THE OBJECTIVE
Alfonso Javier Ussía

El despacho corrupto del editor

«Algunos medios utilizan la enorme audiencia de la que disponen para chantajear a los gobernantes, y seguir así con sus beneficiosas subvenciones»

Opinión
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El despacho corrupto del editor

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Uno se pregunta cómo y cuándo un medio comunicación puede meter mano en las decisiones políticas que luego barren candidatos, campañas electorales, o incluso gobiernos, pero sucede con esas cosas que se mueven en la sombra, en las cloacas que cobran favores y vendetas, en el poder que se sabe que existe pero que apenas se ve. Hay despachos en los que están vivas estas prácticas, no sólo pasan sino que también se provocan, amigotes de los administradores del Estado y que hacen funcionar sus tentáculos de tal forma que muchas veces no se entiende la existencia de unos sin la presencia de los otros. En uno de estos cuartos del poder, hace tiempo que se cambió la forma de proceder, de ser una contrapeso que vigilara el buen funcionamiento de los políticos, de trabajar al servicio de la democracia, se pasó a ser otro beneficiario de la mala praxis en los grises más oscuros del poder de un estado. 

—¿Y cómo pretendes que ésta tía no gane las elecciones?

—Es sencillo, lo mejor será que sus propios compañeros se la carguen. 

—Pero ella cuenta con el apoyo de los votantes. Es presidenta.

—Es fácil. Si la ponemos como favorita en alguna encuesta que podamos inventarnos, acabarán con ella. 

—¿Cómo puedo ayudarte?

—Estaría bien si me pasas algunos datos de su declaración de la renta. Nosotros nos encargamos de publicarla y el resto estará hecho. Además a la gente no le gusta que su marido tenga posibles. 

—Aunque sea ilegal que te dé esos datos, espero que podamos recompensarte por tu ayuda. 

—Bueno, eso lo resolvemos con alguna de las licencias de la televisión privada. A nosotros nos convendría disponer de un canal de televisión, que ya sabes que los periódicos venden cada vez menos ejemplares. Si nos garantizas que la licencia es nuestra, yo me encargo de hundirla con todos nuestros canales de difusión. 

—Perfecto. Cuenta con ello. 

Al día siguiente, algunos medios de comunicación publicaban la información privada de una contribuyente que además era presidenta de una comunidad autónoma importante. Lo más curioso es que su propio partido estaba en el gobierno, con lo que la filtración venía del mismo lado, utilizando artimañas propias de unos medios de comunicación que no deberían existir, pues lo que juegan es a participar del cohecho de la malicia y utilizando la enorme audiencia de la que disponen para chantajear a los gobernantes, y seguir así con sus beneficiosas subvenciones y otros retornos que les seguirán manteniéndose vivos. 

Cuando el New York Times y el Washington Post comenzaron a publicar los informes reales de la participación norteamericana en la guerra de Vietnam, Richard Nixon inició una cruzada nunca antes vista contra las prestigiosas cabeceras estadounidenses. Una cosa era lo que decían a sus votantes. Desde JFK, Johnson, o el mismísimo Nixon, jugaban a derrocar y a engañar a la población americana y ocultaron unos informes que vieron la luz gracias a la filtración de un miembro del Pentágono, Daniel Ellsberg, quien al toparse con la verdad decidió robarlos y entregárselos a los periodistas de investigación de las prestigiosas cabeceras. 

Fueron días convulsos, en los que la Fiscalía alegaba que publicar esa información ponía en riesgo la seguridad del estado, y durante el pulso, se llegó a prohibir por parte de la Casa Blanca y de la Fiscalía que continuaran informando acerca de esa gran mentira que supuso, entre otras cosas, ataques aéreos en Laos, el envío de tropas a más de 13.000 kilómetros de distancia, y la derrota en una contienda del ejército americano durante el siglo XX, con la muerte de más de 50.000 soldados americanos, que participaron en la contienda por todo tipo de intereses excepto por aquellos que tanto defendían. Con estas informaciones se demostraba que Nixon no sólo había mentido a la sociedad sino también al Congreso de Estados Unidos; un hecho que hoy en día en nuestro país de despachos corruptos se llama «cambiar de opinión».

Ese intento de coartar el derecho a la información por los poderes tácitos llevó a un gran acuerdo por parte de los editores de la mayoría de los periódicos en Estados Unidos, que continuaron publicando los informes y llevaron la causa al Tribunal Supremo, en una batalla de medios contra un gobierno, en pos de la verdad y de actuar como el árbitro lógico que se supone que eran y representaban.

El alto tribunal de los Estados Unidos se reunió y debatió sobre hasta dónde debían llegar conceptos como la libertad de expresión o el derecho a la información, pero nunca antes se mantuvo un pulso tan crucial entre medios y el Gobierno. Finalmente, el fallo del Supremo (de seis contra tres) dio la razón al Times y al Post, y Richard Nixon no sólo quedaría como un presidente que trató de coartar las libertades y derechos del pueblo americano, sino que cavaría su propia tumba como se vería poco después con el famoso caso Watergate. El fallo del supremo dijo que El periodismo debe servir a los gobernados, no a los gobernantes 

Y luego nos preguntamos por qué en España los medios venden cada vez menos. 

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