MyTO

La ceguera de los monóglotas

«El Congreso de los Diputados no es sino un espectáculo. Un teatro para la escenificación más variopinta de los intereses de cada grupo político»

Opinión

Ilustración de Alejandra Svriz.

  • Eduardo Laporte nació en Pamplona en 1979 pero lleva en Madrid desde 2005, donde cultiva esa doble nacionalidad que decía Sabina (triple en su caso, por su condición de medio galo). Se dedica al periodismo intermitente de temática cultural en medios como Territorios, de El Correo de Bilbao. Ha publicado algunos libros de vocación autobiográfica (que no autoficcional, de momento), entre los que destacan Luz de noviembre, por la tarde (Demipage, 2011) o el reciente Tiempo ordinario, un diario editado en 2021 por papeles mínimos. Su canción favorita es Perspectiva Nevski, de Battiato.

Qué bien suena la palabra políglota y qué mal el término monóglota. El primero remite a cultura, viajes, Erasmus, títulos universitarios e incluso nobiliarios. El segundo, en cambio, nos hace pensar en trogloditas de pensamiento único. Así definen los diccionarios, en cualquier caso, a quien solo habla una lengua: monolingüe o monóglota, de γλῶττα, lengua en griego. 

Se ha armado una buena con la cuestión del pinganillo, el que tengo aquí colgado, en el Congreso de los Diputados. Hay quien considera que, en habiendo una común que todos entienden, pa’ qué liarse la manta a la cabeza. Es el argumento de lo práctico, la hiperlógica del pragmatismo, el triunfo de lo cómodo frente al humanismo. El estómago frente al corazón. Tarzán frente a Platón.

Ante esos razonamientos, cabría proponer la derogación de la ropa de calle. No ya el traje o los vestidos para acudir al Congreso, sino la ropa misma. Qué opresores los zapatos, ¿no es mucho más cómodo ir en chanclas? ¿Y en pijama? ¿Y la pausa para comer, a pesar de lo barato de los gintónics en la cafetería del Congreso? ¿Por qué no alimentarse en los mismos plenos, una pizza cuatro quesos pedida a Glovo, o una ensalada de pasta hecha en casa? ¡Batch cooking al poder! Mucho más práctico.

«Ya puestos, que los diputados no vayan al Congreso. Un Zoom con 350 ventanitas y listos»

Ya puestos, que los diputados no vayan al Congreso. Lograríamos reducir la boina de Madrid con esa reducción de desplazamientos, así como en gastos en conductores, seguridad, etc. Un Zoom con 350 ventanitas y listos. Un licenciado en Imagen y Sonido edita las declaraciones más sustanciosas de cada político y listo. El Congreso de los Diputados, declarado edificio obsoleto. Reciclémoslo en un centro comercial de lujo y demos dinamismo a la economía española. ¡Gestionemos!

Es la rebelión de los monóglotas ciegos, esos seres castellanoparlantes reacios a perder su privilegio lingüístico, temerosos de no poder entender la intervención de Míriam Nogueras sobre las competencias de Rodalies. Socors, no entenc res!

Manda collons que, en un momento en que los traductores se quedan sin trabajo y se aprenden menos idiomas ante el auge de las inteligencias artificiales, exista un miedo real a no entender. Lo que habría que traducir son las comunicaciones de la Agencia Tributaria, las escrituras de los notarios y los contratos bancarios, pero los discursos demagogos de Rufián se entienden a la primera en catalandaluz o bien con subtítulos, ese invento que parecen ignorar los monóglotas.

«Todos tenemos un castellano dentro que siente amenazas ante lo desconocido»

Puedo entender las pataletas de resabio voxero de tanto tuitero asustado ante una posible invasión de términos galeuscos. Todos tenemos un castellano dentro que siente amenazas ante lo desconocido, que rechaza cualquier atisbo de cambio, que abraza las palabras de Manu Sánchez, como toda la vida, llevando al paroxismo la España de Atresmedia. Esa España agarrotada que por fusión entiende añadir gaseosa al vino y para de contar.

Lo que no puedo entender es el temor a no entender. Y que no se entienda una cuestión básica: que el Congreso de los Diputados no es sino un espectáculo. Un teatro para la escenificación más variopinta de los intereses de cada grupo político, que no dudan en pertrecharse de los atrezos necesarios para tal fin, y vuelvo a Rufián para evocar la impresora de votos indepes o las esposas que mostró a Rajoy cuando sonaban tambores de trena.

En el Congreso se votan cosas importantes. Se aprueban leyes. Entonces, nuestros representantes políticos suelen estar callados y a lo suyo, a excepción de Alberto Casero. Se hable en castellano, euskera o criollo chabacano. No será en esos momentos en los que las lenguas minoritarias se empleen como reivindicación. O sí. Por suerte, hay tecnología para traducir Voto a favor al gallego. 

El resto seguirá siendo un show, un teatro, puro simbolismo que, a partir de ahora, quizá tengo algo más de sentido. Porque el Congreso habrá integrado mejor a los que se sentían fuera y son tan nuestros como un torrezno de Soria. Eso se llama política de Estado, aunque los monóglotas no lo acaben de ver. Haber estudiado. Idiomas.

4 comentarios
  1. Athini_Glaucopis

    Si lo que queremos es fomentar el poliglotismo, el conocimiento de gallego, vasco o catalán, lo que no tiene sentido es poner «pinganillos» y traductores. Esto lo único que hace es mantener a cada cual en su monolingüismo, en su convicción de que le llega con hablar y entender una única lengua. Si lo que se pretende es que la gente conozca otros idiomas distintos al suyo, lo natural sería permitir, e incluso fomentar, que los políticos catalanes hablen en catalán, los de cantalejo hablen en gacería y los asturianos en bable, pero sin interponer entre hablantes y oyentes la intermediación de la traducción automática. Dado que lo que dicen los parlamentarios siempre son cosas del máximo interés que, naturalmente, atraen sobre sí toda la atención de sus colegas, el uso de múltiples lenguas en vivo (sin intérpretes por medio) haría que rapidísimamente todos los diputados se volvieran políglotas, llevados por su íntima necesidad de comprender las deposiciones intelectuales de sus preciados colegas.

  2. Dersu

    Laporte, por favor , los que tenemos ya una edad, por razones de estudios solo aprendimos un poco de francés, que con el tiempo y el no uso ya casi lo tenemos defenestrado, llamarnos trogloditas, me parece un poco falta de respeto, que dicho sea de paso, me la suda.
    Pero es Ud. un poco bocarte facilón.
    Sabe Ud, tan políglota y estudiado, en cuantos países del mundo civilizado se utiliza más de una lengua, mejor no responda que queda en ridículo, troglodita.
    Ud. se cree que yo me creo que cuando dice que «Porque el Congreso habrá integrado mejor a los que se sentían fuera y son tan nuestros como un torrezno de Soria», lo dice en serio, no piense que sus lectores son trogloditas, a esos triperos delincuentes la mayoría se la trae al pairo la integración porque solo quieren la desintregación. O esta Ud. sordo y nos los ha oido.
    Ud. has además un «damagogó» de libro, reduciendo todo a y si y si y si. No es lo mismo, bocarte.
    Ud. cree que alguno de los que estamos en contra de esta sandez tenemos temor a no entender, Ud. es tonto en español, en euskera, etc.etc.

  3. Peralbes

    No estamos para ironías y gracietas

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