¿Por qué Rita Maestre tuteó al alcalde?
«Más Madrid hizo bien, y los sondeos lo demuestran, en desmarcarse del proyecto testosterónico en el que devino Podemos, y en abrazar el legado de Carmena»
La candidata a la alcaldía de Madrid Rita Maestre durante el debate de Telemadrid. | Europa Press
Hace unos veinte años, representábamos un drama de Chéjov en una compañía de teatro universitario, en una sala de barrio de provincias. El funcionario encargado de la gestión del local no quería llegar tarde a cenar y aquel dramón ruso se alargaba más de la cuenta. Así que entró en la sala y encendió las luces para romper la cuarta pared, revolver a Chéjov en su tumba de Moscú y asombrar al paciente público que nos acompañaba en esa velada.
Yo mismo me salí del personaje, un aprensivo pretendiente que pedía la mano de la joven Natalia Stepanovna vestido de frac. Del tono afectado y suplicante del personaje pasé, desde las tablas, a increpar al impertinente funcionario el hecho de que nos hubiera arruinado la función. Se jodió el Perú a cinco minutos del final.
Parecida sensación de desubicación cósmica experimenté el pasado lunes en el debate de los candidatos a la alcaldía de Madrid cuando la representante de Más Madrid, Rita Maestre, se refirió al actual alcalde, José Luis Martínez Almeida, como si fuera un cuñao insidioso y no el actual edil de la ciudad: «Tú has hecho tal, tú dijiste cual». Ay.
Dice el refrán que hace falta mucho esfuerzo y tesón para crear un jarrón chino, pero solo un segundo para destrozar ese precioso objeto milenario. Rita Maestre se defendió como animal política que es, pero bastaron esos repetidos (porque hubo, mmm, reincidencia) tuteos al actual jefe de todo esto para echar por tierra el esfuerzo propagandístico previo.
«Emitían declaraciones de Tamara Falcó y de Rita Maestre y no quedaba claro quién era más pija»
Cualquier líder conoce la importancia del lenguaje no verbal, pero no descuidemos tampoco el lenguaje verbal. Sobre todo, si ese lenguaje es vehículo de un repentino mood verduleroide, con resabios a la Penélope Cruz de aquel Jamón, jamón («—¡Eres un guarro! —Y tú una jamona») y deja entrever a la ¿verdadera? Rita Maestre.
El cómico anteriormente conocido como Quequé la parodiaba hace poco en su espacio radiofónico, comparándola nada menos que con Tamara Falcó. Emitían declaraciones de una y otra y no quedaba claro quién era más pija.
¿Es pija Rita Maestre? ¿O una «comunista con chalé» y «una revolucionaria sin revolución», como le espetó Begoña Villacís al candidato de Podemos, el encantado-de-conocerse-a-sí-mismo Roberto Sotomayor?
Ha prescrito aquel incidente en el que Maestre se coló al más puro estilo Delacroix en una capilla de la Universidad Complutense. Pecadillos de juventud de quien se muestra ahora como una política solvente, que aprendió bajo el mandato de Manuela Carmena a ejercer su rol lejos del sectarismo y la mala baba que caracterizó al último Podemos.
«Más Madrid como una versión más amable hacer política»
Más Madrid como una versión más amable hacer política, la de los mansos que no renuncian a gobernar la tierra, como diría el profeta. Más Madrid como la plataforma de los que corrían riesgo de ser pegados, al contrario que los pegones de la clase, entre los que se encontrarían el pequeño Pablo Iglesias, o el menudo Juan Carlos Monedero.
Hicieron bien, y las encuestas lo demuestran, en desmarcarse de aquel proyecto testosterónico en el que devino Podemos, y en abrazar el legado de Carmena. Ese legado que consiste en asumir la política como un espacio más parecido a un club de lectura que a un Royal Rumble de la World Wrestling Association en el que hay que emular a Hulk Hogan, Terremoto Earthquake o el Marinero Tarugo para rascar algo de atención mediática.
Así lo cree un narcisista Roberto Sotomayor (la palabra más repetida por él en el debate fue yo), confundido heredero de los tonos más matoniles de sus padres políticos, que todo apunta que se estrellará contra la dura lona electoral el próximo domingo.
A Rita Maestre la auguraba mejor suerte mientras seguía la estela de su querida Manuela. Hasta que tuteó a Almeida: «Tú has traído el caos a la ciudad».
¿Por qué lo hiciste, Rita?
