THE OBJECTIVE
Esperanza Aguirre

La clave del éxito de Ayuso

«Gana a sus adversarios en el terreno en el que ellos se creían invencibles, en el debate ideológico y en la batalla cultural. Ahí está la clave de su éxito»

Opinión
57 comentarios
La clave del éxito de Ayuso

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. | Europa Press

Cuando anunciaron, a principios de 2019, que Isabel Díaz Ayuso iba a ser la candidata del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid en las elecciones autonómicas de mayo de ese año, fueron muchos los que se sorprendieron. Isabel no era conocida por el gran público y no había ostentado cargos de relevancia ni en el partido ni en la administración.

Mi sorpresa, sin embargo, fue relativa, porque la conocía muy bien, había trabajado conmigo y había sido la responsable de mis redes sociales, cuando todos empezamos a usarlas, y como tal responsable lo había hecho con una inteligencia, una prudencia y una habilidad más que notables. Por eso, yo sabía, de primera mano, que era muy inteligente y trabajadora, pero era verdad que no la había visto nunca en puestos de especial responsabilidad. Fue, como la de colocar a José Luis Martínez-Almeida para el Ayuntamiento de Madrid, una decisión personal de Pablo Casado, que entonces llevaba apenas unos meses al frente del PP nacional. Es posible que, después, cometiera errores, pero hay que reconocer que esas decisiones fueron un éxito rotundo, como el tiempo ha demostrado.

La trascendencia de ser candidata a la comunidad en aquellas elecciones autonómicas de mayo del 19 se hizo aún mayor después de que, en las generales de abril, el PP sólo consiguiera 66 escaños y en Madrid tuviera un resultado muy malo, fuimos tercera fuerza, detrás del PSOE y de Ciudadanos, con sólo un 18,6% de los votos.

Pues bien, con todo el viento en contra, Isabel luchó como una jabata durante las cuatro semanas que separaron aquellas dos citas electorales y consiguió un resultado mucho más esperanzador: superó claramente a Ciudadanos y llegó al 22,3% de los votos.

Basta comparar aquel resultado con el que acaba de obtener, cuatro años después, en las elecciones del pasado mayo, el 47,3%, con 1.600.000 votantes, para reconocer que su trayectoria, su gestión y sus planteamientos políticos han sido extraordinariamente valorados por los madrileños.

«Tuvo que negociar con Ciudadanos y con Vox para ser investida presidenta»

Para analizar su labor durante estos cuatro años, merece la pena recordar algunos de los hitos que han marcado este periodo. Para empezar, tuvo que negociar con Ciudadanos y con Vox para ser investida presidenta, porque necesitaba sus votos y superar así la suma de los del PSOE, Más Madrid y Podemos. Negociación que no fue nada fácil, hasta mediados de agosto se negaron a investirla. Muchos de los que habían recibido con sorpresa y escepticismo su candidatura empezaron a darse cuenta de que Isabel demostraba un sentido político, una inteligencia y una capacidad de movimientos fuera de lo normal.

Después comenzó su gestión al frente del Gobierno de la comunidad. Una gestión que, desde el primer momento, tuvo dos enemigos encarnizados. El primero, el Gobierno de un Sánchez, que no podía comprender cómo una candidata casi desconocida se hubiera hecho con la comunidad, cuando él creía que Madrid iba a ser suyo. Y el segundo, su propio socio de gobierno, Ciudadanos, con aquel vicepresidente de cuyo nombre no quiero acordarme, que tampoco comprendía cómo no había sido el más votado del centro-derecha, y que no paraba de ponerle todo tipo de zancadillas.

Pero Ayuso no se arredró. Desde el primer momento plantó cara a Sánchez y buscó la confrontación ideológica y política con él. En esa confrontación, su valentía y su firmeza en defender los principios fundamentales del PP ayudaron a muchos a comprender mejor quién era ese presidente que estaba dispuesto a gobernar, como así hizo, con todos los totalitarios que hay en España. Evidentemente no fue sólo ella la que desenmascaró a Sánchez, pero algo sí tuvo que ver para que el presidente Frankenstein perdiera en las elecciones de noviembre de ese año el 10% de los que lo habían votado en abril (de 7.480.000 a 6.792.000 votos).

Llegó la pandemia y ahí Isabel sacó todo el coraje y el talento que lleva dentro. Comprendió que Sánchez estaba utilizando el lógico miedo de la gente a la enfermedad para gobernar como un monarca absoluto, a base de decretos-leyes y con el Parlamento cerrado, algo que el Tribunal Constitucional condenaría después. No dudó ni un minuto en plantar cara al autócrata de La Moncloa y en defender a los ciudadanos, comerciantes y empresarios de Madrid. Incluso frente a aquel vicepresidente de Ciudadanos, que no paraba de ponerle palos en las ruedas. Su gestión de la pandemia fue un modelo en todo el mundo y así se lo reconocieron los más importantes medios de comunicación internacionales.

En marzo de 2021, sus coaligados de Ciudadanos decidieron presentar una moción de censura, que, a medias con los socialistas, habían preparado, después del fracaso del PP en las elecciones catalanas. Y allí aparecieron, con una brillantez inusitada, los reflejos, el valor y el olfato político de Isabel, que se les adelantó, disolviendo la Asamblea y convocando Elecciones.

Isabel se presentó y eligió resaltar las ideas y los principios por los que está en política. Desde el mismo momento de la convocatoria, invitó a los madrileños a elegir entre «socialismo o libertad». Y, cuando Pablo Iglesias decidió presentarse, como vicepresidente del Gobierno que era y líder máximo de Podemos, lo cambió a «comunismo o libertad». No lo pudo decir más claro. Y, así lo entendieron los ciudadanos de Madrid, que le dieron, ya en mayo de 2021, un resultado extraordinario.

«Isabel no ha parado de incidir en esa disyuntiva: o el socialismo de Sánchez con todos sus aliados, o la libertad».

En los últimos dos años Isabel no ha parado de incidir en esa disyuntiva: o el socialismo de Sánchez con todos sus aliados, o la libertad. Y últimamente «Sánchez o España». Y en mayo de este año ha mejorado incluso sus resultados de entonces.

El miércoles pasado tuve la suerte de escuchar el discurso con el que aspiraba a la investidura. En él, la presidenta de la Comunidad de Madrid, presentó una serie de proyectos muy interesantes en todas las materias en las que la comunidad tiene competencia: educación, sanidad, vivienda, servicios sociales, impuestos, etc. Pero lo más importante fue comprobar cómo todos esos atractivos proyectos estaban justificados en razón de los principios por los que Isabel está en política: la defensa de la libertad y de la propiedad y, sobre todo, la defensa de España, la España Constitucional, nación de ciudadanos libres e iguales.

Por eso los primeros minutos de su brillante intervención los dedicó a resaltar, con coraje y convicción, el papel que le toca a Madrid a la hora de denunciar los desafueros que ha cometido, y amenaza con seguir cometiendo, este Sánchez que ahora quiere reconvertirse en presentador de televisión.

Ahí está la clave del espectacular éxito de esta mujer, que hace cuatro años casi nadie conocía y pocos votaban y que hoy es reconocida como una líder indiscutible, no sólo por los que piensan como ella, sino, sobre todo, por sus adversarios y enemigos (que tiene de todo), que la temen más que a un nublado. Y con razón, porque les gana en el terreno en el que ellos se creían invencibles, en el debate ideológico y en la batalla cultural. Ahí está la clave, y de ella todos tienen que aprender.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D