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Aparcar el insulto y tumbar el trumpismo

«A Sánchez le gusta la confrontación, pero no el debate. Esto resulta evidente en cualquier sesión de control: las réplicas del presidente nunca son respuestas»

Opinión

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

  • David Mejía es doctor por la Universidad de Columbia y profesor de Filosofía y Humanidades en IE University.

Para combatir el trumpismo, el Gobierno ha lanzado una campaña feroz contra la oposición y contra los medios críticos con su líder. Tienen sus razones: con una gestión excelente, lo único que ha podido llevar a tantos electores a abandonarle es la mala información. Es evidente que un ciudadano bien informado estaría a sus pies. Pero los medios de la extrema derecha, los de la derecha extrema, y el señor del segundo exterior derecha, han intoxicado al personal con su constante emisión de monóxido reaccionario. Por todo ello, el PSOE encara las elecciones del 23-J con el loable objetivo de que la verdad llegue al pueblo. Y para lograrlo con la máxima eficiencia se han acompasado todos los altavoces del partido, desde el presidente del Gobierno al community manager de la agrupación socialista de Alcantarilla. 

Para reivindicar su obra, y quizá para sacudirse la fama de obsesivo, el presidente ha retado a Alberto Núñez Feijóo a nada menos que seis debates electorales. Desde el Ejecutivo insisten en la urgencia de hablar de gestión y desterrar el insulto. El presidente se siente insultado, y sus apóstoles claman que nunca han visto cosa igual. ¡Demonizan a la persona porque no pueden criticar su gestión! Se sigue que el presidente recibiría con deportividad las críticas a sus decisiones políticas, pero que no ha lugar a tanta descalificación ad hominem. Los trumpistas, extremistas y antidemócratas al frente de la oposición y sus medios afines deberían expresarse en términos más constructivos. 

«Es chocante que un Gobierno que presume de querer bajar el tono, atribuya a sus rivales pulsiones antidemocráticas»

Es probable que seis cara-a-caras en seis semanas resulten excesivos incluso para la Junta Electoral Central (veremos), pero lo sorprendente no es tanto eso como que la propuesta parta de Pedro Sánchez. Me explico: a Sánchez le gusta la confrontación, pero no el debate, entendiendo como tal el intercambio honesto de argumentos. Esto resulta evidente en cualquier sesión de control: las réplicas del presidente nunca son respuestas. Tampoco se deja entrevistar por periodistas que puedan incomodarle. Quizá porque enfrente nunca ve un interlocutor, sino un espectador o un saco de boxeo. Sánchez sueña con seis debates porque se imagina tumbando a Feijóo en cada uno de ellos. Sueña con saturar la memoria de unos electores que el 23-J no recordarían otra cosa que un histórico KO en seis asaltos.

Con todo, la invitación del Gobierno a aparcar las descalificaciones y dialogar sobre políticas es encomiable. Los ciudadanos agradeceríamos que aceptaran su propia invitación. Porque es chocante que un Gobierno que presume de querer bajar el tono, declare cada tarde una emergencia nacional y atribuya a sus rivales pulsiones antidemocráticas. Tampoco es coherente que un Gobierno que ha lamentado la deslealtad de la oposición en el extranjero descalifique inmisericordemente a quienes le precedieron y, sobre todo, a quienes podrían sucederle. Si se trata de patriotismo, habrá que serlo también en el pasado y el futuro.

7 comentarios
  1. Casandro

    La Fresita del PSOE quiere debatir.

  2. Grossman

    Sánchez se ha creído su propio personaje, su épica desde que en unas elecciones de partido dio la vuelta a su destino venciendo cuando acababa de ser lanzado al estercolero de la historia.

    A mi Sanchez me recuerda a Trump, que cuanto más Trump es más le quieren sus seguidores, debe ser más chulesco, más mentiroso, más anti demócrata, más corrupto, más violento…y más le quiere “los suyos”. Aquello de podría ir por la quinta avenida disparando a la gente y más me votarían.

    Por eso Sanchez no entiende nada, la gente no le vota mas, no entiende que no es igual un partido, siempre sectario, que todo un país, que vota sus intereses.

    Sánchez, desde su falcon, cree que la economía va como una moto, pero la gente está en el paro, aunque truquen las estadísticas, no llega a final de mes, aunque crezca el PIB, paga más impuestos, aunque nos den paguitas, ven leyes que protegen a violadores y pederastas, aunque sean los más progres defensores de las mujeres…Sanchez no entiende nada, nadie se cree sus mentiras, salvo el.

  3. Pasmao

    Pues si Vilches.

    Pero ni tanto, ni tan calvo.

    Ahí tiene a su compañero de columna hoy, Alejandro Molina, con su columna «El Cercle recibe al servicio» donde nos comenta el reciente paseo catalán de Núñez. Y lo que nos podemos esperar de él, que no tiene nada que ver con ser un hombre de Estado.

    O esa otra donde se preguntan unos cuantos afines al PP que es lo que está dispuesto a derogar de verdad Núñez. Y si a estas alturas del partido no lo sabemos, y algunos se lo tienen que preguntar, será por algo.

    Sánchez existe porque se le alfombró el camino para que llegara a donde está, y no fue el PSOE quien lo hizo.

    Un saludo

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