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Esperanza Aguirre

Lo que no se dijo en los debates

«En el bloque de los pactos habría que haberles exigido que dejaran perfectamente clara su postura frente a los partidos que defienden ideologías totalitarias»

Opinión
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Lo que no se dijo en los debates

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en un momento del cara a cara previo al 23-J. | Atresmedia

En 1960, antes de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, se celebraron, por primera vez en la historia, unos debates televisivos entre los dos candidatos, el republicano Richard Nixon y el demócrata John Kennedy. Aquellos debates tuvieron un éxito inusitado entre la población estadounidense, y algunos dicen que el triunfo final de Kennedy se debió, en gran parte, al cuidado con que preparó, sobre todo en los aspectos formales, sus intervenciones.

Desde entonces raras son las elecciones democráticas en las que no se celebran debates televisivos entre los candidatos. Aunque ya no susciten un interés tan inmenso como entonces, en parte porque ahora los ciudadanos estamos más que acostumbrados a ver a los políticos en las teles.

Antes de las elecciones del pasado 23-J también hubo debates televisivos. Primero uno, entre Sánchez y Feijóo, que fue visto por 5,9 millones de espectadores, lo que supone un escaso 15% del total de los 37,5 millones de españoles que estábamos llamados a las urnas y que constituye la audiencia más pobre desde los debates de 1993, que fue la primera vez que tuvimos ese tipo de confrontaciones en España. Después, un debate a tres entre Yolanda Díaz, Santiago Abascal y Pedro Sánchez, que vieron 4,1 millones de españoles, es decir, un aún menor 11% de los que teníamos que votar. Esos porcentajes muestran cómo el interés por ver a los candidatos ha ido disminuyendo, quizás porque ya los conocemos de sobra y ni su imagen ni su lenguaje corporal pueden sorprendernos demasiado.

Por eso, aquí quiero prestar atención al contenido de lo que dijeron, o mejor será decir, de lo que no dijeron. Porque, cuando se pasa revista al contenido de sus intervenciones, resulta llamativa la poca o nula atención que prestaron a asuntos que a mí me parecen de enorme trascendencia. Las intervenciones de los dos debates, tanto el que enfrentó a los dos candidatos de los partidos más importantes, PP y PSOE, como el que protagonizaron los tres candidatos, con la ausencia de Feijóo, se dirigieron a tres bloques de asuntos: Economía, Políticas Sociales e Igualdad, y Pactos postelectorales (en el debate a dos se incluyó un cuarto bloque, de Políticas de Estado).

«¿Cómo es posible que algo tan importante para los ciudadanos como la educación se quede sin debatir?»

Pues bien, sin ánimo de ser exhaustiva, puedo enumerar una serie de cuestiones sobre las que me hubiera gustado que quedaran claras las posturas de todos los candidatos y que, por el contrario, fueron o eludidas o ignoradas.

Empecemos por las cuestiones económicas:

-Dada la trascendencia que las políticas energéticas tienen sobre todas las actividades económicas, ¿qué piensan de la energía nuclear?

-Nadie puede dudar de la trascendencia que la política hidráulica tiene para España, pues bien, no escuché ni un apalabra sobre este asunto-

-Teniendo en cuenta la ideología comunista de muchos de los aliados de Sánchez en sus gobiernos Frankenstein, ¿qué opinan ellos de la propiedad privada?

¿Dónde ponen el límite a la deuda pública y al déficit del Estado?

-Tampoco me quedaron nada claras cuáles son las políticas fiscales que preconizan, qué impuestos van a subir, cuáles van a bajar y dónde ponen el límite a la intervención del Estado en la vida de los ciudadanos.

Sigamos por las políticas llamadas sociales, como si hubiera alguna que no lo fuera:

-En este bloque el debate se centró en las que han llamado políticas de igualdad, que es la forma de referirse a las reivindicaciones woke de los seguidores de los dogmas de la corrección política, es decir, a todos los asuntos que tienen que ver con el mundo LGTBI (recuérdese que la T se refiere a los trans). En este campo se quedó sin contestar la simple pregunta que, con brillante sencillez, planteó Santiago Abascal: ¿qué es para ustedes una mujer?

-Pero también se quedó sin abordar un asunto tan trascendental como la Educación: ¿cómo es posible que algo tan importante para los ciudadanos y para el conjunto de la Nación como la educación se quede sin debatir, cuando las escandalosas cifras de paro juvenil españolas demuestran a las claras el fracaso de las leyes, que, desde la llegada del PSOE al poder en 1982, están rigiendo el sistema educativo español?, ¿qué piensan de la libertad de los padres para elegir la educación que quieren para sus hijos o algunos creen, como dijo la ministra Celaa, que «no podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres»?, ¿están de acuerdo en que se puede pasar de curso sin aprobar?, ¿qué importancia dan al mérito y al esfuerzo? Pues no se dijo ni una palabra, y eso que la educación es la principal política social que existe.

-¿Y qué decir de la ausencia de referencia a las lenguas y a lo que piensan hacer, o dejar de hacer, para que todos los españoles sepan español y para que todos puedan educarse en la lengua que quieran?

«Ni se habló para nada de política internacional, cuando Sánchez ha cambiado radicalmente nuestra posición sobre el Sáhara»

En el bloque de los pactos habría que haberles exigido que dejaran perfectamente clara su postura frente a los partidos que defienden ideologías totalitarias. No olvidemos la Resolución del Parlamento Europeo de 19 de septiembre de 2019, en la que pide a todos los Estados miembros de la Unión que condenen las ideologías totalitarias, como el nazismo y el comunismo. Porque aquí, sin complejos ni tapujos, se presentan partidos que se declaran abiertamente comunistas, y no pasa nada.

Por último, pero también muy importante, en los debates nadie se ocupó de explicar sus políticas de Defensa en un momento especialmente crítico, con una guerra en territorio europeo.

Ni se habló para nada de política internacional, cuando acabamos de ver cómo, por razones inconfesadas y, quizás, inconfesables, Sánchez ha cambiado radicalmente nuestra posición con respecto al Sáhara, con las trascendentales consecuencias que esa decisión ha traído consigo en materias tan señaladas como el coste de la energía y puede traer en la situación de las ciudades españolas en el norte de África. Por no hablar de la importancia que para los electores tiene conocer claramente la posición que nuestros políticos tienen en relación con dictaduras tan abyectas de países hermanos como Cuba, Venezuela y Nicaragua.

En resumen, que fueron muchos los asuntos importantes que no se trataron en esos debates que tienen que servir precisamente para conocer en directo las posiciones concretas de los candidatos.

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