A sudar el voto
«El voto muerto no es el voto en blanco ni el voto inútil, sino el voto de los muertos, que en España es tradición que algún muerto resucite para votar en elecciones»
El voto muerto no es el voto en blanco ni el voto inútil, sino el voto de los muertos, que en España es tradición que algún muerto resucite para votar en elecciones. Pero este año además, tenemos el voto de los nacionalizados por la Ley de Memoria Democrática, cuyo número desconocemos (cosas del padrón), los votos perdidos (cosas del calor y el jaleo de Correos), y para terminar tenemos el voto ideológico, que aflora con las temperaturas extremas.
Con todos esos percances, tenemos que ponernos crema y votar a la sombra, para evitar los mareos y desmayos, las deshidrataciones y otros percances. Yo creo que para compensar, el PP debería sacar a votar a las monjas de clausura y los ancianos de las residencias, pero a una hora prudente. Yo ardo en deseos de votar con el bolsillo, porque ahora para la izquierda también el voto pragmático y práctico es pecado. Umbral decía que votar era pecado siempre, por principio teológico y porque la democracia es de origen libérrima, si nos remontamos a Grecia, que no vamos a remontarnos.
Peor que pecado. Con mi voto madrileño que vale un cuarto del voto de un soriano, decir que voy a votar es una boutade. Miles de hogares españoles van a sudar el voto en pleno julio, para que luego venga la izquierda a decirte que votas mal, y envíe a las hermanas revolucionarias al Congreso. Toda esa gente de los extremos que anda por ahí exhibiendo su rechazo a que gobierne lo votado me parece a mí que no han entendido bien la democracia. El votante tiene derecho a añadirle al voto un taco, escrito en el margen derecho de la lista. Puede también poner una queja («Voto por Irene», la de Sumar). Puede incluso meter una rodaja de chorizo en el sobre. Y todo lo demás son excesos, demasías y guerrismos.
«La regla un ciudadano un voto está en la estadística y es la verdadera forma de convivir en democracia»
La regla un ciudadano un voto está en la estadística y es la verdadera forma de convivir en democracia. Por eso se nos convoca, para que luego las hermanas revolucionarias y protestonas respeten el capricho de la mayoría. Un apunte, de F. Savater, por si estas vacaciones tenemos que hacer pedagogía democrática desde el periódico: “El fascismo consiste en romper las urnas, no en respetarlas. Fascistas son los que salen a la calle a manifestarse cuando son elegidos quienes no les gustan”.
Aquí nadie sabe que un voto vale más que un insulto, de momento y saliéndonos otra vez del sistema, queremos ganar con insultos lo que hemos perdido en votos. Es el capricho de algunos. Con toda su retórica, sus ilusiones, sus reflejos, sus gestos, algunos mensajes que han lanzado tanto Pedro como Yolanda me aparecen hoy como una condensación paródica de la tradición revolucionaria europea, mezclada con el anclaje a 1936. Es como la prolongación y la culminación grotesca de una época.
Vivimos, esto lo tengo claro, en una democracia española, en una democracia europea, donde los votantes deben ser tan respetados como los resultados de las urnas. En cualquier caso, no hay revolución que aguante los 40 grados de agosto, y este país se para en verano. Yo iba a abstenerme, pero si votar mal es pecado y yo no voto, perdería entonces el saludable vicio de la democracia.