El ejemplo chileno en la lucha contra el totalitarismo comunista
«Igual que los chilenos han frenado los planes de Boric, nosotros tenemos que aprovechar las próximas elecciones para frenar el proyecto de Sánchez»
El pasado mes de septiembre los chilenos rechazaron de manera radical el texto de una nueva Constitución que había elaborado una Convención Constitucional elegida ad hoc, en la que había una mayoría de representantes de la izquierda de corte podemita. El 61,9% (7,9 millones) de los chilenos que fueron a votar mostraron su rechazo al texto.
Aquel descomunal fracaso del actual presidente, Gabriel Boric, y sus seguidores fue un acontecimiento de una trascendencia inmensa. Porque la Constitución que habían preparado era un perfecto modelo de lo que pretenden los partidos que se mueven en la órbita del comunismo bolivariano, que, para disimular, llaman «socialismo del siglo XXI». En ella estaban presentes todos los dogmas de su ideología neocomunista: un indigenismo mal entendido con la consagración de la nacionalidad de los pueblos indígenas, un ecologismo radical que algunos han llamado «extremismo ecológico», un estatismo socioeconómico absoluto y una consagración de las llamadas teorías de género.
Los chilenos con su voto pusieron freno a la deriva peligrosísima a la que Boric y los suyos querían llevar a su patria, que no es otra que la implantación de ese comunismo bolivariano, con la desaparición de las libertades y la implantación de una dictadura del estilo de la castrista, que ya ha cumplido 64 años.
«En el nuevo Consejo Constitucional Boric tendrá 16 representantes frente a los 34 de los partidos de centro y de derecha»
A la vista de ese fracaso, el pasado domingo se celebraron en Chile elecciones para constituir un nuevo Consejo Constitucional (ahora se ha llamado Consejo y no Convención y está formado por 50 miembros y no por 154, como eran los de la Convención), que tendrá como función la elaboración de esa Constitución que sustituya la de 1980. Y en estas nuevas elecciones los chilenos han vuelto a dar un magnífico ejemplo de responsabilidad. Con una altísima participación, el 84,87% (compárese con el escueto 41% con el que se eligió a la Convención hace dos años), el Partido Republicano ha obtenido 23 representantes, Unidad para Chile 16 y Chile Seguro 11.
Esto significa que en este nuevo Consejo Constitucional los representantes de Boric y su gente, que para entendernos son la rama chilena de ese socialismo del siglo XXI que busca implantar el comunismo bolivariano como lo implantó Chávez en Venezuela, tendrán sólo 16 representantes, frente a los 34 con los que contarán los partidos de centro y de derecha.
Si hacemos caso a las promesas de los partidos ganadores y a las declaraciones que están efectuando tras su enorme éxito del pasado domingo, nos encontramos con que todos ellos consideran que una Constitución tiene que gozar de la más amplia aceptación de los ciudadanos. Dios quiera que sean capaces de hacerlo así, como lo hicieron los constituyentes españoles de 1978, al redactar un texto que fue aprobado con el 92% de los votos. Y es que una Constitución no puede ser nunca la de una mitad de la población contra la otra mitad. De manera que si no encuentran la forma de llegar a acuerdos, quizás lo mejor es que sigan con la actual Constitución, que fue aprobada en 1980, pero que después ha sido reformada múltiples veces, incluso bajo presidentes socialistas como Lagos o Bachelet.
Pero las votaciones de septiembre del año pasado y las de este mayo tienen un significado aún más importante y que trasciende al caso de Chile para convertirse en un ejemplo del que tenemos que aprender todos los que queremos que nuestros países sigan siendo libres: que en ellos la propiedad sea un derecho inalienable, que se respete con rigor la separación de poderes, que sean un Estado de Derecho.
Digo esto porque, como estamos viendo en los países de la América Hispana y en nuestra propia España, los representantes del podemismo internacional han aprendido de Hugo Chávez el camino para implantar el comunismo sin necesidad de recurrir a la violencia, de manera aparentemente indolora: se ganan unas elecciones, aunque sea por la mínima, y a partir de esa mayoría en el Parlamento se legisla de forma constante y sectaria, se reforma, a veces por la puerta de atrás, la Constitución, se asalta el Poder Judicial y cuando los ciudadanos quieren reaccionar ya no tienen posibilidad de hacerlo. Y que se lo pregunten a los venezolanos o a los cubanos, que desde 1959 son el modelo último de todos ellos.
«Tenemos que aprovechar todas las oportunidades para rechazar el modelo que nos quieren implantar»
Y ¿qué es lo que tenemos que aprender del ejemplo que nos han dado los chilenos y por dos veces? Pues que antes de que nos quiten definitivamente la libertad tenemos que aprovechar todas las oportunidades que se nos presenten para rechazar de manera radical el modelo que nos quieren implantar.
Para eso los españoles vamos a tener dos oportunidades magníficas: las elecciones municipales y autonómicas del próximo día 28 y las generales que serán en noviembre. Igual que los chilenos han frenado los proyectos de Boric y su gente, nosotros tenemos que aprovechar las próximas elecciones para frenar el proyecto de Sánchez y su coalición, que no se olvide que está formada e inspirada por comunistas de distintas etiquetas (Podemos, Sumar, PC, IU), golpistas catalanes y filoterroristas bilduetarras.
En septiembre ya felicité a los chilenos por su rechazo a aquel texto infame y ahora tengo que reiterar mi felicitación por haber elegido a representantes que creen en la libertad, en la propiedad y en la separación de poderes. Al tiempo que les tengo que agradecer el ejemplo que nos han dado a nosotros, los españoles, que también estamos amenazados por esa mutación del totalitarismo comunista que ahora se hace llamar «socialismo del siglo XXI» y que está en el Gobierno de nuestra nación.