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Provocar conflictos: lo que nos espera

«No es muy difícil pronosticar que ese afán de convertir todo en conflictos cuando gobierne el PP va a ser compartido por el sanchismo o por lo que quede de él»

Opinión

Disturbios en una manifestación contra las pensiones en París. | AFP

  • Esperanza Aguirre y Gil de Biedma (3 de enero de 1952, Madrid) es una jurista y política española. Exministra de Educación, ex presidenta del Senado y expresidenta de la Comunidad de Madrid (2003-2012)

El pasado 1 de mayo, en el curso de las habituales manifestaciones sindicales de esa fecha, el secretario general de UGT aprovechó la ocasión para lanzar unos avisos a los empresarios y, en general, a los españoles, que sonaron como amenazas.

Con un tono nada tranquilizador profirió: «Si quieren mantener una situación sin grandes movilizaciones van a tener que acordar con nosotros cuál es el marco en el que se van a negociar los convenios, y en un tiempo breve de plazo. El tiempo se acaba y, si no, iremos sin lugar a dudas a grandes manifestaciones». Y añadió: «Quisiera decirles a las patronales de nuestro país que las movilizaciones sabemos cuándo y cómo las empezamos, pero no sabemos cuándo y cómo las acabamos». «Deberían dar más valor a la paz social y no obligarnos a ir a una escalada de manifestaciones que va a ser dura y que no va a ayudar ni a las empresas ni a los trabajadores de nuestro país».

Esas destempladas palabras del líder ugetista más bien parecen dirigidas contra los gobiernos de la derecha que, previsiblemente, ahora se van a formar en las comunidades autónomas y ayuntamientos, y, sobre todo, contra el Gobierno que saldrá de las urnas después de las elecciones generales de diciembre, si todas las encuestas que se están publicando aciertan, salvo, claro está, Tezanos.

Eso me ha hecho mirar a Francia, y no hay que olvidar que lo que ocurre en Francia siempre acaba teniendo su reflejo en España. Y me he encontrado con que las manifestaciones del 1 de mayo han dejado 540 detenidos y 406 policías heridos. La violencia de las manifestaciones francesas tiene como excusa la ley que allí acaba de aprobarse por la que se retrasa la edad de jubilación de los actuales 62 años a los 64.

«¿Qué podemos esperar en España cuando deje de estar en el poder ‘Frankenstein’?

Aunque no conozco los detalles exactos de la situación que rige en Francia el sistema de pensiones, parece que esa ley, promovida por Emmanuel Macron, es un intento de introducir una cierta racionalidad para evitar lo que también nos amenaza a nosotros, que las pensiones acaben en una bancarrota. Pero lo que a mí me ha hecho ligar la violencia de las manifestaciones francesas con las amenazas de los sindicalistas españoles ha sido la comparación: si en Francia, con un gobierno de centro-izquierda, hay grupos políticos y sindicales capaces de actuar de esa forma tan salvaje, ¿qué podemos esperar en España cuando deje de estar en el poder Frankenstein y en La Moncloa haya un gobierno de derechas?

Para reflexionar sobre esa cuestión tan trascendental me ha ayudado el editorial de Le Figaro Magazine de esta semana que recuerda cómo, ante un auditorio completamente entregado, el actual líder de los Insumisos, Jean-Luc Mélenchon, que acababa de fracasar en las elecciones presidenciales francesas como candidato de la extrema izquierda, puso como ejemplos a Trotski y a Hugo Chávez para concluir: «La conquista de la hegemonía política tiene un requisito previo: hay que conflictualizar todo». Y con ese extraño verbo, conflictualizar, que no se encuentra ni en el diccionario de la RAE ni en ningún diccionario francés, lo que quería decir es que había que hacer que todo se convirtiera en un conflicto. De acuerdo con ese principio que proclamaba Mélenchon, se entiende que ahora los Insumisos y sus aliados se hayan lanzado, junto a los sindicatos, a esta campaña de acoso al Gobierno de Macron.

