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La falsa repugnancia

«Los líderes territoriales del PSOE son prisioneros de la estrategia diseñada desde Moncloa que hace de las elecciones locales un plebiscito sobre la política nacional»

Opinión

La falsa repugnancia.

  • Madrid, 1967. He sido columnista en Libertad Digital, Vozpópuli y El Español. Ahora escribo en La Razón y THE OBJECTIVE y hablo en Herrera en Cope. Soy profesor titular de Historia del Pensamiento en la UCM. Tengo unos cuantos libros de historia y política.

El rechazo mostrado por los dirigentes territoriales socialistas a la presencia de etarras en las listas de Bildu está calculado. Unas declaraciones que niegan la esencia del sanchismo -pactar con independentistas-, delante del mismísimo Sánchez están acordadas. Esto es evidente porque no son consecuentes. No hay, para empezar, la petición de una reunión del Comité Federal para acordar la ruptura pública de relaciones con Bildu. Luego, ninguno de los dirigentes indignados ha propuesto la reforma de la Ley de Partidos para que no se vuelva a repetir la vergüenza.

La manifestación de los barones no ha sido espontánea ni rebelde. El PSOE está fuertemente jerarquizado. Sánchez ejerce una auténtica dictadura en el partido. Nadie opina sin lo que haga antes el portavoz del sanchismo, y menos aún organiza un acto en campaña electoral sin que Moncloa dé el visto bueno. De hecho, la presencia de Sánchez en el último mitin de Page fue impuesta desde Madrid.

La muestra de repugnancia está dentro de los parámetros permitidos por Sánchez y motivada por un cálculo electoral. Por un lado, en Moncloa saben que al elector tipo del PSOE le importa más que no gobierne la derecha que unas listas de Bildu plagadas de ex terroristas. A su votante medio le crispa más la corrupción -solo del PP- y el machismo que el terrorismo o el abrazo al comunismo liberticida o al golpismo independentista. El sanchismo nació regalando a sus votantes una pinza para la nariz y ahí sigue.

No obstante, el PSOE gana en comunidades como Castilla-La Mancha porque el electorado es moderado. Page sabe que depende de que ese votante no se avergüence de su presidente autonómico y decida quedarse en casa o votar a otro. El punto medio entre negar la esencia del sanchismo, que pacta con Otegi sin necesidad parlamentaria, y el repudio a Bildu es una condena moral. Para que cuele el relato han creado unos argumentos endebles: ETA no existe y la confección de las listas de Bildu es legal. A partir de ahí, a estos socialistas solo les queda rezar para que el votante no se dé cuenta del timo.

«Una muestra pública de repugnancia a Bildu puede ser insuficiente para desarmar al PP»

Pese a esto, Fernández Vara, Lambán, Barbón y García-Page no las tienen todas consigo. Necesitan que el ex votante de Cs no se lance a votar al PP en masa, y que la derecha no se movilice todavía más por la repugnancia que causa la alianza del PSOE con los que se enorgullecen del terrorismo de ETA. Saben que en Extremadura, Aragón, Asturias y Castilla-La Mancha todo se va decidir por un porcentaje muy pequeño, y que una muestra pública de repugnancia a Bildu está bien pero puede ser insuficiente para desarmar al PP.

El antídoto a esta baza de los populares es sostener que Feijóo hace electoralismo con ETA. En su comparecencia, Pilar Alegría, portavoz del sanchismo, equiparó el poner a orgullosos ex etarras en las listas electorales con criticarlo. Es decir; a Bildu con el PP. Esta burda maniobra quiere situar al PSOE de Sánchez como víctima del ruido y estupor que generan los otros.

A estas alturas, cuando la figura de Sánchez está muy lejos de la credibilidad y la confianza del electorado, es muy difícil que cale este mensaje sanchista. Esto perjudica a los dirigentes territoriales enfrentados a las urnas que, además, son prisioneros de la estrategia diseñada desde Moncloa que hace de las elecciones locales un plebiscito sobre la política nacional. Así, en lugar de debatir principalmente sobre los problemas del lugar, se discute sobre temas generales que se escapan de su ámbito.

Por eso, entre un sanchismo que voluntariamente va del brazo de Bildu, con orgullosos asesinos en sus listas, y las promesas de tómbola de Sánchez, se ve a un PSOE cada vez más nervioso, que deja al descubierto todas las costuras de su estrategia electoral. Incluso cuando miden las palabras para mostrar repugnancia.

29 comentarios
  1. Boswell

    He aquí el kit de la cuestión, Jorge:

    «…en Moncloa saben que al elector tipo del PSOE le importa más que no gobierne la derecha que unas listas de Bildu plagadas de ex terroristas».

    Cómo es posible que entre el 20% y 25% de los votantes sean insensibles ante las atrocidades de ETA….

    Gran parte e la sociedad española está enferma, y en absoluta decadencia, como también lo está el resto de Europa.

    Como suele decir el importante y muy reconocido intelectual, Andrew Tate, Occidente es una sociedad fallida. Quizás por ello se ha convertido al Islam, y hasta dejado de tomar alcohol.

    Reitero. Es posible que el comunismo haya perdido la batalla política (menos en Iberoamérica), pero va ganando de calle y en la calle la batalla cultural, en su forma trasvestida y transexual (nunca mejor dicho), el llamado wokismo.

    El 28-M se demostrará si el españolito es capaz de mutar su voto tradicional, el de Izquierda, hacia otras opciones que quizás le disgusten estéticamente, por un caprichoso y sectario atavismo, pero que en esta situación actual le supera la repugnancia moral.

    Más imposible parecía lo de Andalucía…, y mira.

  2. Grossman

    El sanchismo lo fía todo a su alianza con el comunismo, el nacionalismo periférico, el golpismo y el terrorismo.

    El problema suyo es que hay comunidades donde este comodín no existe, efectivamente, las señaladas en su artículo, y por tanto su estrategia no funciona.

    Pero a Sánchez sus barones les da igual, ha creado un partido egocentrista por y para el sanchismo pero hay un pero.

    El pero es que una debacle autonómica y municipal crea un efecto espejo en las generales, suele liberar voluntades para cambiar de voto, o no votar en el futuro, y puede ser el principio del fin del sanchismo.

    Por eso Sanchez va a muerte, porque tiene que salvar los muebles, sus muebles, si en diciembre quiere tener opciones con su Frankestein, por eso no adopta un perfil bajo, quiere cortar la marea anti sanchista que recorre España.

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