Madrid está señalando el camino
«Un gasto excesivo, pero no desbocado, impuestos relativamente bajos y una menor regulación. Estos son los ingredientes del modelo de Madrid»
Ya se han constituido los ayuntamientos, y pronto ocurrirá lo mismo con los parlamentos autonómicos, y con sus gobiernos. Se renuevan los presidentes autonómicos, algunos de ellos, e incluso los que se mantienen, forjan equipos nuevos. En la Comunidad de Madrid, la presidenta Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a dar un resultado espectacular para su partido. Ha recibido casi la mitad de los votos, que le otorgan una mayoría absoluta en la Cámara. Y, como en los equipos de fútbol, sabemos antes las bajas que se han producido entre sus consejeros antes de que sepamos quiénes les van a sustituir. Uno de los que no repetirá en la próxima legislatura, a petición propia, es el consejero de Economía y Hacienda, Javier Fernández-Lasquetty.
En estos cuatro años, Fernández-Lasquetty ha continuado con la política de contención del gasto y de reducción de los tipos impositivos. Ha eliminado los impuestos propios de la región. La medida no tiene mucha relevancia en cuanto al montante de los ingresos fiscales, pero sí en cuanto al mensaje que transmite a los ciudadanos, y a los inversores nacionales y extranjeros: en Madrid, las autoridades locales no van a buscarles las cosquillas. Pero, además, ha rebajado el IRPF. Y eso no son cosquillas; es dinero de los madrileños sobre el que van a decidir ellos, y no la maquinaria burocrática de la región.
La presidenta había prometido que rebajará de nuevo los impuestos, y si cumple con su palabra, lo volverá a hacer en los cuatro años que le quedan de gobierno. El PP lleva haciéndolo desde 2005, cuando Esperanza Aguirre rebajó Sucesiones, Donaciones y Patrimonio, que acabarían siendo bonificados casi al ciento por ciento. Desde 2007, han ido rebajando el tramo autonómico del IRPF. El ahorro fiscal de los madrileños superaba en 2019, cuando Ayuso fue elegida presidenta de la comunidad autónoma, algo más de 1.000 euros.
«Menos impuestos, más riqueza, más ingresos. No es tan difícil de entender»
La izquierda critica las rebajas de impuestos, claro. Dice que rebajar los tipos se traslada automáticamente en una rebaja de ingresos y, en consecuencia, en una rebaja de los servicios públicos. Pero eso no ha sido así.
Los ingresos fiscales no han hecho más que subir. Las familias quieren ir a Madrid a vivir. Las empresas prosperan allí más que en otras partes de España. La inversión foránea ya no está tan seducida por el Mediterráneo en el que nació Joan Manuel Serrat, y sólo tiene ojos para la villa y corte. Si ordenamos las regiones por renta per cápita, Madrid estaba al inicio de la democracia a mitad de la tabla, mientras que Cataluña, el País Vasco o Asturias tenían puestos destacados. El País Vasco ahí sigue, pero Asturias ha abrazado al socialismo como a una bola de plomo en el océano, y con el mismo resultado. Hoy, Madrid está a la cabeza. Menos impuestos, más riqueza, más ingresos. No es tan difícil de entender.
Siempre se habla de la política fiscal de la región porque la izquierda, y el PP no madrileño, siguen queriendo quedarse con porciones crecientes de nuestra renta. Pero hay un aspecto de la política madrileña del que ya no se habla. Tal ha sido su éxito. Me refiero a la libertad de horarios.
El Gobierno regional ha continuado desregulando la economía. Ahora cuenta con un buzón en el que los propios empresarios pueden señalar qué normativa les está pisando el pie. Ahora que se pone de moda que la Administración facilite que los ciudadanos se denuncien entre sí por incumplir cualquier regulación, la Comunidad de Madrid facilita que denuncien las trabas que les pone la propia Administración madrileña.
Un gasto excesivo, pero no desbocado, impuestos relativamente bajos y una menor regulación. Estos son los ingredientes del modelo de Madrid. Pero la región ha introducido uno más que puede acabar siendo revolucionario. La Ley del Mercado Abierto permite a cualquier negocio que esté legalmente constituido en cualquier región española abrir en la acogedora comunidad madrileña. Y lo están haciendo. El modelo de Madrid es exitoso y, como dice Benito Arruñada, es replicable.
«Los socialistas, y Alberto Núñez Feijóo, no quieren que haya competencia entre comunidades autónomas»
Hay quien explica que la prosperidad de Madrid se explica por ser la capital. ¡Como si Madrid fuera menos capital en la España de Franco que en la de las 17 Comunidades Autónomas! Hablando de capitalidad, los que defienden esto, ¿para qué utilizarán la cabeza?
Los socialistas, y Alberto Núñez Feijóo, no quieren que haya competencia entre comunidades autónomas, porque no quieren que se compare su modelo de fracaso con otros. Y los nacionalistas catalanes, y Alberto Núñez Feijóo, tampoco quieren que compitan las regiones en impuestos, regulación y gestión de los fondos públicos. Que ERC y los restos de la sociovergencia no quieran autonomía para el resto de regiones es lógico. Construir una nación a base de dinero público y prohibiciones es muy caro, y los ciudadanos sobre los que recae el coste fiscal de la nacionalización prefieren irse a otro lugar.
Lo que no es fácil de entender es la postura de Vox. Y la de Alberto Núñez Feijóo. El líder del PP dice, cuando hay confianza, que él está en contra de la competencia entre regiones. Toma regionalismo. Vox, directamente, está en contra de las comunidades autónomas. Vox le habría dado a Pedro Sánchez y sus socios todo el poder. Todo. Sin fisuras. No entienden que la división territorial del poder es de lo poco que nos salva de esta farsa de sistema democrático en la que los poderes ejecutivo, legislativo y judicial son uno y trino, pero sobre todo uno.