A lonazos
«La campaña mas hiriente es la que se hace a lonazos cubriendo la fachada de un edificio con mensajes estáticos hasta que la autoridad los quite»
Lona de Greenpeace.
Muchas son las enseñanzas me está regalando esta campaña electoral. Una: que un debate entre dos es como un trío de amigas que se citan para hablar de la que no está. Dos: que a los mítines ya sólo asisten los seglares como a los conciertos sólo van los que se saben las canciones. Tres: que esto va de partidos políticos aunque Sánchez trate de desvincular al PSOE de su debacle. Cuatro: que lo que silencia la arrogancia infantil de una mujer de la extrema izquierda para ir en las listas es otra mujer del mismo extremo de la izquierda con pinta de profe y discurso patoso de guardería. Cinco: que la campaña más hiriente -en esta era del mamporreo- es la que se hace a lonazos cubriendo la fachada de un edificio con mensajes estáticos hasta que la autoridad los quite.
Seis: que la desesperación es la gasolina del perdedor que o bien te lleva de tourné por los pueblos de España o por los medios de comunicación que juraste no pisar nunca. Siete: que como dicen los clásicos, cuando un político se pasa de listo se vuelve tonto y algunos han demostrado sobradamente que tienen la inteligencia justa para llegar, como mucho, al telediario del mediodía. Ocho: que en una cabeza a la que el riego sube con dificultad el agrolenguaje no le hace bien, ni para usar naranjas en ejemplos de economía, ni para utilizar peras y manzanas en la argumentación trasnochada del matrimonio homosexual. Nueve: que comprar votos es como comprar droga al menudeo, solo hay dinero para algunas papelinas que cambien el ayuntamiento o la comunidad, pero no el país porque ahí lo que funcionan son las paguitas. Y diez: que ahora que ya sabemos a qué huele lo que está muy, pero que muy podrido, a ver qué puñetas hacemos con el CIS y con esos otros organismos públicos a los que les está escapando el moho por debajo de sus puertas.
«No descarto que sigamos así hasta enero porque se tengan que repetir las elecciones»
La verdad es que podría enumerarle unas cuantas lecciones más de esta canallesca electoral que llevamos viviendo más tiempo del recomendable para el correcto equilibrio de nuestra salud mental. Todos los días hay algo nuevo y francamente no descarto que sigamos así hasta enero porque se tengan que repetir las elecciones. Cada mañana se escribe un nuevo episodio de esa gran paradoja que consiste en vivir gastando dinero público para decirnos a los ciudadanos lo que harían con ese mismo dinero público que tanta falta hace que no se malgaste.
Así de rocambolesca es la cosa. Es el show político de los focos y los altavoces. Es el momento, el adelante, el es por ti, el decide lo que importa… eslóganes oficiales en banderolas de farolas y lemas extraoficiales como el que te vote Txapote, con los que nos animan a participar en esta fiesta de la democracia con prisas fruto de una pataleta. Iremos y algunos lo haremos con cara de aguafiestas por la jodienda de la fecha. Cumpliremos nuestra parte del acuerdo para no seguir escuchando a los que prometen arreglar lo que curiosamente ellos mismos han roto, ni a los que quieren seguir haciéndonos rotos, y mucho menos a los que, además de rompernos el bolsillo, nos quieren agujerear la existencia monopolizándonos el pensamiento, la actitud, la opinión y hasta la movilidad. Iremos a votar y después, todos a una como en Fuentevejuna, nos haremos un Trías y oiga, que les zurzan a todos.
