Ensalada de hostias
«El objetivo de Yolanda Díaz es que la dirección pablista de Podemos sea historia, y que los que queden se sumen a su proyecto para mayor gloria de Sánchez»
La frase es de Pablo Iglesias por las declaraciones descarnadas de Yolanda Díaz. El jefe podemita está escocido, y no es para menos. La comunista dijo: «Sé de qué va todo esto de los partidos», y empezó a contar la verdad. El pablismo, soltó Díaz, se rasga las vestiduras hablando de la necesidad de la unidad frente al avance de la «derecha y la extrema derecha», pero solo se trata de una cuestión de cargos y presupuestos.
El soplamocos realista deja muy lejos aquella frase ilusa de Julio Anguita que rezaba: «Programa, programa, programa». No hay discusión alguna sobre propuestas «transformadoras» entre Sumar y Podemos, sino cálculo electoral para conseguir un puesto de salida en la candidatura. Esto lo tragan con dificultad los feligreses de la izquierda, que creen que sus líderes salen del pueblo -como la hija de Verstrynge, ¿no?-, y que su partido tiene un motor ideológico.
La necesidad de seguir cobrando es la razón de que las direcciones locales de IU, Podemos, Más País, Compromís y otros hayan llegado a acuerdos electorales en diez comunidades y muchos ayuntamientos. Hay que sobrevivir aunque la condición sea que Pablo Iglesias y sus tuteladas se queden fuera. No es una cuestión de pensamiento político ni constitucional, ni siquiera de filosofía. Es que no los quieren ver en una lista porque son una rémora y su presencia es tóxica.
Ni siquiera Iglesias, el jefe en la sombra, tiene tirón electoral. Su fracaso en las elecciones madrileñas de 2021 lo descartó para nada constructivo. Su nombre no sirve para fortalecer ninguna circunscripción, ni siquiera como ticket electoral de la extrema izquierda reconstituida. Hoy queda como de otra época aquel logotipo electoral con su cara. Provocaría un rechazo absoluto. La política es una trituradora de carne, y cuanto antes se dé cuenta el podemita, mejor para él y para Sumar.
El objetivo de Yolanda Díaz es que las elecciones entierren a su enemigo. Que la dirección pablista de Podemos sea historia, y que los que queden se sumen a su proyecto para mayor gloria de Sánchez. Más claro: sobran Iglesias, Belarra, Montero, Echenique y toda la tropa que les cuelga, pero no los podemitas de fuera de Madrid. Sumar necesita una estructura para las elecciones generales, y la quiere sostener en IU, Podemos y las confluencias. De ahí la retahíla de acuerdos locales y el desprecio a la jefatura pablista.
«Sánchez ha escenificado un ‘perdón a las mujeres’ y ha dejado solas a las ministras tuteladas de Iglesias»
Estas son las verdades que en Podemos llaman «ensalada de hostias». Habrá que oír a Yolanda Díaz sin un micrófono delante. Llegó a decir que Pablo Iglesias le espetó: «Te voy a joder la vida». Esto encaja con el pasado violento y machista del personaje, y hace un flaco favor a sus tuteladas Belarra y Montero. La imaginación se desborda en el electorado, como muy bien sabe la sala de máquinas propagandística de Podemos, y la gente piensa en las cosas que habrá dicho a otras personas más cercanas de su partido.
En la confección de la «ensalada» están participando los medios izquierdistas, que son los únicos que leen sus feligreses. Y es ahí donde las encuestas dan otra ración de «hostias» a Podemos haciendo que baje del 10% de los votos, siendo superado por Sumar, que aún no existe. La «ensalada» se está convirtiendo en una barra libre en la que unos se ponen las botas echando pulgas al perro flaco, y otros se colocan en la nueva situación.
Sería conveniente que Pablo Iglesias y las tuteladas se fueran preparando para más raciones porque viene lo peor. El PSOE está rectificando la ley del solo sí es sí, y Sánchez ha escenificado un «perdón a las mujeres». Quieren evitar la pérdida de más voto femenino y han dejado solas a las ministras tuteladas de Iglesias, insistentes en su impostura. Además, al PSOE le sirve para separarse de ERC y Bildu, asunto que explotarán hasta la náusea.
A esto le sigue la apropiación del PSOE de la política de vivienda que, aunque sea una trola inviable, acaba colando en el electorado. En este panorama, la foto será la de dos políticos sonrientes, Sánchez y Yolanda, y un tipo cabreado con un micrófono, un tal Pablo Iglesias, comiendo ensalada.