THE OBJECTIVE
Agustín Baeza

Huelga de mítines caídos

«Sánchez no entiende que la gente no le quiera y ha decidido salir de dudas. Pero a ver quién es el guapo que le organiza ahora un acto electoral tras la derrota»

Opinión
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Huelga de mítines caídos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Dicen que a los poderosos se les conoce en profundidad cuando aún son personas anónimas, cuando no tienen que disimular ni sus ambiciones ni sus anhelos. Hace casi dos décadas escuché de boca del actual presidente una frase que aún retumba en mis oídos: «Algún día seré presidente del Gobierno». Mi incredulidad de antaño ha dado paso a la creencia de que, a veces, el azar y la carambola se alían para elevar a los altares la levedad, en detrimento de la salud de toda una nación. Los cisnes negros no son episodios imaginarios, existen, y con Sánchez tenemos el mejor ejemplo de que esto puede acontecer incluso en la más alta magistratura de un país. 

Después de una derrota contundente el pasado domingo y de la clausura precipitada de la legislatura del día posterior, se suceden las explicaciones en torno a las razones y estrategias ocultas de la ya inminente convocatoria del 23 de julio. Que si es una huída hacia adelante, que si que si no se va a presentar, que quiere aprovechar el supuesto desgaste en el PP por sus alianzas post-28M con Vox, que si la extrapolación de los votos municipales a unas generales alejaría a la derecha de la la mayoría absoluta, etc. Muchas cábalas, pero ninguna acertada, salvo quizá la de evitar que la gente de su partido le vuelva a echar por segunda vez

No es audacia lo que hay detrás de esta decisión, sino mas bien pánico. El narcisismo de naturaleza casi patológica que exhibe le hace huir como de la peste de semejante posibilidad. Su ego no resistiría un nuevo Comité Federal como aquel de 2016. Aquello estuvo a punto de sepultarle para siempre, menos mal que meses más tarde las bases salieron en su auxilio (como decía un viejo militante de toda la vida: ¡La culpa siempre es de las bases!), 74.000 personas que decidieron darse el gusto de ser anarquistas por un día para mayor gloria de Sánchez, y para desgracia de los damnificados que crecen por momentos a lo largo y ancho del país. 

«Sánchez consultó el adelanto electoral a quien ha sido hasta hoy su más fiel consejero: su espejo»

Tanto es así que uno tendería a pesar que cumplió su palabra de aquella campaña interna de 2017 en la que prometió democratizar el partido y que consultaría a su militancia todas las grandes decisiones (sic), de tal forma que la misma noche del domingo 28 hizo una encuesta en un grupo secreto de WhatsApp. Pero no, esas cosas quien las dice nunca las hace. Sí me atrevo a sugerir que consultó a quien ha sido hasta hoy su más fiel consejero: su espejo. Ya conocen el cuento. 

Cuenta la leyenda que todos los presidentes del Gobierno tarde o temprano y con el paso de los años en el cargo, han sucumbido al mítico síndrome de la Moncloa. En el caso que nos ocupa, el inquilino de Palacio ya entró con el síndrome inoculado en sus venas. De ahí que es probable que haya establecido una relación ciertamente tormentosa con el espejo que le ha devuelto durante cinco años esa imagen tan distorsionada de su figura y altura políticas. Nadie de su entorno (el entorno en estos casos suele ser muy dañino) le ha dicho la verdad. Y esa es la principal debilidad de este presidente: que no soporta no ser querido por sus súbditos. De ahí que le hayan tenido que montar durante meses eventos fakes en los que esforzados militantes hacían de figurantes, ora vestidos de pensionistas, ora disfrazados de jóvenes en paro. A Felipe el pueblo le quería más que sus propias bases. La gente seguía votando a Felipe aunque éste ya hacía tiempo que no se presentaba a las elecciones ni su nombre aparecía en las papeletas. Y Pedro siempre ha querido ser Felipe. Y el espejo le decía que sí, que incluso era más guapo y esbelto. 

Sánchez no entiende que la gente no le quiera y ha decidido que quiere salir de dudas de una vez y para siempre. Lo va a preguntar a las claras, ya sin cortapisas, sin elecciones municipales y autonómicas, ni cumbres internacionales de por medio. Y como en el Comité Federal de 2016 y en el mal resultado de 2019 lo hace huyendo de sus propios compañeros y negándose a escucharles. Pero a ver quién es el guapo que le organiza ahora un acto electoral en los territorios después de ver perdida su acta de concejal, su escaño autonómico o su cargo en el Ayuntamiento o en el Gobierno regional. Vamos a asistir de manera masiva a un episodio que a veces sucede de manera puntual, pero del que no se entera mucho la mayoría del personal. En algún momento lo denominé «huelga de mítines caídos». Y alguno lo sabe: han aprobado 400 millones para publicidad institucional. 

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