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Esperanza Aguirre

PP y Vox: de acuerdo en lo esencial

«Ambos partidos tienen que contemplar como objetivo el que se propuso Aznar en 1989: que todas las familias del centro y la derecha se sientan a gusto juntas»

Opinión
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PP y Vox: de acuerdo en lo esencial

El líder popular, Alberto Nuñez Feijóo, y el responsable de Vox, Santiago Abascal, junto a otras personalidades políticas en el desfile del 12 de octubre. | EFE

Sin ser una fanática defensora del bipartidismo como mejor opción para el funcionamiento de las instituciones de una democracia liberal, como es la nuestra, sí que creo que no hay que perder de vista que las dos democracias más antiguas, estables y consolidadas del mundo, con una experiencia de varios siglos, Reino Unido y Estados Unidos, tienen y han tenido siempre un régimen así, bipartidista.

¿Quiere eso decir que en esos dos grandes y democráticamente modélicos países sólo se les ofrecen a los ciudadanos dos únicas opciones a la hora de llamarlos a las urnas? Pues no exactamente porque dentro de los laboristas y de los conservadores británicos, como dentro de los republicanos y de los demócratas norteamericanos, hay muchas tendencias y personalidades que no tienen por qué defender los mismos planteamientos políticos en todas las materias. Aunque, eso sí, coincidan plenamente en los principios fundamentales.

Todo esto me viene a la cabeza cuando contemplo el desarrollo de las conversaciones entre dirigentes de Vox y del PP en estas fechas, que están emparedadas por dos grandes citas electorales, las municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo y las generales del próximo 23 de julio. Que los dirigentes, los militantes y los votantes de Vox y del PP tienen diferentes posiciones y opiniones sobre algunos asuntos no ofrece la menor duda y es lógico y natural.

Por ejemplo, Vox, con el propósito de evitar diferencias entre españoles, está en contra del Estado Autonómico, mientras que el PP, y yo con él, está a favor, con el para mí sólido argumento de que, gracias a la existencia de la Comunidad de Madrid, todos los españoles han podido contemplar cómo, con medidas liberales y nada socialistas, Madrid se ha convertido en la primera región económica de España. Si no tuviéramos el Estado de las Autonomías, en Madrid no podría haberse implantado la libertad de elegir médico, hospital, colegio, horarios comerciales, etc. Zapatero jamás hubiera permitido esa libertad de elegir porque a los socialistas lo que les gusta es la clientela cautiva.

«Dentro del PP actual, hay diferentes opiniones: Margallo defiende la Agenda 2030, pero yo mantengo que es un disparate»

Diría más, incluso dentro del PP actual, hay diferentes opiniones sobre algunos asuntos de cierta entidad. Por ejemplo, aunque sé que la mayoría del PP está a favor de la Unión Europea tal y como funciona ahora, algunos mantenemos posiciones críticas ante el actual funcionamiento de la carísima e intervencionista burocracia de Bruselas. Como también sé que en el PP algunos, como García-Margallo, defienden que la Agenda 2030 es el Evangelio, y otros mantenemos que es un disparate que nos está arruinando a todos y está hundiendo la agricultura y la ganadería españolas. Y no por eso a nadie se le ha ocurrido ni expulsarnos del partido ni, por nuestro lado, crear un partido nuevo.

La mención al funcionamiento desde hace siglos de los grandes partidos británicos y estadounidenses viene a cuento cuando recuerdo cómo en abril de 2008, el entonces presidente del PP, Mariano Rajoy, en un famoso discurso en Elche, nos invitó a los liberales y a los conservadores a irnos del partido. Ya entonces me pregunté quién se quedaría en el PP sin liberales ni conservadores, ¿apparatchiks desideologizados, presuntos gestores de lo público o simples oportunistas? Porque ¿cómo un partido, con vocación y tradición de ser el mayoritario de la derecha y el centro, puede prescindir de las dos familias más clásicas del pensamiento político de esa derecha y ese centro?

Además, aquel discurso era una enmienda a la totalidad a la historia de los éxitos del PP. No tengo la menor duda de que el mayor logro político de Aznar, desde que en 1989 se hizo cargo de la presidencia del PP, fue acoger en él a todas las familias a la derecha del PSOE. Consiguió que conservadores, democristianos, liberales y hasta socialdemócratas nos sintiéramos a gusto en el PP que él dirigía. Aunque, por supuesto, no todos pensáramos lo mismo de todo. Pero eso sí, había dos principios que todos compartíamos de una manera radical y absoluta: la defensa de la libertad y la propiedad, y España, como nación de ciudadanos libres e iguales.

Por supuesto que yo defendía políticas liberales y Alberto Ruiz-Gallardón, no tanto, pero podíamos trabajar juntos para eso, para que en una España unida reinara la libertad y estuviera garantizada la propiedad.

«Cuando se consumó la indigna excarcelación del asesino Bolinaga, hubo quien, como Abascal, se fue del PP»

A la invitación de Elche nadie le hizo caso… entonces. Pero cuando el PP empezó a gobernar con mayoría absoluta en 2011 y dejó de cumplir con compromisos anunciados antes de aquellas elecciones generales y, sobre todo, cuando se consumó la indigna excarcelación del asesino Bolinaga, hubo algunos, como Abascal, que había sido uno de los militantes del PP más comprometidos y valientes en la defensa de nuestros principios en el País Vasco, que sí se fueron. Y otros, como yo, que lo criticamos abierta y públicamente, pero no nos fuimos.

Con él se fue Ortega Lara, símbolo incomparable del sufrimiento a que ETA nos ha sometido a todos los españoles y víctima directa del excarcelado Bolinaga.

Desde entonces PP y Vox, por separado, están de acuerdo en las cuestiones esenciales: la unidad de España como nación de ciudadanos libres e iguales y la defensa de la libertad y de la propiedad.

En las negociaciones y conversaciones que en estos días van a darse, el PP y Vox tienen que contemplar como objetivo último, a medio o largo plazo, el que se propuso Aznar tras ser elegido presidente del partido en el histórico Congreso de Sevilla de 1989: que todas las familias del centro y la derecha española se sientan a gusto juntas.

Y, por supuesto, despreciando a todos los que hablan ex cathedra para estigmatizar a Vox con etiquetas insultantes, cuando en ese partido, como en el PP, no hay ni ha habido nunca la menor tentación totalitaria ni de cambiar el régimen por la puerta de atrás, lo contrario que hemos comprobado que sí existe en los partidos del Gobierno de Sánchez, empezando por el que antes era socialista y ahora es simplemente sanchista.

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