El paso siguiente en mis reflexiones acerca de las amenazas, que sin complejos están lanzando desde la extrema izquierda, ha sido recordar la estrecha relación que existe entre los Insumisos y esta extrema izquierda española, que hoy parece dividida entre el Sumar de Yolanda Díaz y el Podemos de Iglesias, Montero y Belarra, aunque unida por las firmes convicciones comunistas de todos ellos. La participación de dirigentes españoles, como Íñigo Errejón, en innumerables actividades y mítines junto a Mélenchon ha sido constante, así como constantes son las palabras del dirigente francés alabando a sus correligionarios españoles, a los que dice considerar su modelo.

«Sánchez se ha colocado cada vez más lejos de las raíces socialdemócratas del PSOE»

Todavía algunos dudan si Sánchez se ha echado en manos de los comunistas por su patológica ambición de poder o porque ha aceptado los postulados bolivarianos del «socialismo del siglo XXI», que es el nombre que se han dado los herederos del comunismo marxista-leninista de toda la vida. El hecho es que, por una razón o por otra, su gobierno no se ha alejado de los presupuestos ideológicos y programáticos de los comunistas, mientras se ha colocado cada vez más lejos de las raíces socialdemócratas de las que se supone que viene el PSOE.

Así que no es muy difícil pronosticar que ese afán de convertir todo en conflictos, con el que nos amenazan los melenchonistas españoles cuando gobierne el PP, va a ser compartido por el sanchismo o por lo que quede de él, después de las próximas elecciones generales. De momento esa voluntad de conflictualizarlo todo por parte del PSOE (que ya tuvo un antecedente famoso en la declaración de Zapatero a Gabilondo «nos conviene la tensión») ha tenido una reciente manifestación en el show que montó el Dos de Mayo, el ministro de la Presidencia y principal agente de agit prop del sanchismo.

23 comentarios
  1. Pasmao

    Con una Ley de partidos mas una Ley de control de gasto público y subvenciones que impidiera que el dinero llagara a todas esas ONG, sindicatos, observatorios, etc.. que trabajan contra el Estado no habría levantamient alguno.

    El rojerío si no recibe paguita por levantarse no se levanta.

    Pero que se puede esperar de un PP con Montoro, que pudiendo haber cortado la financiación a los golpistas catalanes no lo hizo.

    El problema del PP es que para evitarse «problemas» lo que quiere es comprar silencios, en vez de cortarles la financiación. Y de paso se distrae algo para los suyos.

    Con lo que no hace mas que regar un incendio con gasolina.

    Para lo que no se le ocurre otra que subir la apuesta de la compra de ese silencio pagando aún mas..

    Y eso ocurre hasta en la CAM de Ayuso.

    Y luego nos dicen que hay que subir los impuestos para tapar los agujeros del gobierno anterior.

    ¿Que podría salir mal?

  2. Mizdo

    Creo que no van a haber efectivos de la UME y servicios de bomberos para apagar el fuego que se desatará cuando gobierne la derecha.
    Menuda Ucrania (salvando las diferencias) nos espera.

  3. Pasmao

    Pues mire Doña Esperanza

    No se quien financia lo de Francia. Pero casi con toda seguridad que no hay dinero público detrás. Es decir el Estado no está financiando su propia destrucción.

    El problema de España no es que que cuando gobierna la ¿derecha? el rojerío se levante, sino que ese rojerío cuenta con un abundante caudal de dinero público detrás.

    Recuerdo que una de las cosas que mas ayudó a combatir a ETA fue la Ley de partidos. Y no sólo porque se ilegalizara a BILDU (o cómo se llamara entonces); sino porque se impidió su financiación con dinero publico a través de ayuntamientos, sindicatos, o la pasta que recibían como partido gracias a la Ley electoral por tener X cargos, el pago de sueldos a personal electo etc…

    Pero el PP con esa mayoría absolutísma del 20N 2011 se negó a reinstaurar la Ley de partidos que derogó con rapidez Zapatero.

    ¿Por qué?

    ¿que dicen las actas de lo pactado por Zapatero con ETA que el PP no quiere publicar?
    ¿a que compromete al PP lo que hay ahí escrito?

    sigo

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