El sanchismo, según Philomena Cunk
«Sánchez ha mostrado una y otra vez su capacidad para resucitar de sus cenizas, pero también es un individuo vengativo, que no conoce los límites»
Si algo queda claro en España es que es más peligroso quitarles la moqueta a algunos políticos que dar agua a algunos Gremlins.
Señores: la semana pasada nuestro espacio público ha sido un festival de autodestrucción, de implosiones varias y de esperpentos que merecen al menos ser comentados.
Hemos visto partidos evaporándose y devorándose a sí mismos; observado cómo las lecciones del «ser y estar» en política algunos las olvidan en cuanto se dejan de recibir sueldos; nos hemos anonadado con esas defensoras de la «sororidad» que se han comportado cual hienas ante toda España para evitar sumar. Y ¡qué decir de esos individuos asegurando tiernamente que abandonan su acta… aferrados a un escaño en la Comisión permanente! ¡Qué momentos!
Nada, sin embargo, comparable con un presidente que parece odiar a los votantes… y que ha convocado elecciones en medio de un puente estival. ¿Quién necesita descanso cuando se pueden tener emociones políticas?
Ante tal velocidad y cantidad de despropósitos, reconozco que es fácil olvidar. En una memoria cada vez más lábil, las cuestiones se desdibujan. Sin embargo, resulta importante recordar. No todo, pero sí ciertas cosas que ayudan a entender lo que ha pasado y lo que puede estar pasando o va a pasar.
Y es que «la historia ayuda a comprender el presente y a dar forma a un futuro consciente», escuché este sábado mientras veía la serie de Philomena Cunk, ese personaje humorístico de la BBC que realiza mockumentaries, es decir, documentales falsos.
¿Y cómo analizaría Philomena, en su estilo satírico, el fenómeno del sanchismo?, pensé. Pues bien, la cosa podría ser algo así.
«Todo comenzó en 2014 cuando Rubalcaba convocó un Congreso del PSOE para buscar un sustituto»
«Todo comenzó en julio de 2014, cuando, tras obtener resultados electorales horrorosos, Rubalcaba -que era bajito- convocó un Congreso del PSOE para buscar un sustituto. Allí surgió Pedro Sánchez, un mozo alto y guapo: el candidato perfecto para ocupar el puesto. Bueno, tal vez no tanto para el aparato del partido, que prefería a Madina aunque fuera menos vistoso, pero sí para las Juventudes (JSE), los críticos, Blanco y, especialmente, la militancia femenina».
«Pedro el guapo ganó y se presentó a las elecciones… pero, para sorpresa de todos (o no tanto), ¡obtuvo incluso peores resultados que su predecesor! ‘Nos lo cargamos’, pensaron los del aparato (político). Y Sánchez se coscó. Astuto, Pedro tuvo un golpe de genialidad: se lanzó a formar gobierno aunque no fuera el ganador».
«De ahí aquel Acuerdo Reformista y de Progreso, paradójicamente el mejor programa para esta nación y la mejor patraña de los últimos tiempos. Porque, por supuesto, Sánchez nunca pensó ejecutarlo. Eso sí, le resultó muy útil. Fue su huida hacia adelante, lo que lo resucitó y salvó su trasero ante el establishment y los barones de su partido».
«En las siguientes elecciones, habiendo salido por pelos del lío anterior, Pedro el superviviente obtuvo unos vergonzosos 85 escaños. Al PSOE no le quedó más opción que permitir que gobernara Mariano, el contrario. Pero ¡oh, sorpresa! Sánchez, que los había llevado al fiasco, se puso farruco y no aceptó la abstención: «No es no». La excusa era perfecta para dimitir y ‘hacerse el muerto’ y, de paso, comenzar un épico ‘manual de resistencia’».
«Mientras se dejaba hacer robados en la playa y comía calamares y mejillones en un chiringuito, Sánchez pertrechaba su plan. Asegurarse el poder -tanto externo como interno- exigía, por una parte, controlar al aparato del partido, por otra, untar a revolucionarios, comunistas, independentistas y aprovechados varios en una mega-casta que dependiera completamente de él».
«Pero… tenía que hacerlo desde un partido. Y el suyo era el PSOE. Así que, después de viajar de un lado a otro en su coche y de ganarse el favor de las bases, Pedro, el muerto resucitado, se hizo, urna escondida mediante, con el control absoluto de la formación, purgando a todo infiel que se interpusiera en su camino».
«Llegó así al 2018. Aprovechando que algunos estaban muertos de miedo ante procesos judiciales, Sánchez lanzó una moción de censura. Ahí (y esto es algo que no debemos olvidar) le pidió tres veces a Rajoy que dimitiera. Pero Mariano, imitando al Pedro (bíblico) se negó. Se produjo entonces el memorable episodio del bolso en el escaño con el desprecio monumental de Soraya».
«Lo que necesitaba era acabar con Ciudadanos, el partido que se interponía en su camino porque ocupaba el centro»
«Sánchez ganó el Gobierno. Pero eso no era suficiente para Pedro el grande. Él quería más. En realidad lo que necesitaba era acabar con Ciudadanos, el partido que se interponía en su camino porque ocupaba el centro y porque, seamos sinceros, Rivera le caía fatal. Así que repitió las elecciones. ¡Y bingo! Lo consiguió. Chamuscó a Albert, que se fue feliz a su casa con Malú pero el partido quedó medio muerto. Sánchez firmó su sentencia…y a la vez su propia condena. Porque Pedro se convirtió en ‘el cazador cazado’».
«Sí, sus socios dependían de él, pero ahora él también dependía por completo de sus socios. De los de las estridencias, mangarrufadas e incoherencias, que empezaban ya a tocar la moral al español medio y a gran parte de sus conmilitones de formación».
«Y Sánchez trató de resucitar al muerto: con las mociones de Mortadelo y Filemón. Pero su torpeza, la incompetencia de algunos y la palabra que dimos ciertos diputados a nuestros votantes hizo que, por suerte, la probatina le saliera rana».
«Y así es como Sánchez propició la inmolación del propio PSOE a manos de sus cofrades No me extraña que los barones estén hoy cabreados».
Dice Philomena Cunk que las dinámicas y el sentido de la historia son importantes. Y tanto que lo son.
En este breve resumen que nos podría haber hecho se ve que Pedro descubrió el poder de la boutade en 2016, cuando se presentó por primera vez a presidente. Que ha mostrado una y otra vez su capacidad para resucitar de las cenizas como un ave fénix político. Y que puede ganar y reganar sin contar con el apoyo del sistema.
Pero también se percibe que es un individuo profundamente vengativo, que no conoce los límites, que no se rinde, y que es capaz de estar tramando el más maquiavélico plan sin que nadie lo sepa.
Esta vez habrá que estar muy, muy atentos.