Cuatro claves económicas para el debate Sánchez-Feijóo
«Un empleo más estable en una economía más productiva es el gran reto para el próximo Gobierno»
Existe una amplia evidencia empírica sobre la efectividad de los debates entre los candidatos a la hora de provocar cambios en la orientación del voto. Si bien su efecto parece limitado (el consenso apunta a que se mueve entre un 4% y un 6% de la masa de votantes llamados a las urnas), no es menor el perfil socioeconómico del votante y la circunscripción en la que vota. Son variables que pueden provocar un movimiento más que proporcional de escaños en provincias donde se reparten más de cuatro diputados y/o senadores. Más aún cuando el sistema político español está mostrando los primeros movimientos de vuelta al bipartidismo.
Precisamente un debate a dos ayuda a centrar los temas principales, evitando la polarización que introdujo la «nueva política» desde 2015 y que todavía representan dos partidos extremos cuya suma en el Congreso probablemente superará los 60 diputados. Ocuparán un espacio muy importante materias clave como la política nacional, el papel de España en Europa, el deterioro de las instituciones en los últimos años… Pero si hay un terreno de juego importante es, sin duda, la economía. Aquí es donde el incumbente (Pedro Sánchez) intentará hacer una lectura al pie de la letra de la coyuntura macroeconómica (una tasa de crecimiento interanual del PIB del 4,2% o una tasa de inflación del 1,9% también interanual) mientras que el aspirante (Alberto Núñez Feijóo) destacará que España ha sido el último país de la UE-27 en recuperar el nivel de PIB previo a marzo de 2020 o cómo la deuda pública ha crecido en 332.000 millones de euros desde junio de 2018.
«Leer las cifras sin el contexto adecuado lleva a tomar decisiones inadecuadas»
Ambos apoyarán sus razonamientos en cifras concretas, pero la clave está en que sepan interpretarlas correctamente. Leer las cifras sin el contexto adecuado lleva a tomar decisiones inadecuadas, máxime cuando en los últimos cuatro trimestres el divorcio entre la economía real y la coyuntura macroeconómica es cada vez mayor. Por ello, es necesario poner el foco en cuatro claves económicas concretas que eviten un distanciamiento entre la situación que el ciudadano mediano español vive cada día y el discurso de los principales candidatos.
La primera de ellas es la situación de la renta real de las familias. Desde que Pedro Sánchez accedió a la presidencia del Gobierno en junio de 2018 hasta el cierre del año 2022, la renta disponible real de las familias se ha reducido en un 6% (cálculo a partir de los datos de la OCDE). Sólo desde el cuarto trimestre de 2019 al cuarto trimestre de 2022, los ingresos reales netos de impuestos han bajado un 10,5%. En estos cinco años con el mismo presidente, el gasto de las familias en términos reales es el mismo al cierre de 2022 que en 2018 según la Encuesta de Presupuestos Familiares y la fiscalidad sobre los salarios ha aumentado (la ratio de IRPF y cotizaciones sociales sobre el salario bruto ha aumentado una décima hasta el 39,5% mientras que bajó en 3 décimas en la media de la OCDE).
La segunda es el ahorro familiar, el cual a pesar de que se incrementó gracias a la pandemia, tiene hoy una lectura exclusivamente coyuntural. Al cierre de 2022 había 10.000 millones de euros nominales extra de ahorro familiar con respecto al segundo trimestre de 2018, según la Contabilidad Trimestral de los Sectores Institucionales del INE. Observando la trayectoria de los depósitos bancarios y los últimos datos de consumo familiar, es muy posible que se hayan agotado completamente antes de cerrar el segundo trimestre de este año.
La tercera es la calidad de los servicios públicos, la cual impacta directamente en el día a día de los españoles. Las políticas de rebaja de tarifas en el transporte, la educación o la sanidad está produciendo problemas importantes con colapsos en la atención primaria, la educación universitaria o medios de transporte como la red de cercanías en las grandes ciudades o la media distancia de Renfe. A pesar de que las competencias en estas materias son de las CCAA, el Gobierno central tiene una responsabilidad muy relevante tanto a la hora de conseguir consensos para hacer políticas comunes como a la hora de hacer la tan necesaria reforma del sistema de financiación autonómica, varada desde hace casi una década.
Por último, en cuarto lugar, está la sustitución de las políticas de rentas que han dominado desde la pandemia por políticas activas de empleo, viendo el agotamiento cada vez más evidente del mercado de trabajo a la hora de seguir creando empleos que duran menos de un año (+922.000 desde el segundo trimestre de 2018, alcanzando los 1,6 millones). Un empleo más estable en una economía más productiva (la productividad total de los factores ha caído un 3% entre 2018 y 2021 según la OCDE), es el gran reto para el próximo Gobierno. Y ante él no caben promesas de «pleno empleo» o reformas laborales que produzcan este «milagro».