exposición que ha habido de miniaturas basadas en la prolífica obra pictórica del gran Augusto Ferrer-Dalmau para crear figuras a escala.
Si al leer este texto le ha parecido que había medio escondido un llamamiento a ser socio, no se ha equivocado del todo, porque la intención era esa. Yo soy socio desde enero. El más novato y seguro que uno de los que menos disimula su admiración por el espíritu que flota en todo el Ateneo. Un espíritu que se resume en libertad de pensamiento. Dos conceptos cada vez más necesarios: libertad y pensamiento.
No lo dude. Vaya al Ateneo.